sábado, 20 de abril de 2013

La SSPX y EL PAPA PACO


Un grupo ultra tradicionalista católico comienza a criticar al nuevo Papa

PARÍS (Reuters) - Un grupo rebelde católico, situado en el centro de grandes controversias que afectaron a Benedicto XVI, ha comenzado a criticar a su sucesor, el Papa Francisco, por la postura popular que ha adoptado desde su elección el mes pasado.

En una carta a sus partidarios enviada la semana pasada, el jefe de la ultra tradicionalista Sociedad de San Pío X (SSPX) preguntó si el enfoque del nuevo Pontífice hacia servir a la gente pudiera ser sólo "filantropía centrada en el hombre" en vez de un liderazgo verdaderamente religioso.

Las agudas críticas del obispo Bernard Fellay al Vaticano atrajeron la atención durante el papado de Benedicto XVI porque el ahora retirado jefe de la Iglesia Católica quería reintegrar al grupo, que había sido excomulgado.

Francisco, el ex cardenal argentino Jorge Bergoglio, ha inquietado a muchos católicos tradicionalistas al evitar la pompa del Vaticano y presentarse como un humilde servidor de los pobres y mostrar poco interés en volver a tradiciones ancestrales.

En su carta, Fellay instó a Francisco a "no permitir que las almas perezcan debido a que ya no aprenden doctrinas sólidas", en referencia a las visiones ultra tradicionalistas que defiende la SSPX.

"¿Qué bien trae ser devoto de la gente si se le esconde lo que es esencial?", preguntó Fellay, cuyo grupo dice tener 500 sacerdotes y un millón de seguidores en todo el mundo.

Ayudar a los pobres siempre ha sido una preocupación para la Iglesia, afirmó, "pero si se convierte meramente en una filantropía centrada en el hombre, entonces la Iglesia ya no está realizando su misión".
Fellay, que durante mucho tiempo tuvo la esperanza de que Benedicto XVI cediera y reintegrada a su grupo sin condiciones, había evitado comentar públicamente sobre su sucesor, hasta ahora.
Poco después del cónclave, el jefe de la SSPX para Sudamérica, el reverendo Christian Bouchacourt, denunció el estilo simple de Francisco como humillante e indigno para la Iglesia.
/Por Tom Heneghan/

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