David Marcial Pérez
17 FEB 2017 - 03:22 CET
|
Mayo de 1938. La aviación alemana ya había arrasado la villa vasca de Guernica. Casi dos años de guerra y el bloqueo impuesto por Francia y Reino Unido está ahogando a la República. No es suficiente con la ayuda de la URSS. El Gobierno de Negrín sabe que la única esperanza pasa por convencer a las democracias europeas para que den marcha atrás en su controvertida política de neutralidad. Por eso, confiando en una diplomacia de perfil bajo, da la orden de acatar el pacto de Londres y París: “aceptamos una política rigurosa de no intervención”. Ante la tibieza del propio gobierno republicano, sólo México, implacable desde el principio con la sublevación fascista y la equidistancia de la comunidad internacional, levanta una vez más la voz. El delegado ante la Sociedad de Naciones le explica por carta la situación a su presidente Lázaro Cárdenas: “la actitud de México, marcada por usted, resulta más noble y gallarda. México contra el mundo entero, y aún contra la misma España”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario