viernes, 27 de septiembre de 2013

CHINA:HISTORIA DE UNA PAREJA

 
 
2013-February-27 15:11

Cuando a la vida le falta la mitad

 
Por DANG XIAOFEI
CADA día, a Zhang Jie le toma cuatro horas y media recorrer el camino de ida y vuelta entre su oficina y su casa, que están en dos extremos opuestos en el este y el oeste de Beijing. Para lograr llegar a tiempo, tiene que salir de casa a las siete de la mañana y no regresa sino hasta casi las nueve de la noche. El rostro de su hija cuando duerme es la imagen que más ha visto de ella desde su nacimiento hace cuatro meses. La fatiga también le quita a Zhang Jie las ganas de hablar con su esposa. A quienes viven con sus familiares, pero no tienen tiempo para acompañarlos ni gozar de la compañía familiar se les ha incluido en el denominado Grupo Shipei (en chino significa “Grupo carente de compañía”). Zhang Jie, sin duda, es parte de ellos.
Estas personas se caracterizan por dedicar demasiada energía al trabajo, pero poco tiempo y preocupación a sus familiares. La aparición del Grupo Shipei ha despertado la atención de toda la sociedad.
Poca presencia en familia
 
Como gerente de Recursos Humanos de una compañía privada, Zhang Jie, de 30 años de edad, consiguió un salario de más de 10.000 yuanes. Media hora es el tiempo máximo de conversación entre él y su mujer a diario. “Ella se empeña en cuidar a la bebé de cuatro meses y se concentra solo en el crecimiento de esta, pero, como hombre, yo pienso más en el desarrollo personal”, explica Zhang. Los pocos intereses en común han causado la reducción gradual de la comunicación entre la pareja.
“Me pondría contento si tuviera a mi hija en mis brazos tan solo diez minutos al día”, expresa con una amarga sonrisa el joven padre. Cuando regresa a casa, siempre la encuentra dormida. La recién nacida tampoco se acostumbra a los abrazos de su papá y expresa su incomodidad con llantos. “No me queda más remedio que acariciar su cara antes de salir de casa cada mañana”, dice el abatido padre.
Yu Xiaohong. Foto cortesía de Yu Xiaohong
El Grupo Shipei también incluye a muchas mujeres. Yu Xiaohong vive sola en Beijing. Casi todos los días, ella y su marido intercambian llamadas telefónicas, pero “no tenemos mucho de qué hablar, así que la conversación termina muy pronto. Me vuelco en mis asuntos y él, en los suyos”. Se siente culpable por no cuidar a su hijo de 19 meses ni estar a su lado. Cada dos o tres semanas, regresa a su casa de la ciudad de Shenyang, capital provincial de Liaoning. Generalmente sale de Beijing el viernes por la noche después del trabajo y tarda 5 horas en tren bala hasta llegar al destino. Dos días después, en la noche del domingo, realiza el viaje de vuelta.

Yu Xiaohong, de 35 años, gana un salario mensual de 15.000 yuanes como gerente de contabilidad de una empresa privada. Hace años llegó a Beijing buscando su superación personal. Al comienzo solía extrañar mucho a su marido, pero ahora ya se ha acostumbrado más a la situación.

Según un sondeo realizado el año pasado en 15 ciudades de China, más del 74,4% de los encuestados destinan menos de una hora al día en acompañar a sus familiares.

Zhang Jie viaja dos o tres veces al año a su pueblo natal, generalmente en las vacaciones por el Día Nacional y por la Fiesta de la Primavera, o por la boda de algún amigo. Sin embargo, sus múltiples ocupaciones le impiden regresar por los cumpleaños de sus padres e, incluso, olvida saludarlos por teléfono. Zhang Jie les ha comprado dos perros. “Mi mamá se jubiló poco después de que me fuera a trabajar a Beijing. La compañía de los perros es un refugio emocional para ella”.

