Teresa Ribera
12/12/2016
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Cambiar la esencia misma de nuestro modelo de desarrollo es muy difícil, pero inevitable. Es más: es una fantástica idea para recuperar el ánimo y la voluntad de construir un proyecto común. No hay progreso ni crecimiento que perdure en escenarios en los que esquilmamos recursos o en los que colapse el sistema climático.
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