LOS VERDES DE ALCALÁ DE HENARES |
02/08/2013 | WWW.DCLM.ES
El día que Mariano se cayó del guindo o el castigo de un mentiroso y su peculiar pandilla
Muchos ciudadanos saldremos este agosto de vacaciones con la tibia pero
firme sensación de atesorar un presidente del gobierno capaz de adornar
la realidad con su oratoria hasta hacernos dudar de si la playa que
tenemos delante es un lunar que le ha salido a la tierra o un espejismo
en el monte de venus de nuestras caldeadas neuronas.
Un habilidoso presidente que lanza dardos en forma de palabras hasta conseguir que olvidemos que es precisamente él quien se encuentra en el centro de diana. Un mago de la facundia y la persuasión que nos vende un infalible crecepelo envuelto en celofanes multicolores para regocijo de sus fieles que no dudarán en dar fe del milagro: "L' État, c'est moi" dijo Luis XIV en el Parlament de Paris hace cuatro siglos. Y si el Estado soy Yo nadie debe osar empañar mi figura porque lo que se empaña es España en este momento tan delicado pero esperanzador en que reflexiono ante mis súbditos.
Veinte años madurando a la sombra de Luis y de pronto Mariano se cayó del guindo: me equivoqué al hacer pandilla con un individuo que ahora está en la cárcel, un delincuente habitual y habilidoso capaz de engañarnos a todos en el fondo del oscuro rincón de su generoso despacho, Mariano esto no es lo que parece, se fuerte, Luis, aguanta con tus cincuenta kilos en los paraísos de la fiscalidad que yo velaré por ti y por los tuyos hasta convertirte en el enemigo público número uno y único de nuestra divertida y peculiar (de peculio) pandilla.
Lo dijo Aristóteles, nacido quinientos años antes de Cristo: "El castigo de un mentiroso es no ser creído aún cuando diga la verdad". (Fin de la cita y de la credibiidad de Mariano).
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Un habilidoso presidente que lanza dardos en forma de palabras hasta conseguir que olvidemos que es precisamente él quien se encuentra en el centro de diana. Un mago de la facundia y la persuasión que nos vende un infalible crecepelo envuelto en celofanes multicolores para regocijo de sus fieles que no dudarán en dar fe del milagro: "L' État, c'est moi" dijo Luis XIV en el Parlament de Paris hace cuatro siglos. Y si el Estado soy Yo nadie debe osar empañar mi figura porque lo que se empaña es España en este momento tan delicado pero esperanzador en que reflexiono ante mis súbditos.
Veinte años madurando a la sombra de Luis y de pronto Mariano se cayó del guindo: me equivoqué al hacer pandilla con un individuo que ahora está en la cárcel, un delincuente habitual y habilidoso capaz de engañarnos a todos en el fondo del oscuro rincón de su generoso despacho, Mariano esto no es lo que parece, se fuerte, Luis, aguanta con tus cincuenta kilos en los paraísos de la fiscalidad que yo velaré por ti y por los tuyos hasta convertirte en el enemigo público número uno y único de nuestra divertida y peculiar (de peculio) pandilla.
Lo dijo Aristóteles, nacido quinientos años antes de Cristo: "El castigo de un mentiroso es no ser creído aún cuando diga la verdad". (Fin de la cita y de la credibiidad de Mariano).
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