domingo, 1 de junio de 2014

España y según Jesús Cacho: La crisis y los pecados capitales del español medio

Jesús Cacho

Vozpópuli

La crisis y los pecados capitales del español medio 

Los pecados capitales del español medio

La crisis ha sacado también a relucir algunos de los pecados capitales del español medio. El enchufismo, el amiguismo y las relaciones sociales son hoy la mejor manera de conseguir un empleo en el sector privado y, hasta cierto punto, es casi la única manera de lograrlo en un sector público donde, por encima de la competencia profesional, la experiencia y la capacidad de trabajo, prima la lealtad (“pero éste… ¿Es de los nuestros?”) al partido y al responsable político que lo ha nombrado. Esta barrera ideológica, este camino de servidumbre típico de los tiempos deRomanones, se refleja, por lo demás, en un mal funcionamiento de ese sector público que los ciudadanos pagan con sus impuestos. En el mismo sentido, la colusión de intereses existente en España entre política y finanzas, entre poder político y poder económico, la no separación entre lo público y lo privado, se traduce en una dificultad a veces extrema para lograr un contrato con la Administración sin acudir al conseguidor de turno, al hombre bien relacionado capaz de engrasar las cosas, recolocar los expedientes y acelerar la toma de decisiones. Los tiempos se agilizan si uno pertenece a un grupo, una familia o un partido. El compadreo reemplaza a la Ley. El llanero solitario está perdido.
Volvemos al punto de partida del drama español: la baja calidad de nuestra democracia, propiciada, entre otras cosas, por la falta de controles, la ausencia de contrapesos a la acción del Ejecutivo, los famosos “check and balances” de la constitución americana, cuyos padres, como recordaba días atrás Juan Luis Redondo-“¿Crisis de la democracia o crisis del buen gobierno?” (hayderecho.com)-, tanto empeño pusieron en “instaurar una arquitectura institucional que protegiera a los Gobiernos de su propio poder”. En ausencia de esos controles, los Ejecutivos que se han sucedido en España de 1978 a esta parte se han acogido al modelo “winner takes all” imperante en países como Egipto, Ucrania o Rusia. Salir de la espiral de corrupción a gran escala a que conduce ese modelo equivale a tomar conciencia de la necesidad de no votar a los partidos que no hagan de la lucha contra la corrupción, empezando por la institucional, el santo y seña de sus programas de gobierno.

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