Según las cifras proporcionadas por el Ministerio de Asuntos Civiles de China, más de la mitad de las familias viven en un “nido vacío”, porcentaje que en algunas de las grandes ciudades llega al 70%. En el campo, por otro lado, hay casi 40 millones de personas mayores que viven sin la compañía de sus hijos, lo que representa el 37% de la población rural de adultos mayores.

Trabajo tenso y de gran presión

Los profesionales del área de Recursos Humanos generalmente afrontan una gran presión laboral. “A veces desempeñamos el papel de ‘basureros’. Nos descargan las quejas de toda la compañía, pero nosotros, ¿a quién nos podemos quejar?”, expresa angustiadamente Zhang Jie, cuya depresión crece debido a la acumulación de estos disgustos. A veces los empleados no aceptan las explicaciones dadas por el Departamento de Recursos Humanos sobre la estrategia de la compañía y es entonces cuando estos se sienten especialmente angustiados.

Para cada uno el tiempo es limitado. Cuando se destina mucha atención al trabajo, naturalmente disminuyen las oportunidades de compartir el tiempo con la familia. Yu Xiaohong a menudo trabaja horas extras, generalmente una o dos veces a la semana, e incluso hay días en los que permanece en su oficina hasta las 11 ó 12 de la noche. “De vez en cuando llevo el trabajo a la casa. En mayo pasado trabajé hasta las seis de la mañana, dormí una hora y me levanté para ir a trabajar”, recuerda Yu.

Ella también padece de insomnio. No puede dormir cuando está demasiado cansada. “Mi trabajo tiene mucho que ver con las cifras y análisis, esto me fatiga y, a la vez, inquieta mi mente. Cuando no soy capaz de calmar esta agitación mental, me duele mucho la cabeza”. Para aliviar estos síntomas, Yu está acostumbrada a ducharse con agua caliente, sea invierno o verano.
Zhang Jie. Foto cortesía de Zhang Jie
Fuera del horario de trabajo, muchas personas descuidan el tiempo con sus familiares y prefieren acompañar a los clientes o a los jefes a fin de ganar más dinero y proporcionar mejores condiciones de vida a los suyos.

Además de ello, los valores en la sociedad han experimentado también un gran cambio en las últimas décadas. No pocos tienen como único objetivo de vida la búsqueda del triunfo personal y del dinero, mientras consideran la adquisición de bienes materiales como un importante índice de felicidad. En el mundo de estos, la familia siempre se sitúa en el último lugar. Esta situación perjudica a sus seres más queridos.

Callados en casa

Una vez en casa, lo que más desea Zhang Jie es relajarse en Internet. “Suelo hablar demasiado en la oficina y prefiero callarme en casa”, explica.

Según una reciente encuesta publicada en los sitios web Chinaminyi.com y Yahoo.com.cn, realizada a 2.750 cibernautas por el Centro de Investigación Social del diario Jóvenes de China, el 83,1% reconoció sufrir en diferentes grados estos síntomas; por ejemplo, lucen una expresión muy fluida y una conducta apropiada en la oficina, pero en casa parecen desanimados o permanecen callados. Estos rasgos están apareciendo entre los jóvenes de las ciudades y se les llama “los síntomas del mudo fuera del trabajo”.

Zhang Jie y su esposa carecen de nuevos temas de conversación, debido a que ella se queda en casa cuidando a la bebé. “Es aburrido discutir detalles como ¿qué has comido en el almuerzo?”, dice Zhang Jie, quien tampoco hace el esfuerzo de contarles a los suyos sus dificultades laborales. “No quiero que mi esposa piense que me complico por cosas tan insignificantes”. Sin embargo, la falta de una válvula de escape genera una sensación de soledad en él.

Zhang Jie suele beber dos o tres veces a la semana, una costumbre que adquirió después de llegar a Beijing y que quizá es un desfogue de toda esa amargura. Hasta ahora nunca se ha emborrachado ni ha perdido el control. Según él, es una efectiva forma de aliviar el estrés.

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