sábado, 13 de abril de 2013
A propósito de los desahucios - Diario de Alcalá
LO QUE UNICO ES REPUGNANTE EN ESTA HISTORIA SEÑOR NARANJO ES QUE PRESUNTOS CORRUPTOS COMO USTED SIGAN TODAVIA EN LIBERTAD SIN CARGOS,
"La irrupción del escrache, eufemismo de un acto violento cuando penetra en la intimidad de cualquier persona, responde pues a una situación irreal, prescinde del compromiso objetivo y general de buscar soluciones urgentes, mezcla la necesidad de dar techo con la imposibilidad de regalar una propiedad y ataca "en nombre del pueblo" aunque el pueblo en democracia representativa no es una masa informe e inidentificable que se arroga el todo por la parte y se salta los procedimientos, esencia misma del Estado de Derecho. Y además vende una idea peligrosa y falsa: como nada funciona, tenemos derecho a asaltarlo por la fuerza, asediando el congreso, derribando el régimen, intimidando a políticos en su casa y, en definitiva, aplicando el tipo de razonamiento que a lo largo de la historia siempre ha generado terribles monstruos estimulados bajo el lema "Yo soy el pueblo".
El escrache es, en fin, un método repugnante que además responde a una situación ficticia: el congreso, los juzgados, la opinión pública y los medios de comunicación no han dejado de buscar soluciones rápidas a la infinidad de dramas personales que hasta ayer no le importaban a nadie y hoy, felizmente, nos ocupan y preocupan a todos. Hablamos de un país que, para no funcionar, hasta sienta en el banquillo a los dos grandes partidos (uno por Bárcenas; otro por los ERES) y piensa hacerlo con una hija del Rey. Es lícito, pues, pensar que al objetivo declarado se le añaden otros. Especialmente si se leen los terroríficos postulados de movimientos que en el origen eran fantásticos y ahora se han dejado encabezar por iluminados:(se llamen Revilla, Gordillo, Colau o mi amigo Vestrynge) incapaces de resistirse a la sobreexposición mediática: no se puede decir gratuitamente que su objetivo es "derribar el régimen" y tomarse la amenaza a beneficio de inventario. Sólo la pavorosa falta de credibilidad de la clase política, ganada a pulso, permite prosperar eslóganes, soflamas, métodos y objetivos que en otro contexto merecerían una condena unánime. Por eso hay que reformar muchas cosas, pero no bombardearlas con agresiva demagogia".
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