MARTES, 02 SEPTIEMBRE 2014 17:43
Mézclese una enfermedad, por carga mortal que contenga, una acción que llegue a todos los humanos, y un nombre más o menos presentable desde el punto de vista público y su envés de red social. El resultado tiene muchas posibilidades de constituir una soplapollez sin mácula posible. El cubo de agua helada contra la esclerosis y sus nominaciones consecutivas produce una cosa que se llama fenómeno viral, de raíz vírica, claro, que puede afectar lo mismo en protagonismo a George Bush que al hijo de la vecina. Aun así, con el ex presidente americano en ficticio pie de igualdad con el vástago de la vecina, la consecuencia es que los ingresos para combatir la enfermedad no crecen de manera alguna.
Mézclese una enfermedad, por carga mortal que contenga, una acción que llegue a todos los humanos, y un nombre más o menos presentable desde el punto de vista público y su envés de red social. El resultado tiene muchas posibilidades de constituir una soplapollez sin mácula posible. El cubo de agua helada contra la esclerosis y sus nominaciones consecutivas produce una cosa que se llama fenómeno viral, de raíz vírica, claro, que puede afectar lo mismo en protagonismo a George Bush que al hijo de la vecina. Aun así, con el ex presidente americano en ficticio pie de igualdad con el vástago de la vecina, la consecuencia es que los ingresos para combatir la enfermedad no crecen de manera alguna.
En la mutación metafórica de nuestra actualidad local, una vez pasadas las ferias con eso que se llama “modelo de ferias” (una desvergüenza multitudinaria donde todo el mundo quiere pegarse con todo el mundo con producción de una huella sonora que llega a Villalbilla con tal nitidez que sólo provoca el silencio de los ecologistas tal vez en acción), los cubos de hielo están siendo encargados de todos los colores y calidades.
Los cargos del gobierno del Partido Popular andan entre incertidumbres palpables. Los candidatos del partido socialista, con el respaldo entusiasta del flamante secretario general Pedro Sánchez, afloran un brillo cutáneo nunca conocido. Y luego, viene todo lo demás, con gran predicamento de lanzamiento de cubo helado hacia sí mismo.
Incluso Podemos, ese juguete de presente de indicativo con espoleta pública, puede hacer encargo de mucho hielo, proporcionado entre los mismos fundadores, de cuyas grietas en su diario desenvolvimiento se empieza hablar con algo más que fundamento y respeto. La cosa asamblearia tiene su público, pero es un público difícil. Rafael Chirles, en La larga marcha (Anagrama, 1996), habla del “cuidado arte de construir el descuido”. Eso hace el partido del presente de indicativo.
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