FRANCESC MIRALLES
No es nada personal
Enfadarse ante las actitudes de los demás es una pura elección
Rechazar la idea de que quieren herirnos evita que nos intoxiquemos acumulando ofensas
La vida cotidiana pone a prueba el equilibrio emocional cada vez que nos sentimos ofendidos por otra persona. Puede ser alguien del entorno familiar, un jefe o compañero de trabajo, o incluso un desconocido que nos trata de forma que consideramos grosera.
A lo largo del día interactuamos con decenas de personas, lo cual brinda numerosas ocasiones para ofenderse y vivir con amargura. Porque lo peor de todo es que una vez producido el desencuentro, si no se hace nada para olvidarlo, el rencor puede quedar fluctuando por la cabeza durante horas… llegando a turbar incluso el descanso nocturno. En este artículo se va a ver por qué sucede y cómo poder deshacerse de este lastre.
El enfado ante las actitudes de los demás es una pura elección. Prueba de ello es que hay personas que no se inmutan por nada, mientras que otras saltan ante cualquier comentario, gesto o mirada que interpreten como hostil. ¿Dónde radica la diferencia entre unas y otras?
El doctor en psicología Martin Lyden opina que las personas susceptibles son aquellas que poseen menos empatía. Todo lo filtran según lo que harían ellas, y cualquier cosa que se salga de su propio código de conducta lo interpretan como un ataque.
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