viernes, 19 de diciembre de 2014

España y las ficciones de los principios del caso Gürtel

PIDO LA PALABRA POR ALUSIONES

SIN MIEDO AL OPUS DEI

Escrito por Juan Antonio Camargo*

¡¡¡2004d.C.: ESPAÑA ERA UN ALMONEDA!!!

Tras la cumbre de las Azores de 2003 y tras el fracaso del proyecto de su hombre de confianza Correa(ó caso Gürtel), convertido en un adelantado pequeño Nicolás y, ante el previsible arrasamiento electoral de Rajoy en las elecciones de 2004, Aznar da instrucciones a  Esperanza Aguirre para se reuna con un interlocutor socialista valido, como José Bono, para seguir las negociaciones sobre la financiación del sistema democrático en España.

continuará........ 

Aznar decidió celebrar la cumbre en las Azores y no en Bermudas

Actualizado 10/04/2005 - 02:19:45

Nos reunimos en las islas Azores el 16 de marzo de 2003, en un momento crítico previo a la intervención norteamericana y británica en Irak. Era necesario plasmar en una reunión de líderes políticos nuestra posición común ante la crisis de Irak. En el Consejo de Seguridad de la ONU se estaba produciendo una situación que requería una respuesta. Sadam Husein estaba incumpliendo la Resolución 1441 que había sido votada por unanimidad en el Consejo de Seguridad en el mes de noviembre de 2002 y le obligaba a permitir la inspección de sus instalaciones de armamento. Junto con Estados Unidos y Gran Bretaña, habíamos promovido la presentación de una nueva resolución para intentar encontrar un punto de acuerdo acerca de la posición que la comunidad internacional debía adoptar ante este incumplimiento. Este intento de llegar a un acuerdo estaba siendo bloqueado por algunos miembros del Consejo, en particular Francia, Alemania, Rusia y China. Si el bloqueo continuaba y no se tomaba ninguna determinación, la situación entraría en una fase de estancamiento. Sadam Husein demostraría que se podía incumplir impunemente la legalidad internacional, las medidas de presión serían inútiles y la ONU quedaría convertida en una institución sin la menor utilidad.

La primera propuesta, realizada por iniciativa del Presidente Bush, sugería que celebráramos la reunión en las islas Bermudas. Respondí que siempre acudiría con mucho gusto a una reunión en la que estuvieran presentes Bush y Blair, pero que las islas Bermudas no me parecían el lugar más conveniente. Me contestaron que las islas Bermudas habían sido el escenario tradicional de algunas reuniones de líderes atlánticos, y yo dije que conocía y respetaba esa tradición, pero que en España el solo nombre de esas islas iba asociado a una prenda de vestir que no era precisamente la más adecuada para la gravedad del momento en que nos encontrábamos.

Como notaron que no iba a dar marcha atrás, me sugirieron que realizara una propuesta. No había mejor sitio que las Azores, que tenían una tradición de reuniones atlánticas. (...) George Bush acabó aceptando viajar hasta las Azores, aunque eso le supuso algunas horas más de vuelo. Evidentemente, quedaba por resolver el problema de que las Azores fueran territorio portugués, por lo que me comprometí a hablar con José Manuel Durao Barroso, entonces primer ministro de Portugal.

Llamé a Durao y le expuse la situación. Pidió unos momentos, consultó con el Presidente de la República que -creo saber- no era partidario de que el Primer Ministro asistiese a la reunión, y a pesar de todo accedió a nuestra petición. Además de ejercer de anfitrión, José Manuel Durao Barroso asistió a todos los debates y reuniones.

La elección de las islas Azores no fue un hecho arbitrario ni caprichoso. Las islas Azores representan la tradición y la vocación atlántica no sólo de España, sino también de Portugal y del conjunto de la península ibérica (...) El vínculo atlántico tiene como objetivo preferente Estados Unidos, pero debería ampliarse, por interés de todos, al conjunto de América. Lo mismo puede decirse de Europa. Europa sobrevivió a los totalitarismos gracias al vínculo atlántico y seguirá existiendo si éste se mantiene. No hay nada más equivocado que una política que tienda a debilitar el pacto atlántico o a elaborar una construcción europea contrapuesta a Estados Unidos. Europa no es capaz de garantizar su propia seguridad; vive un declive demográfico serio que va a incrementar los riesgos que corre; es vulnerable por su situación geográfica y se encuentra inmersa en un proceso de ampliación institucional que está resultando un éxito, pero que también aumenta las incertidumbres. En este panorama, el lazo atlántico es fundamental. (...)

Por su parte, España presenta riesgos adicionales: el terrorismo internacional; el derivado de situaciones de inestabilidad en el norte de África y el terrorismo nacionalista y las derivas secesionistas. Frente a esos tres riesgos, el fortalecimiento de la relación atlántica resulta vital. En cuanto a la lucha contra el terrorismo, nuestro compromiso con Estados Unidos ha sido extraordinariamente útil. También lo es ante cualquier riesgo de inestabilidad en el norte de África, porque España posee una capacidad defensiva limitada y Europa, por sí sola, no puede intervenir en esas situaciones. Así lo puso de manifiesto lo ocurrido en el islote de Perejil. Lo importante (...) no fue la propia crisis, que España hubiera podido resolver por sí sola en cualquier momento. Lo relevante fue cómo se manifestaron las actitudes que cada uno adoptaría a partir de ahí.

