sábado, 20 de abril de 2013

Odio a los indiferentes

El presidente de la Conferencia Episcopal del Reino de España, el Cardenal Monseñor Rouco Varela pasara a la historia como el Obispo que,desde la calle llamó a las puertas de los cuarteles y nadie le abrió.

Otro tanto le paso al representante del Partido Alternativa Española en una sincera,valiente y clarificadora entrevista en El Digital Complutense en que llamo a la puerta del Obispado de la Diócesis de Alcalá de Henares pidiendo el apoyo del Obispo Reig para su Partido quien tampoco le abrió.

Eso fue lo hizo el papa Benedicto XV cuando encargo en 1919 levantó la prohibición de que los italianos participaran en la vida política del reino, al tiempo que animaba a don Luigi Sturzo para que fundara el "Partito Popolare Italiano", embrión de la futura Democracia Cristiana.

Mientras eso ocurría Antonio Gramsci escribía desde la cárcel a la que le había enviado Musolini el articulo titulado “Odio a los indiferentes”.

En su juicio, en 1928, el fiscal terminó su requisitoria con la siguiente intimación al juez: "¡Tenemos que impedir que este cerebro funcione durante veinte años!"

En su articulo "Odio a los indiferentes" Gramsci dijo lo siguiente: 

"Creo que vivir quiere decir tomar partido. Quien verdaderamente vive, no puede dejar de ser ciudadano y partisano. La indiferencia y la abulia son parasitismo, son cobardía, no vida. Por eso odio a los indiferentes.

La indiferencia es el peso muerto de la historia. La indiferencia opera potentemente en la historia. Opera pasivamente, pero opera. Es la fatalidad; aquello con que no se puede contar. Tuerce programas, y arruina los planes mejor concebidos. Es la materia bruta desbaratadora de la inteligencia. Lo que sucede, el mal que se abate sobre todos, acontece porque la masa de los hombres abdica de su voluntad, permite la promulgación de leyes, que sólo la revuelta podrá derogar; consiente el acceso al poder de hombres, que sólo un amotinamiento conseguirá luego derrocar. La masa ignora por despreocupación; y entonces parece cosa de la fatalidad que todo y a todos atropella: al que consiente, lo mismo que al que disiente, al que sabía, lo mismo que al que no sabía, al activo, lo mismo que al indiferente. Algunos lloriquean piadosamente, otros blasfeman obscenamente, pero nadie o muy pocos se preguntan: ¿si hubiera tratado de hacer valer mi voluntad, habría pasado lo que ha pasado?
Odio a los indiferentes también por esto: porque me fastidia su lloriqueo de eternos inocentes. Pido cuentas a cada uno de ellos: cómo han acometido la tarea que la vida les ha puesto y les pone diariamente, qué han hecho, y especialmente, qué no han hecho. Y me siento en el derecho de ser inexorable y en la obligación de no derrochar mi piedad, de no compartir con ellos mis lágrimas.
Soy partidista, estoy vivo, siento ya en la conciencia de los de mi parte el pulso de la actividad de la ciudad futura que los de mi parte están construyendo. Y en ella, la cadena social no gravita sobre unos pocos; nada de cuanto en ella sucede es por acaso, ni producto de la fatalidad, sino obra inteligente de los ciudadanos. Nadie en ella está mirando desde la ventana el sacrificio y la sangría de los pocos. Vivo, soy partidista. Por eso odio a quien no toma partido, odio a los indiferentes".

11 de febrero de 1917


En realidad con el encarcelamiento, la tortura y la muerte de Gramsci, Musolini le hizo un favor a Stalin ya que de haber vivido Gramsci a Stalin no le habria quedado otro remedio mas que fusilarle para que su cerebro dejase de pensar y de callar su boca para  que no criticase sin piedad ni compasion la politica criminal de Stalin y su camarilla de politicos criminales y corruptos. 
Presuntamente claro.



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