04/02/2023 Naiara Galarraga Gortázar |
El último portaaviones de Brasil yace en el fondo del mar tras una odisea alucinante que ha durado seis meses e incluye haber cruzado el Atlántico de ida y vuelta a remolque. Unos 15.000 kilómetros recorrió un navío que se puede resumir en cifras: 265 metros de eslora, 33.000 toneladas de peso y capacidad para transportar 40 aeronaves. Vigilado por una fragata, estaba mar adentro en línea recta frente a Recife (Pernambuco). El mayor buque de la flota brasileña era pura chatarra. Una bomba ambiental con toneladas de amianto y otros componentes tóxicos. Deshacerse de lo que quedaba del portaaviones São Paulo —el casco, la sala de máquinas…— ha sido una auténtica pesadilla para la Marina brasileña. Este viernes por la tarde lo hundió a 350 kilómetros mar adentro, en una zona de más de 5.000 metros de profundidad. Submarinistas militares colocaron los explosivos con los que fue volado en aguas brasileñas, en el linde con aguas internacionales. Seguir leyendo>>
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