jueves, 16 de octubre de 2014

España y PODEMOS

DAVID TRUEBA

Pedradas

Para Pablo Iglesias y Podemos es un chollo ser invitado a laSexta Noche con el asunto de las tarjetas de crédito opacas de Bankia en boca de todos. Estaba cómodo como un vendedor de helados en un abrasador día de playa. Insistió en que sus posiciones no distan demasiado de las de la socialdemocracia hace tres décadas, pero en el combate cuerpo a cuerpo con el ala más histérica de la prensa nacional se enfangaron los ánimos. Es fácil luchar contra la manipulación que lo emparenta con ETA y las mentiras más toscas, como esa de que viaja en primera clase desde Bruselas, pero al retarse a los juzgados Eduardo Inda y él durante el fragor de la noche reproducían la frustración que Artur Mas y Rajoy transmiten cuando no son capaces de articular una salida política distinta a enfrentar a la calle contra los tribunales superiores. Pedradas contra ideas.
Fue Francisco Marhuenda quien adoptó, desde la oposición frontal, un tono respetuoso que sirvió, por una vez, para escuchar algo más que dogmatismos y afrentas. Pablo Iglesias asegura, y lo ha repetido en su gira latinoamericana, que los debates televisivos han sustituido al Parlamento. Puede que sea un análisis cierto, pero elude que los convocados a ese debate lo hacen por designio de los directores de las cadenas y no por decisión popular. Y que ese Parlamento responde, en última instancia, al negocio del espectáculo y no a la voz del pueblo expresada en ese derecho a decidir cierto y habitual que consiste en el recuento del día de las votaciones. Necesitamos la regeneración, pero liderada por los votantes.
Una frase de Pablo Iglesias fue destacada en esos titulares que jalonan ahora toda entrevista de tele resumiendo la esencia de lo que escuchamos. Decía así: “Cuando nosotros gobernemos no habrá futbolistas que no paguen impuestos”. Suena bien, pero a día de hoy Messi va a ser juzgado por delito fiscal y la directiva del Barcelona ha de arreglar con Hacienda el fichaje de Neymar y sus despieces mercantiles fraudulentos. Es decir, las leyes y las instituciones españolas están diseñadas de manera correcta; faltan recursos y personas al mando elegidas por su capacidad y honestidad. Las limitaciones de la democracia residen en las personas, no en las instituciones.

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