(...) Primero repasamos la situación y constatamos que estábamos en los momentos finales de una situación irreversible. Si las Naciones Unidas no desbloqueaban la situación creada a partir de nuestra disposición a presentar una nueva resolución, y dado que Sadam Husein no iba a tomar las medidas que demostraban su voluntad de permitir las inspecciones de la ONU, habría llegado el momento de actuar. La Resolución 1441 y las anteriores votadas en el Consejo de Seguridad nos ofrecían una base suficiente para una intervención en Irak. Ése fue el contenido de la reunión, en un ambiente en el que, como siempre, Bush mantenía un optimismo considerable y yo, por mi parte, intentaba que nos colocáramos siempre en la peor de las situaciones, por previsión y para ahorrarnos posteriores disgustos. Fue una reunión breve, en la que estuvimos acompañados de nuestros respectivos equipos.

Inmediatamente después, comparecimos ante la prensa y trasladamos a la opinión pública internacional nuestra opinión (...). Tal y como hicimos público en la llamada Declaración de la Cumbre del Atlántico, «Durante doce años la comunidad internacional ha tratado de persuadir (a Sadam Husein) de desarmarse y, en consecuencia, evitar un conflicto militar, más recientemente mediante la aprobación unánime de la Resolución 1441. La responsabilidad es suya. Si Sadam Husein rehúsa, incluso ahora, cooperar plenamente con las Naciones Unidas, provocará las graves consecuencias previstas en la Resolución 1441 y las resoluciones anteriores».

Finalmente, cenamos juntos, aunque Blair tuvo que irse antes de terminar. Fue una cena algo más distendida, después de unos momentos muy graves en los que decidimos hacer cumplir la legalidad internacional frente a un régimen que había provocado dos guerras, que había oprimido y masacrado a su propio pueblo y que se negaba a demostrar que no estaba en posesión de armas ilegales y susceptibles de ser utilizadas en actos de terrorismo. España, en esta ocasión, estuvo donde tenía que estar y con los que tenía que estar.

(...) La decisión que allí se adoptó representó una oportunidad para la pacificación y la democratización -palabras en buena medida sinónimas- de Oriente Medio. Asumimos la necesidad de hacer respetar la legalidad internacional y también la de eliminar riesgos. Ésas eran las grandes líneas de la política española en aquellos momentos.

Ya he dicho que la elección de las islas Azores representaba nuestro compromiso atlántico. La elección conllevaba también un mensaje de hondo calado político. España es una gran nación, capaz de grandes esfuerzos y con una historia extraordinaria. Ahora bien, presenta también algunos problemas importantes, que parecen resurgir periódicamente en su historia y que en el momento en que escribo estas líneas han vuelto ha hacerse presentes. Los españoles suelen llegar tarde a sus citas con la Historia. El llegar tarde a las citas con la Historia supone que cuando se intenta solventar los problemas, se interviene tarde y, casi siempre, mal (...).

En las Azores se plasmó un objetivo que ha sido el rumbo de toda mi carrera política: España está por fin donde tiene que estar, con las dos democracias más importantes, y se reconcilia con su naturaleza atlántica. España asume sus responsabilidades, defiende unos valores universales como son la libertad, la democracia y el respeto a la ley, y cumple la que debe ser la ambición de todos los españoles: estar entre los grandes países del mundo.

Desde hacía casi doscientos años, España había estado ausente de la política mundial (...) Muchos españoles acabaron por sentirse cómodos con esta situación de abstención y apartamiento (...) Como ya he dicho en alguna ocasión, España estuvo en las Azores porque no pudo participar en el desembarco de Normandía, que es donde debíamos haber estado (...).

(...) La aportación política que realizó España en las Azores bastó para cambiar la posición de España en el mundo. España era decisiva dada la situación de Estados Unidos en el Consejo de Seguridad. Con aquel gesto lográbamos variar una posición de siglos y situarnos en el centro mismo de la toma de decisiones. También estábamos marcando el camino para otros países, en Europa y América, que luego participaron en la coalición en defensa de la legalidad internacional.

Además de asumir nuestras responsabilidades internacionales, estábamos trabajando por cumplir la ambición de que España volviera a estar entre los grandes países del mundo (...).

Más tarde España se ha retirado de la coalición sellada en las Azores. Ha vuelto a perder la oportunidad de permanecer entre los grandes países del mundo y ha vuelto a fallar a su cita con la Historia. Si se quisiera resumir el cambio ocurrido en un titular periodístico, podría ser el siguiente: «Nosotros colocamos a España entre Estados Unidos y Gran Bretaña y quienes han venido la han colocado entre Castro y Chávez». No sé qué beneficios podrá sacar nuestro país de esta nueva situación. (...)


No hay comentarios:

Publicar un comentario