martes, 14 de mayo de 2013

España:El joven poder chino







El joven poder chino

La comunidad china en España se ha multiplicado por seis en una década. Y entra en juego una nueva generación más poderosa e influyente que el tradicional dueño de una tienda

Moadong Chen, dueño de Don Pin, delante del edificio Fenix / LUIS SEVILLANO
Hacer un reportaje en agosto sobre la comunidad china en España no representa ningún problema: los chinos no toman vacaciones. Y así es, salvo muy contadas excepciones. La facturación de la empresa Don Pin es un fiel termómetro de ello: ingresa lo mismo en agosto que en cualquier otro mes del año. El dato no es despreciable teniendo en cuenta que Don Pin distribuye las mercaderías a 4.300 establecimientos de alimentación, mejor conocidos como tiendas de chinos, factura 50 millones de euros y crece casi al 20% en plena crisis. Si un estereotipo se cumple (los chinos no descansan en verano), la mayoría de las leyendas que rodean a la comunidad china en España se están quedando anticuadas. El chino laborioso, pacífico y temeroso que apenas habla castellano y vive en un entorno cerrado ha dado paso a una nueva generación que representa a un gigante económico. Los chinos de hoy son doblemente poderosos. Tienen dinero. E influencia. Y la utilizan. Son los ojos y los oídos de China en España.
La nueva generación pisa el terreno con seguridad, como lo hace Maodong Chen, uno de los propietarios de Don Pin, un joven de 32 años que llegó con 18 a España y convirtió un negocio minorista en otro mayorista. Maodong es, sobre todo, un chino sin complejos: habla sin tapujos y hace uso de un tremendo sentido del humor. Tanto es así que empieza a ser asiduo conferenciante en escuelas de negocio. Hace unos meses, en la sede del IESE en Madrid, ante ejecutivos de multinacionales, Maodong no pasó inadvertido. Supo provocar la atención. Primero, cuando afirmó que no quiere clientes españoles en su negocio. “Los españoles no pagan”, dijo, “no los quiero en mi negocio. Me quedo con los chinos, que son serios”. En otro momento ofreció algunas imágenes de lo que no debe hacer un chino en España: por ejemplo, vender un balón azulgrana con el escudo del Real Madrid. Así de rotundo es este nuevo empresario.
Su empresa no es un reducto chino. “Pongo en contacto a proveedores españoles con clientes chinos”, asegura. En Don Pin, el 60% de los trabajadores son españoles. Maodong trabaja para crear equipos que le permitan diversificar su negocio y expandirse. Su energía es contagiosa. Responde cualquier pregunta y no está dispuesto a perder el tiempo en ser políticamente correcto, actitud que echa por tierra el cliché del chino temeroso. Reconoce que las dos cosas que más le gustan a sus compatriotas son, además de trabajar, los artículos de lujo y el juego. Y reconoce más cosas.
Por ejemplo, cuando afirma que una de las actuales preocupaciones de muchos empresarios chinos de su generación, gente con alta capacidad adquisitiva, es la educación de sus hijos en España. “No queremos que nuestros hijos se conviertan en señoritos españoles”, sostiene con una sonrisa oriental. “Y estamos muy preocupados. Aquí no se desarrolla la cultura del trabajo y del esfuerzo”. Es crítico con la sanidad española (“He tenido que ir a China para arreglarme un problema de la rodilla”) y con las asociaciones chinas que pululan por España: “El chino es individualista y desconfiado. Muchos montan asociaciones para sus intereses. A mí me gusta tener amigos pero no hacer política. Soy un hombre de negocios, no un pijo”.



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