LOS VERDES DE ALCALÁ DE HENARES
Elconfidencial.com
Martes , 20 de agosto de 2013
"ENCONTRARÁS AL MENOS UN CASO EN CADA CASA"
El doctor Claude Juneau trabajaba como médico de familia en Shannon, un pequeño pueblo canadiense cercano a Quebec. En 1995, Jacques Trottier, el director de la escuela, y buen amigo de Juneau, murió debido a un tumor cerebral. Tras su fallecimiento, Juneau empezó a notar un aumento de los casos de cáncer en el municipio y en 2000 decidió cuantificarlos. Descubrió entonces que en el pueblo había 20 personas con tumores cerebrales malignos. Teniendo en cuenta que la población de Shannon era de sólo 5.000 personas y que la prevalencia media de cáncer cerebral es de 1 entre 20.000 personas, llegó a la conclusión de que algo extraño estaba ocurriendo en su pueblo. Y no era bueno.
Juneau avisó enseguida a las autoridades sanitarias, pero nadie le hizo caso. “Siempre les dije que había más cánceres en Shannon que en cualquier otro lugar de la provincia”, explicó el doctor en el periódico canadiense Global News. “Pero cada vez que les explicaba esto, las autoridades sanitarias me decían que no había más cáncer en Shannon que en otros sitios. No me lo creía”. Y no había razón para creérselo.
En 2003, 3.000 vecinos se unieron para presentar una demanda colectiva contra el gobierno canadiense: 500 personas habían contraído un cáncer, 200 de ellas habían muerto. Tras una década de litigio el caso sigue abierto. Desde mayo, una comisión internacional de ocho expertos trabaja para averiguar las causas que han provocado que, prácticamente, todas las familias de Shannon hayan sufrido algún caso de cáncer. Los vecinos, no obstante, tienen claro quiénes son los culpables: la base militar del pueblo y sus vertidos tóxicos.
Cuando bebes y te duchas con tricloroetileno
Cuando Juneu dio la voz de alarma no dudó en señalar al agua corriente del pueblo como la fuente del problema. “Cuando la gente se duchaba su piel se tornaba roja y cuando bebían tenían problemas digestivos”, ha explicado el doctor a The Independent. Pronto se descubrió que desde los años 40 la base militar Valcartier, situada a las afueras del pueblo, había estado empleando tricloroetileno (TRI), un potente disolvente que se utiliza para eliminar la grasa del metal, cuyo uso es habitual en las fábricas de munición.
Aunque faltan estudios concluyentes, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer el TRI es un probable carcinógeno, que altera también el sistema nervioso y daña al hígado y al pulmón. Se trata, además, de un peligroso contaminante pues se disuelve con facilidad en el agua y se infiltra en las corrientes subterráneas por lixivación.
En 1997 las autoridades confirmaron que el TRI había llegado al agua corriente del pueblo. Pese a esto, en 2011, cuando la demanda popular llegó a las cortes, el Gobierno aseguró que no existían evidencias de que la contaminación estuviera relacionada con los casos de cáncer. El juez dio la razón a las autoridades sanitarias el año pasado: según tres estudios elaborados por el departamento de salud pública de la ciudad de Quebec, los niveles de TRI en el agua no eran tan elevados como para significar un peligro.
Pese a esto, tal como narraba Jean Bernier, uno de los vecinos de la localidad, en The Independent, en las calles más cercanas a la base militar el cáncer llamó a todas las puertas: "Le llaman la 'zona roja'. Casi todo el mundo aquí ha tenido cáncer. Puedes ir de casa en casa y encontrarás al menos un caso en cada una"
Los 300 vecinos de la "zona roja" fueron compensados con 15.000 dólares canadienses (unos 11.000 euros) por los inconvenientes causados debidos al mal estado del agua; en ningún caso, por haber sido víctimas del cáncer. Los demandantes, indignados, han recurrido la sentencia. El caso volverá a los tribunales el año que viene, junto a los resultados de la comisión de investigación.
Miedo a beber agua del grifo
Pese al engorro judicial al que se están enfrentando los vecinos de Shannon, parece que los problemas con el agua se están solucionando. Nada más conocerse la contaminación, el gobierno federal de Canadá financió con 37 millones de dólares la construcción de un acueducto que ahora suministra el agua al 70% de las casas del pueblo. El ministerio de Defensa, por su parte, está construyendo una depuradora que filtre los vertidos de la base militar. La calidad del agua, además, se revisa todos los años, para asegurarse de que los niveles de contaminación se mantienen en el umbral pemitido.
Las heridas, no obstante, tardarán en cerrarse. Aunque el pueblo de Shannon, lejos de despoblarse, ha crecido desde que estalló la polémica –debido principalmente al crecimiento de la ciudad de Quebec, de la que ya es, prácticamente, un barrio–, muchos vecinos siguen teniendo miedo al agua que sale de sus grifos y no han vuelto a bañarse en el río, otrora principal atractivo veraniego.
