2013-February-27 15:11
Cuando a la vida le falta la mitad
Por DANG XIAOFEI
CADA día, a Zhang Jie
le toma cuatro horas y media recorrer el camino de ida y vuelta entre su
oficina y su casa, que están en dos extremos opuestos en el este y el
oeste de Beijing. Para lograr llegar a tiempo, tiene que salir de casa a
las siete de la mañana y no regresa sino hasta casi las nueve de la
noche. El rostro de su hija cuando duerme es la imagen que más ha visto
de ella desde su nacimiento hace cuatro meses. La fatiga también le
quita a Zhang Jie las ganas de hablar con su esposa. A quienes viven con
sus familiares, pero no tienen tiempo para acompañarlos ni gozar de la
compañía familiar se les ha incluido en el denominado Grupo Shipei (en
chino significa “Grupo carente de compañía”). Zhang Jie, sin duda, es
parte de ellos.
Estas personas se
caracterizan por dedicar demasiada energía al trabajo, pero poco tiempo y
preocupación a sus familiares. La aparición del Grupo Shipei ha
despertado la atención de toda la sociedad.
Poca presencia en familia
Como gerente de
Recursos Humanos de una compañía privada, Zhang Jie, de 30 años de edad,
consiguió un salario de más de 10.000 yuanes. Media hora es el tiempo
máximo de conversación entre él y su mujer a diario. “Ella se empeña en
cuidar a la bebé de cuatro meses y se concentra solo en el crecimiento
de esta, pero, como hombre, yo pienso más en el desarrollo personal”,
explica Zhang. Los pocos intereses en común han causado la reducción
gradual de la comunicación entre la pareja.
“Me pondría contento si
tuviera a mi hija en mis brazos tan solo diez minutos al día”, expresa
con una amarga sonrisa el joven padre. Cuando regresa a casa, siempre la
encuentra dormida. La recién nacida tampoco se acostumbra a los abrazos
de su papá y expresa su incomodidad con llantos. “No me queda más
remedio que acariciar su cara antes de salir de casa cada mañana”, dice
el abatido padre.
Yu Xiaohong. Foto cortesía de Yu Xiaohong
El Grupo Shipei también
incluye a muchas mujeres. Yu Xiaohong vive sola en Beijing. Casi todos
los días, ella y su marido intercambian llamadas telefónicas, pero “no
tenemos mucho de qué hablar, así que la conversación termina muy pronto.
Me vuelco en mis asuntos y él, en los suyos”. Se siente culpable por no
cuidar a su hijo de 19 meses ni estar a su lado. Cada dos o tres
semanas, regresa a su casa de la ciudad de Shenyang, capital provincial
de Liaoning. Generalmente sale de Beijing el viernes por la noche
después del trabajo y tarda 5 horas en tren bala hasta llegar al
destino. Dos días después, en la noche del domingo, realiza el viaje de
vuelta.
Yu Xiaohong, de 35
años, gana un salario mensual de 15.000 yuanes como gerente de
contabilidad de una empresa privada. Hace años llegó a Beijing buscando
su superación personal. Al comienzo solía extrañar mucho a su marido,
pero ahora ya se ha acostumbrado más a la situación.
Según un sondeo
realizado el año pasado en 15 ciudades de China, más del 74,4% de los
encuestados destinan menos de una hora al día en acompañar a sus
familiares.
Zhang Jie viaja dos o
tres veces al año a su pueblo natal, generalmente en las vacaciones por
el Día Nacional y por la Fiesta de la Primavera, o por la boda de algún
amigo. Sin embargo, sus múltiples ocupaciones le impiden regresar por
los cumpleaños de sus padres e, incluso, olvida saludarlos por teléfono.
Zhang Jie les ha comprado dos perros. “Mi mamá se jubiló poco después
de que me fuera a trabajar a Beijing. La compañía de los perros es un
refugio emocional para ella”.
