La zorra siempre es ella, señor Monago. Evidentemente.
Él es el que no ha podido justificar qué hizo en Canarias en esos 32 viajes pagados con dinero de todos. Pero a la que están vapuleando en las redes sociales es a ella.
La que no tenía pareja era ella. Pero eso no importa.
El que no ha podido justificar que no se gastó dinero de todos para volar a verla cada dos semanas es él. Pero eso no importa. La zorra es ella.
El que viajó en clase business treinta y dos veces -32- para, presuntamente también, desahogar sus impulsos amorosos era él. Pero la puta sigue siendo ella.
Él es el que, apenas tres días antes de estallar el escándalo, dijo que era partidario de la "suspensión automática de militancia a todos los afectados por cualquier caso de corrupción", y que después de "pedir perdón" es necesario actuar "con contundencia" para evitar que se repitan estos delitos.
Él es el que no ha podido justificar aún qué hizo en Canarias en esos 32 viajes pagados con dinero de todos.
Él es el que asegura que pagó esos viajes de su bolsillo, cuando las facturas, de más de 10.000 euros, corrieron presuntamente a cargo del Senado. Es decir, de todos ustedes.
Él es el que acaba de ver dimitir, acusado de exactamente lo mismo –y con la misma mujer- a un diputado del PP por Teruel que es la actual pareja de la presunta ex novia de Monago.
Él es el que no se ha cansado de gritar a los cuatro vientos que "las alcantarillas se tienen que limpiar a fondo y lo que no pueden es taparse solo para que no huelan mal".
Él es el que, de nuevo presuntamente, ha abusado de la confianza de un sistema que permite que todos los diputados y senadores viajen por España a su antojo sin justificar que sea por causas de trabajo (por cierto, la nueva Ley de Transparencia tampoco arrojará luz sobre esos viajes: seguiremos sin saber los destinos que todos les pagamos a sus señorías; ni siquiera tendremos derecho a conocer cuánto se ha gastado cada uno a costa de nuestros bolsillos).
Él es el que ha llorado mientras su partido en pleno le jaleaba con devoción. "Presidente, presidente, presidente", horas después de estallar el escándalo.
Él es el que ha culpado de su “mal” a una surrealista y oscura conspiración en la que están compinchados los independentistas catalanes con los corruptos que florecen como champiñones.
Él es el que ha dicho que, atacándole, se ataca a toda Extremadura (¿no dijo lo mismo Pujol de Cataluña?).
Pero claro, la puta, siempre, será ella. Y, si no, echen un vistazo a las redes sociales.
El que viajó en clase business treinta y dos veces -32- para, presuntamente también, desahogar sus impulsos amorosos era él. Pero la puta sigue siendo ella.
Él es el que, apenas tres días antes de estallar el escándalo, dijo que era partidario de la "suspensión automática de militancia a todos los afectados por cualquier caso de corrupción", y que después de "pedir perdón" es necesario actuar "con contundencia" para evitar que se repitan estos delitos.
Él es el que no ha podido justificar aún qué hizo en Canarias en esos 32 viajes pagados con dinero de todos.
Él es el que asegura que pagó esos viajes de su bolsillo, cuando las facturas, de más de 10.000 euros, corrieron presuntamente a cargo del Senado. Es decir, de todos ustedes.
Él es el que acaba de ver dimitir, acusado de exactamente lo mismo –y con la misma mujer- a un diputado del PP por Teruel que es la actual pareja de la presunta ex novia de Monago.
Él es el que no se ha cansado de gritar a los cuatro vientos que "las alcantarillas se tienen que limpiar a fondo y lo que no pueden es taparse solo para que no huelan mal".
Él es el que, de nuevo presuntamente, ha abusado de la confianza de un sistema que permite que todos los diputados y senadores viajen por España a su antojo sin justificar que sea por causas de trabajo (por cierto, la nueva Ley de Transparencia tampoco arrojará luz sobre esos viajes: seguiremos sin saber los destinos que todos les pagamos a sus señorías; ni siquiera tendremos derecho a conocer cuánto se ha gastado cada uno a costa de nuestros bolsillos).
Él es el que ha culpado de su “mal” a una surrealista y oscura conspiración en la que están compinchados los independentistas catalanes con los corruptos que florecen como champiñones.
Él es el que ha dicho que, atacándole, se ataca a toda Extremadura (¿no dijo lo mismo Pujol de Cataluña?).
Pero claro, la puta, siempre, será ella. Y, si no, echen un vistazo a las redes sociales.
Y, por cierto, para que quede claro, me da igual lo que hagan los Monagos del mundo en su vida privada. Pero, si lo pagan con dinero público, es decir, con su dinero y con mi dinero, ya sí que es asunto de todos.
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