viernes, 28 de junio de 2013

ALCALÁ DE HENARES, ORDO BANAERENSIS Y LOPEZ VIEJO







ALBERTO LOPEZ VIEJO

Ni su boda con una hostelera divorciada se libró de la polémica. Sobre las flores nupciales y los negocios de su mujer también se cernieron sombras. Es ALV, Alberto López Viejo, un chico de Aluche acusado por el juez Baltasar Garzón.




MAYTE ALCARAZ | MADRID
19 de febrero.Un consejero de Esperanza Aguirre, de los pocos que aprecian a Alberto López Viejo, le llama a su móvil y, por primera vez en años, no obtiene respuesta. Lo vuelve a intentar. Y sólo a la tercera tiene éxito: «Tío -la voz era del hoy acusado-, estoy hecho mierda. Ya hablamos, ¿vale?» Sin dejarle replicar, su amigo Alberto colgó el teléfono. Como ha dejado colgada la confianza de Esperanza Aguirre, la dirigente popular que más y con mayor riesgo para su imagen pública ha apostado siempre por él (Álvarez del Manzano lo hizo cuando su estrella aún brillaba).
Hijo de un tendero
Y todo en manos de aquel chico del barrio de Las Águilas, de Aluche, de 41 años recién cumplidos, primogénito del dueño de una tienda de muebles. Pero al «hijo de Fernando», como le llamaban en el barrio, le gustaba mucho el poder y, según un compañero del «clan Becerril», «el ir escalando posiciones le cambió. Desde hace unos años vivía amargado y hacía continuos desplantes a sus colaboradores. Ya no era un seductor. Tan sólo cuidaba a Aguirre».
Es el mayor de dos hermanos y nunca termina Derecho, con gran enfado de Nati, su madre. Pero a lo que sí va derecho es a la política madrileña: primero como concejal de Alcobendas, desde donde se trabaja a conciencia a los populares que, en 1991, le convierten en el diputado regional más joven de la democracia y en dirigente de Nuevas Generaciones, de la mano de Sigfrido Herráez, otro «becerril» de pata negra, sobre el que pesan también sospechas de tratos de favor con Francisco Correa. ALV (algunas anotaciones de los jefes de la «operación Gürtel», en poder de Garzón, usan ese acrónimo) tenía tan sólo 23 años cuando llega a la Asamblea, y «ya era muy ambicioso», alega un ex diputado, que recuerda cómo siempre huyó de otro Alberto, con el que nunca congenió: Gallardón, que lo excluyó de la lista que lo convirtió en presidente regional en 1995 y que, de nuevo, se desharía de él en 2003 cuando desembarcó en el Ayuntamiento.
Pero en 1995 López Viejo ya se ha ganado la confianza del alcalde Manzano y de la concejala Aguirre y es nombrado responsable de los barrios de Carabanchel y Usera. Un alto cargo también apunta a Rajoy como responsable (era coordinador electoral) de que el hoy dimitido consejero entrara en la lista municipal ese año. Como premio a los logros en esos dos distritos, en 1999 se le otorgó un cometido fundamental en una capital: Limpieza. Y allí emprendió una carrera hacia el abismo, a juzgar por el auto de Garzón. «La alegría con la que se gastaba el dinero público era escalofriante», según palabras devastadoras que le dedica uno de sus compañeros en el Gobierno de Manzano, que añade: «Aprendió aquello de los «contratos menores» [procedimiento de trocear adjudicaciones que exime a los gestores públicos de convocar concursos], y fue el final». De aquella época data uno de los «repasos» públicos más demoledores que un interventor del Ayuntamiento haya infligido a un concejal: le censuró el gasto de 38,8 millones de euros y la autorización, sobre la marcha, de créditos extrajudiciales para pagar adjudicaciones de limpieza. El servicio Selur multiplicó sus gastos: con López Viejo aumentó un 160 por ciento su presupuesto. Curioso fue su afán por cuidar el mundo canino. Organizó conferencias «sobre temas de perros» por un millón de pesetas, cantidad que multiplicó por siete en la adquisición de huesos y comederos para esas mascotas. Un amigo suyo rememora el incidente que más le molestó ver negro sobre blanco en los diarios: los trabajadores de Sintel que estaban desmontando el campamento en la Castellana en el verano de 2001, tras permanecer unos meses para protestar por unos despidos, denunciaron que el edil se presentó con una brigada de limpieza y los expulsó con cajas destempladas.
Compras innecesarias
Pero uno de sus escándalos más mediáticos fue el de las presuntas presiones a la empresa Cespa, que gestionaba la limpieza en los distritos, para que comprara muebles en la tienda de su padre (Equipamiento Integral de Oficinas), para su nuevo local de la calle Albarracín. Luego, los enseres adquiridos en el comercio paterno, muchos de ellos innecesarios, quedaron apilados en un almacén. Y la sombra seguía creciendo: en otoño de 2002, los socialistas denunciaron que el polémico edil obligó a varias adjudicatarias a abastecerse de vehículos de limpieza en un concesionario de Toyota, de General Ricardos, propiedad -otra vez- de unos amigos de ALV. Hoy, como legado, el Selur cuenta con una veintena de vehículos de esa firma. Y los empresarios le bautizaron como «el Toyota» por su obsesión por esa marca. Después sería el «chico de Gabana» por su gusto por el local de copas de Madrid donde se divertía el «clan Becerril».

