miércoles, 1 de mayo de 2013

Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes

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Artes

Colegio Menor de Santa Catalina Mártir o de los Verdes
Desde la calle Libreros cabe observar el Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes.Vista del centro comercial que ocupa hoy el antiguo Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes.
Vista del centro comercial que ocupa hoy el antiguo Colegio de Santa Catalina Mártir o de los Verdes
Nombres tan distintos no pueden ser una casualidad. De hecho, aunque la advocación de Santa Catalina Mártir no requiere otros detalles, entenderá el lector que expliquemos por qué los alcalaínos denominan a este colegio aludiendo a un color como el verde. Pues bien, la razón no es otra que el manto lucido por sus antiguos colegiales, coloreado de una forma tan llamativa como inconfundible.
Si repasamos su cronología, comprobaremos que este Colegio Menor de Santa Catalina Mártir o de los Verdes fue fundado en 1580. La protectora de la institución e impulsora de su puesta en marcha, doña Catalina de Mendoza y Cisneros, tenía una razón familiar para llevar a término un plan semejante, y es que dicha dama era nieta de una sobrina del Cardenal Cisneros. Cierto es que la estirpe no siempre es útil para interpretar este tipo de iniciativas, pero en esta oportunidad puede servir de clave, más o menos eficaz.
Situada no lejos del Colegio Máximo de la Compañía de Jesús, esta edificación acogió a ocho estudiantes de Teología y Cánones. También el número de colegiales puede resultar engañoso, menoscabando la importancia del centro. Muy al contrario, el Colegio Menor de Santa Catalina Mártir fue incrementando su influencia, y con ello también se amplió su matrícula. Es más: gozó de alto aprecio y su pujanza fue muy notable a lo largo de toda su trayectoria, abruptamente interrumpida en 1843, cuando la Desamortización impuso el cierre de este tipo de instituciones.
Esta fijación de jalones académicos puede intuirse en la arquitectura del edificio, o al menos en lo poco que de ella ha subsistido: la fachada original, reubicada en el interior, y la cúpula de la capilla. De lo demás, incluido el patio porticado, se adivinan vestigios más o menos notables. Pero más que en detalles aislados, arruinados por toda una sucesión de contingencias históricas, debemos fijarnos en el conjunto, imaginando de ese modo lo que debió de ser este colegio en su época de mayor actividad. Hoy tan sólo alberga locales de orden comercial y privado.

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