Según las cifras
proporcionadas por el Ministerio de Asuntos Civiles de China, más de la
mitad de las familias viven en un “nido vacío”, porcentaje que en
algunas de las grandes ciudades llega al 70%. En el campo, por otro
lado, hay casi 40 millones de personas mayores que viven sin la compañía
de sus hijos, lo que representa el 37% de la población rural de adultos
mayores.
Trabajo tenso y de gran presión
Los profesionales del
área de Recursos Humanos generalmente afrontan una gran presión laboral.
“A veces desempeñamos el papel de ‘basureros’. Nos descargan las quejas
de toda la compañía, pero nosotros, ¿a quién nos podemos quejar?”,
expresa angustiadamente Zhang Jie, cuya depresión crece debido a la
acumulación de estos disgustos. A veces los empleados no aceptan las
explicaciones dadas por el Departamento de Recursos Humanos sobre la
estrategia de la compañía y es entonces cuando estos se sienten
especialmente angustiados.
Para cada uno el tiempo
es limitado. Cuando se destina mucha atención al trabajo, naturalmente
disminuyen las oportunidades de compartir el tiempo con la familia. Yu
Xiaohong a menudo trabaja horas extras, generalmente una o dos veces a
la semana, e incluso hay días en los que permanece en su oficina hasta
las 11 ó 12 de la noche. “De vez en cuando llevo el trabajo a la casa.
En mayo pasado trabajé hasta las seis de la mañana, dormí una hora y me
levanté para ir a trabajar”, recuerda Yu.
Ella también padece de
insomnio. No puede dormir cuando está demasiado cansada. “Mi trabajo
tiene mucho que ver con las cifras y análisis, esto me fatiga y, a la
vez, inquieta mi mente. Cuando no soy capaz de calmar esta agitación
mental, me duele mucho la cabeza”. Para aliviar estos síntomas, Yu está
acostumbrada a ducharse con agua caliente, sea invierno o verano.
Zhang Jie. Foto cortesía de Zhang Jie
Fuera del horario de
trabajo, muchas personas descuidan el tiempo con sus familiares y
prefieren acompañar a los clientes o a los jefes a fin de ganar más
dinero y proporcionar mejores condiciones de vida a los suyos.
Además de ello, los
valores en la sociedad han experimentado también un gran cambio en las
últimas décadas. No pocos tienen como único objetivo de vida la búsqueda
del triunfo personal y del dinero, mientras consideran la adquisición
de bienes materiales como un importante índice de felicidad. En el mundo
de estos, la familia siempre se sitúa en el último lugar. Esta
situación perjudica a sus seres más queridos.
Callados en casa
Una vez en casa, lo que
más desea Zhang Jie es relajarse en Internet. “Suelo hablar demasiado
en la oficina y prefiero callarme en casa”, explica.
Según una reciente
encuesta publicada en los sitios web Chinaminyi.com y Yahoo.com.cn,
realizada a 2.750 cibernautas por el Centro de Investigación Social del
diario Jóvenes de China, el 83,1% reconoció sufrir en diferentes grados
estos síntomas; por ejemplo, lucen una expresión muy fluida y una
conducta apropiada en la oficina, pero en casa parecen desanimados o
permanecen callados. Estos rasgos están apareciendo entre los jóvenes de
las ciudades y se les llama “los síntomas del mudo fuera del trabajo”.
Zhang Jie y su esposa
carecen de nuevos temas de conversación, debido a que ella se queda en
casa cuidando a la bebé. “Es aburrido discutir detalles como ¿qué has
comido en el almuerzo?”, dice Zhang Jie, quien tampoco hace el esfuerzo
de contarles a los suyos sus dificultades laborales. “No quiero que mi
esposa piense que me complico por cosas tan insignificantes”. Sin
embargo, la falta de una válvula de escape genera una sensación de
soledad en él.
Zhang Jie suele beber
dos o tres veces a la semana, una costumbre que adquirió después de
llegar a Beijing y que quizá es un desfogue de toda esa amargura. Hasta
ahora nunca se ha emborrachado ni ha perdido el control. Según él, es
una efectiva forma de aliviar el estrés.
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