Congenió bien durante esos años con Paco Correa y con «el bigotes» (Álvaro Pérez), dos de los cerebros de la trama de corrupción que ha investigado la Audiencia Nacional, con los que compartió mesa en la boda de Ana Aznar y Agag.

Congenió bien durante esos años con Paco Correa y con «el bigotes» (Álvaro Pérez), dos de los cerebros de la trama de corrupción que ha investigado la Audiencia Nacional, con los que compartió mesa en la boda de Ana Aznar y Agag. Con ellos y con Alfonso Bosch (otro implicado) almorzaba en una arrocería de Hortaleza, de 60 euros el cubierto. Cuando Bosch era un «fontanero» en Moncloa, que organizaba actos para Aznar, su amigo ALV metió también la cabeza en Génova, cuya trastienda llegó a conocer a la perfección.
Pero además de frecuentar ciertas amistades peligrosas, la biografía del «chico de Fernando» dio, con el cambio de siglo, dos piruetas que marcarían su vida: su boda con la empresaria hostelera Teresa Gabarra Balsells y, años después, su desalojo del Ayuntamiento, tras ocho años de servicio, toda vez que Aznar decidió jubilar a Manzano y mandar allí a su enemigo Gallardón, de nuevo convertido en su bestia negra.
Ni su boda escapó al escándalo. Por un lado, la ya citada firma Cespa pagó presuntamente las flores nupciales (200.000 pesetas) en la iglesia de Las Salesas; por otro, su esposa, propietaria con su familia de populares cadenas de restaurantes como «Cañas y Tapas» y «Ribs», fue implicada en el «caso Guateque».
«Ignacio nunca le tragó»
A todo sobrevivió. Y eso que, tras su salida, sus irregularidades en Limpieza salpimentaron las portadas de los periódicos. Él sospechó entonces que Gallardón estaba detrás de la campaña. El alcalde lo negó. Pero cuando amainó el temporal, Aguirre le «consoló» con un estelar sexto puesto en su lista de 2004 y, ya como presidenta, le recompensó con una viceconsejería, en contra de la opinión del todopoderoso Ignacio González. «Nunca le tragó y casi no le dirigía la palabra. Pero la jefa mandaba», asegura un miembro del equipo de Aguirre. Es entonces cuando ALV se convierte en el escenógrafo del palacete de Sol; contrata frecuentemente con Special Events, propiedad de Correa, y con cuatro de sus derivados: Easy Concept, Diseño Asimétrico, Good and Better y Servi Madrid. De hecho, la ceremonia de entrega de la medalla de Madrid a los Príncipes la montó supuestamente Easy Concept, bajo la tapadera de la firma MQM. Y así, al menos, hasta 2007, cuando es definitivamente rehabilitado como titular de la neófita Consejería de Deportes.
Lo que nunca le falló fue su olfato político: con la muerte del futbolista Antonio Puerta, fue el primer gestor que colocó desfibriladores en los polideportivos; medida con la que se ganó a Aguirre, como así en las pistas de pádel. Pero la sospecha de haber cobrado de la trama más de 200.000 euros en sobornos acabó con su cese el 6 de febrero. Aguirre no pudo salvarlo. Dolida por la traición, lo apartó hasta físicamente: ocupa hoy el escaño más apartado de «la jefa» en la bancada popular en la Asamblea.
«¿Que quién es Alberto? Soy un madrileño que nace hace 41 años en Aluche». Así empezaba el blog de ALV. Hace unos días lo clausuró.
HASTA AQUI LA NOTICIA
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