La introducción del salario mínimo divide a los alemanes.
La medida fue la principal condición puesta por los socialdemócratas para formar una gran coalición.
Deutsche Bank, sin embargo, alerta de la pérdida de un millón de empleos.
Juan Gómez
Berlín
1 DIC 2013 - 19:32 CET
Merkel y Sigmar Gabriel, líder del SPD, en octubre en Berlín. / FABRIZIO BENSCH (REUTERS)
Sin perder vista la única mesa ocupada en el restaurante Shanti de la
Oranienstrasse, Aashi Khan dudaba el sábado por la tarde del efecto que
el salario mínimo podría tener en pequeñas empresas como el restaurante
que lo emplea. A él le vendrá bien, porque cobra seis euros por hora,
más propinas, por atender el veterano restaurante indio del barrio de
Kreuzberg en Berlín.
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