06/04/2021 |
El estudio preelectoral del CIS de las autonómicas de Madrid del 4 de mayo coloca a Vox a unas décimas de seguir la misma suerte que Ciudadanos (Cs) y quedarse fuera de la Asamblea de Madrid. Los precedentes en las estimaciones del organismo que dirige el socialista José Luis Tezanos rebajan credibilidad a un barómetro que ha quedado dañado en su reputación por la idea de que está al servicio de los intereses de Moncloa. Pero en el caso de Vox, sí cabe reseñar que en los análisis demoscópicos que manejan en el «cuartel general» del PP ya se habían encendido hace días las alarmas por la posibilidad de que el estancamiento de este partido, y el derrumbe de Ciudadanos, no renten tanto en favor de Isabel Díaz Ayuso como para consolidar la mayoría del bloque de la derecha.
Al contrario, que la penalicen porque sean votos que, al no alcanzar el límite del 5 por ciento que rige en la Asamblea regional, se pierdan para el cómputo global de este bloque frente al de izquierdas.
La pregunta que sobrevuela en Génova es si esta misma coyuntura podría reproducirse a nivel nacional y penalizar también un voto útil a favor del PP, y que han detectado que entraba en una curva ascendente a partir sobre todo de este mes de marzo. Las mociones de censura en Murcia, el choque entre PP y Cs y el clima electoral madrileño, que es una batalla en clave nacional, han influido en esta tendencia. Pero ese voto útil está condicionado por demasiados interrogantes a futuro y por un contexto político madrileño que es muy diferente al que existe en otras comunidades autónomas.
En la dirección nacional del partido apuntan que la «salvación» del Gobierno de Isabel Díaz Ayuso está, paradójicamente, en manos del «factor Abascal». Creen que el perfil de Ayuso hace muy difícil encontrar un «equilibrio» en su discurso y en su imagen pública que ayude a dar aire a Vox, y que ese incentivo equilibrado para el voto a este partido es «imprescindible» para conseguir la suma necesaria en la Asamblea de Madrid. En el equipo nacional señalan, con intencionalidad política no disimulada, que, si no hay equilibrio, y ya parece imposible, el salvavidas de Ayuso es que Vox saque a pasear a Abascal. «Es el único que tiene el tirón emocional necesario para recomponer la situación del partido en Madrid. El líder de Vox es el único que puede tirar frente a Ayuso. En este contexto político, la cosa se gana de cuello para abajo. O Abascal desempolva el caballo y la espada o la noche electoral será de muchos nervios».
La reflexión viene del mismo sitio donde se diseñó el golpe de Casado a Abascal en el Congreso de los Diputados para ganarle la moción de censura que Vox presentó contra el Gobierno de coalición. El mismo Abascal con el que Casado rompió en lo político y en lo personal, en aquel Pleno supuestamente histórico para la relación entre PP y Vox, es ahora el que tiene en sus manos sacar a Vox en Madrid de su aparente letargo, según enfoques demoscópicos, para garantizar que el PP pueda seguir al frente de su principal plataforma de poder autonómico.
El razonamiento que hacen en Génova para confiar en Abascal como el salvador de esta campaña se sostiene en la afirmación de que el equipo de Ayuso y la candidata «no fingen para quitarle voto a Vox, que de ser una estrategia electoral dejaría margen para moderarla o enmendarla a favor de dar un poco de aliento al partido rival en la derecha». «Ayuso no puede cambiar el discurso para que Vox no desaparezca porque ese discurso, y las formas, están en el ADN de todo el equipo de la candidata, de su jefe de campaña, de gabinete, de comunicación. Ocupan tanto el espacio de Vox que intentar disimularlo ahora no sería creíble».
En las cuentas sobre ese voto útil del que depende Casado para llegar a La Moncloa, el estudio de NC Report señala que en la Comunidad de Madrid el 57,5 por ciento del votante de Cs se pasa ahora al PP, así como el 26,5 por ciento del votante de Vox. En una encuesta a nivel nacional de enero de este año, de los votantes de Cs, el 69,4 por ciento afirmaba que votaría una lista conjunta de PP y Cs al Congreso de los Diputados. En ese mismo sondeo, el 97,2 por ciento de los votantes de Vox declaraba que apoyarían puntualmente al PP si con ello se desalojaba al PSOE y UP de La Moncloa.
En el sondeo de NC Report que ayer publicó este diario, el PP es el destinatario del 54,1 por ciento del voto del centro derecha, seguido por Vox, con el 37,3 por ciento, y Cs, con el 8,6 por ciento.
En las elecciones de abril de 2019, el PP sólo controlaba el 39,6 por ciento del voto de las derechas. En los comicios de noviembre de 2019, sumó el 49,2 por ciento. Esta progresión del PP en el control del centro derecha es lo que ha permitido que los partidos de este bloque hayan pasado de 153 a 170 escaños en la expectativa electoral al Congreso.
En la Comunidad de Madrid, el PP cuenta con el 73,9 por ciento del voto de las derechas, cuando hace menos de dos años, en mayo de 2021, sólo recibió el 43,4 por ciento del voto de esta ideología.
Ahora bien, el dilema que tienen que resolver los estrategas del PP radica en hasta dónde les conviene seguir endureciendo su mensaje para entrar de lleno en el nicho del mercado de Vox.
El PP da por certificada la defunción de Cs, sin marcha atrás, pero absorber el centro, sin más esfuerzo que el de aprovechar el declive electoral de los naranjas en un contexto de fuerte polarización, y la huida de sus cuadros para buscar refugio en otras siglas próximas, no tiene nada que ver con el perfil del votante y la elasticidad programática de Vox. Todo el PP puede reivindicar el legado de Cs, pero no el de Vox.
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