Rosa Jiménez Cano
25/04/2017
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Invertir porque el equipo es increíble, porque estudiaron en una universidad de renombre o fueron de los primeros empleados de una de las empresas de moda. Quizá porque un dibujo en una servilleta hizo volar la imaginación o porque uno de los fondos de referencia ya entregó su cheque y nadie quiere quedarse fuera de la lotería de un hipotético nuevo unicornio (como se llama en el argot a las startups cuya valoración supera los 1.000 millones de dólares). Los motivos son variados, pero casi siempre encajan con alguno de los enumerados. La fiebre por poner el capital a trabajar hace que en muchas ocasiones se relajen los controles. Juicero es el último escándalo en Silicon Valley, un fiasco que evidencia la voracidad del sistema y los vicios adquiridos.
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