29/9/2018
Bernardo de Miguel
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Bruselas contraataca. Hungría o Polonia bordean los límites democráticos a sabiendas de que resulta casi imposible que la Unión Europea aplique a sus trapicheos autoritarios el máximo castigo previsto en el Tratado europeo porque requiere la unanimidad de los socios comunitarios. Pero la impunidad del primer ministro húngaro, Viktor Orbán, o del polaco, Matheus Morawiecki, toca a su fin. Las instituciones comunitarias ya ensayan, exploran y explotan vías disciplinarias más transitables para demostrar que la vulneración de los derechos fundamentales tiene un precio muy alto en términos financieros, políticos y de prestigio internacional. Seguir leyendo>>
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