El pueblo canadiense en el que todas las familias han sido víctimas del cáncer
El doctor Claude Juneau trabajaba como médico de familia en Shannon, un pequeño pueblo canadiense cercano a Quebec. En 1995, Jacques Trottier, el director de la escuela, y buen amigo de Juneau, murió debido a un tumor cerebral. Tras su fallecimiento, Juneau empezó a notar un aumento de los casos de cáncer en el municipio y en 2000 decidió cuantificarlos. Descubrió entonces que en el pueblo había 20 personas con tumores cerebrales malignos. Teniendo en cuenta que la población de Shannon era de sólo 5.000 personas y que la prevalencia media de cáncer cerebral es de 1 entre 20.000 personas, llegó a la conclusión de que algo extraño estaba ocurriendo en su pueblo. Y no era bueno.
Juneau avisó enseguida a las autoridades sanitarias, pero nadie le hizo caso. “Siempre les dije que había más cánceres en Shannon que en cualquier otro lugar de la provincia”, explicó el doctor en el periódico canadiense Global News. “Pero cada vez que les explicaba esto, las autoridades sanitarias me decían que no había más cáncer en Shannon que en otros sitios. No me lo creía”. Y no había razón para creérselo.
En 2003, 3.000 vecinos se unieron para presentar una demanda colectiva contra el gobierno canadiense: 500 personas habían contraído un cáncer, 200 de ellas habían muerto. Tras una década de litigio el caso sigue abierto. Desde mayo, una comisión internacional de ocho expertos trabaja para averiguar las causas que han provocado que, prácticamente, todas las familias de Shannon hayan sufrido algún caso de cáncer. Los vecinos, no obstante, tienen claro quiénes son los culpables: la base militar del pueblo y sus vertidos tóxicos.
Cuando bebes y te duchas con tricloroetileno
Cuando Juneu dio la voz de alarma no dudó en señalar al agua corriente del pueblo como la fuente del problema. “Cuando la gente se duchaba su piel se tornaba roja y cuando bebían tenían problemas digestivos”, ha explicado el doctor a The Independent. Pronto se descubrió que desde los años 40 la base militar Valcartier, situada a las afueras del pueblo, había estado empleando tricloroetileno (TRI), un potente disolvente que se utiliza para eliminar la grasa del metal, cuyo uso es habitual en las fábricas de munición.
Aunque faltan estudios concluyentes, según la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer el TRI es un probable carcinógeno, que altera también el sistema nervioso y daña al hígado y al pulmón. Se trata, además, de un peligroso contaminante pues se disuelve con facilidad en el agua y se infiltra en las corrientes subterráneas por lixivación.
En 1997 las autoridades confirmaron que el TRI había llegado al agua corriente del pueblo. Pese a esto, en 2011, cuando la demanda popular llegó a las cortes, el Gobierno aseguró que no existían evidencias de que la contaminación estuviera relacionada con los casos de cáncer. El juez dio la razón a las autoridades sanitarias el año pasado: según tres estudios elaborados por el departamento de salud pública de la ciudad de Quebec, los niveles de TRI en el agua no eran tan elevados como para significar un peligro.
Pese a esto, tal como narraba Jean Bernier, uno de los vecinos de la localidad, en The Independent, en las calles más cercanas a la base militar el cáncer llamó a todas las puertas: "Le llaman la 'zona roja'. Casi todo el mundo aquí ha tenido cáncer. Puedes ir de casa en casa y encontrarás al menos un caso en cada una"
Los 300 vecinos de la "zona roja" fueron compensados con 15.000 dólares canadienses (unos 11.000 euros) por los inconvenientes causados debidos al mal estado del agua; en ningún caso, por haber sido víctimas del cáncer. Los demandantes, indignados, han recurrido la sentencia. El caso volverá a los tribunales el año que viene, junto a los resultados de la comisión de investigación.
Miedo a beber agua del grifo
Pese al engorro judicial al que se están enfrentando los vecinos de Shannon, parece que los problemas con el agua se están solucionando. Nada más conocerse la contaminación, el gobierno federal de Canadá financió con 37 millones de dólares la construcción de un acueducto que ahora suministra el agua al 70% de las casas del pueblo. El ministerio de Defensa, por su parte, está construyendo una depuradora que filtre los vertidos de la base militar. La calidad del agua, además, se revisa todos los años, para asegurarse de que los niveles de contaminación se mantienen en el umbral pemitido.
Las heridas, no obstante, tardarán en cerrarse. Aunque el pueblo de Shannon, lejos de despoblarse, ha crecido desde que estalló la polémica –debido principalmente al crecimiento de la ciudad de Quebec, de la que ya es, prácticamente, un barrio–, muchos vecinos siguen teniendo miedo al agua que sale de sus grifos y no han vuelto a bañarse en el río, otrora principal atractivo veraniego.
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