España y según Jesús Cacho: La crisis y los pecados capitales del español medio
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Jesús Cacho |
Los pecados capitales del español medio
La crisis ha sacado también a relucir algunos de los pecados
capitales del español medio. El enchufismo, el amiguismo y las
relaciones sociales son hoy la mejor manera de conseguir un empleo en el
sector privado y, hasta cierto punto, es casi la única manera de
lograrlo en un sector público donde, por encima de la competencia
profesional, la experiencia y la capacidad de trabajo, prima la lealtad
(“pero éste… ¿Es de los nuestros?”) al partido y al responsable político
que lo ha nombrado. Esta barrera ideológica, este camino de servidumbre
típico de los tiempos deRomanones, se refleja, por lo
demás, en un mal funcionamiento de ese sector público que los ciudadanos
pagan con sus impuestos. En el mismo sentido, la colusión de intereses
existente en España entre política y finanzas, entre poder político y
poder económico, la no separación entre lo público y lo privado, se
traduce en una dificultad a veces extrema para lograr un contrato con la
Administración sin acudir al conseguidor de turno, al hombre
bien relacionado capaz de engrasar las cosas, recolocar los expedientes y
acelerar la toma de decisiones. Los tiempos se agilizan si uno
pertenece a un grupo, una familia o un partido. El compadreo reemplaza a
la Ley. El llanero solitario está perdido.
Volvemos al punto de partida del drama español: la baja calidad de
nuestra democracia, propiciada, entre otras cosas, por la falta de
controles, la ausencia de contrapesos a la acción del Ejecutivo, los
famosos “check and balances” de la constitución americana, cuyos padres,
como recordaba días atrás Juan Luis Redondo-“¿Crisis de la democracia o crisis del buen gobierno?” (hayderecho.com)-,
tanto empeño pusieron en “instaurar una arquitectura institucional que
protegiera a los Gobiernos de su propio poder”. En ausencia de esos
controles, los Ejecutivos que se han sucedido en España de 1978 a esta
parte se han acogido al modelo “winner takes all” imperante en países
como Egipto, Ucrania o Rusia. Salir de la espiral de corrupción a gran
escala a que conduce ese modelo equivale a tomar conciencia de la
necesidad de no votar a los partidos que no hagan de la lucha contra la
corrupción, empezando por la institucional, el santo y seña de sus
programas de gobierno.
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