domingo, 11 de enero de 2015

ALCALÁ DE HENARES Y SUSO DE PODEMOS: ¿UN PRESUNTO "GOLIARDO" METIDO A POLÍTICO?

Una imagen del siglo XI-XIII de “Carmina Burana”, una colección de canciones de amor de goliardos y vagabundos de la Abadía de Benediktbeuern.
El término goliardo se utilizó durante la Edad Media para referirse a cierto tipo de clérigos vagabundos y a los estudiantes pobres pícaros que proliferaron en Europa con el auge de la vida urbana y el surgimiento de las universidades en el siglo XIII. La mayor parte de ellos estudiaron en las universidades de FranciaAlemaniaItalia eInglaterra. No obstante, la figura del goliardo puede rastrearse hasta épocas muy anteriores. Ya en el siglo IV, el concilio de Nicea condenaba a un cierto tipo de clérigos de vida licenciosa que podrían equipararse al goliardo (Vagans). En la Regla benedictina y en otros textos canónicos posteriores se vuelve a mencionar a la figura del clérigo vagabundo y ocioso.
PIDO LA PALABRA POR ALUSIONES
Escrito por Juan Antonio Camargo*
Tres eran tres las hijas de Elena, tres eran tres y ninguna era buena.
Nos referimos presuntamente y concretamente a Brianda Yañez y a sus amiguitas del alma y  presuntas autoras materiales de una auténtica conjuración de Catilina en versión complutense. 
En efecto la tradición antigua, especialmente Tito Livio y Apiano, ligan estrechamente el retorno de Pompeyo de Asia y la conjuración de Catilina. Este, perteneciente a la familia de los Sergios (nobles, pero empobrecidos), había sido partidario de Sila e inició su carrera siendo cuestor en el 78, edil en el 71, pretor y propretor en África (68 y 67-66). En el 65 a.C. presentó su candidatura al consulado pero, ya fuese por vicio de procedimiento o por la acusación de Clodio de malversación de fondos en la provincia de África, Catilina y el otro aspirante al consulado fueron sustituidos por dos cónsules optimates. Esta acusación le impidió presentarse a las elecciones del 64 a.C. y del 63 a.C., año en el que accedió al consulado Cicerón. La conjuración de Catilina -si bien no se conocen los términos exactos de la misma puesto que los testimonios de la acusación son, por una parte, muy exagerados y, por otra, omiten algunos datos- evidencia la falsa dicotomía entre optimates y populares y la amplitud y relajación de los modos en que se luchaba por el poder. El propio Catilina, antes silano, decidió incluir en su programa al consulado leyes agrarias en favor de los desheredados, condonación de las deudas... Pero, al no lograr acceder al cargo, perpetró un complot cuyos objetivos parece que eran asesinar a los dos cónsules en ejercicio y constituirse en dictador. Antes del 64 a.C. había mantenido estrechos vínculos con los optimates y había sido absuelto en el proceso por malversación gracias a César, que presidía el jurado. La mayoría de los implicados en la conjura presentan rasgos de frustración personal o política que, en esencia, parecen constituir el auténtico vínculo, más que la defensa de ningún tipo de programa común. Así, el propio Craso, que sufragó las campañas electorales de Catilina y parece que estuvo implicado a medias en la misma. Su complejo de inferioridad por el poder de Pompeyo y su falta de éxito en algunas de sus iniciativas políticas, tales como sus proyectos -siendo censor en el 66- para dar la ciudadanía a las comunidades de la Galia Cisalpina o para explotar el testamento del rey de Egipto que dejó su país a Roma, fueron frustrados por su colega Q. Catulo. Sin duda su resentimiento pudo decidir, en un primer momento, su apoyo a Catilina. También estuvo implicado en la conjura C. Antonio Hybrida, de familia ilustre, antiguo silano y, al igual que Catilina, con dificultades económicas, aun cuando fuera colega de Cicerón en el consulado en el 63.Endeudados y ambiciosos eran también los nobles que le rodeaban: M. Calpurnio Bestia, tribuno al que se había encargado iniciar los disturbios en Roma, incendiando la ciudad e invadiendo el Senado. Léntulo, que había intentado concluir un trato con los alóbroges a fin de poder invadir la ciudad, si bien éstos descubrieron los planes a su patrono romano, Q. Fabio Santa. César mantuvo una posición más independiente. En el 63 a.C. la acción de los populares le había hecho alcanzar el pontificado máximo y, si bien parece que inicialmente apoyó a Catilina, nada pudo probarse al respecto. Por último, el ejército reclutado por Catilina se componía tanto de campesinos arruinados por las expropiaciones de Sila, como de los propios colonos silanos oprimidos por las deudas y bajo amenaza de verse reducidos a la esclavitud. Catón el Joven, líder de la nobilitas senatorial, y Cicerón fueron quienes dirigieron la acción contra Catilina. Desvelados sus planes por Cicerón ante el Senado, Catilina huyó. Sus partidarios en Roma fueron descubiertos y encarcelados y, poco después, en Pistoia, Catilina se suicidó tras la derrota de su ejército. Había sido su antiguo alumno, Antonio, el encargado de dirigir el ejército contra él. Sus inmediatos seguidores fueron condenados a muerte y sólo César pronunció un discurso instando a que los conspiradores fuesen juzgados. Si bien inútilmente, puesto que fueron ejecutados sin juicio. El fin de la conspiración de Catilina llevó a Cicerón a la cúspide de su carrera política. Durante este breve tiempo fue aclamado como el salvador de Roma y, probablemente, llegó a creer que había conseguido la anhelada concordia ordinum. Ciertamente, el Senado había salido fortalecido de todo este proceso y habían emergido nuevas figuras políticas como Catón el Joven, que había logrado convencer al Senado de que encarnaba la vieja moralidad republicana. César, por su parte, se iba convirtiendo en inspirador de los populares, aunque como señala Syme, era consciente de que manteniendo su independencia aumentaba su precio. Cicerón, durante su consulado, había adoptado diversas disposiciones importantes que reforzaban la autoridad del Senado. Una de ellas era que los decretos del Senado tuvieran fuerza de ley, sin intervención de los comicios y que si un poder igual o superior se impusiera, los senado-consultos quedaban registrados.

SÁBADO, 19 DE DICIEMBRE DE 2009


Hallazgo arqueológico de las tres hijas de Elena

Han sido hallados en la Alpujarra los restos de las tres famosas hijas de Elena, que despejan las dudas de por qué no eran buenas. 
Tres eran tres las hijas de Elena, tres eran tres y ninguna era buena. ¿Por qué? Muy sencillo: eran las tres unas hetairas, barraganas, milongueras; es decir prostitutas. Esa es la conclusión a la que han llegado los todavía perplejos arqueólogos andaluces. En el fondo del barranco de Porqueira, en el corazón de la Alpujarra granadina, tres grandes toneles de vino quedaron a la vista tras los desprendimientos de tierra ocasionados por las fuertes lluvias de los últimos días. Dentro se encontraron los restos de tres mujeres jóvenes de edades comprendidas entre los 26 y los 22 años que vivieron en el reino de Granada antes de 1560, tras la conquista de la ciudad por los RRCC. 
Según un romance anónimo local, la famosa Elena era Elena de Mendoza, viuda del empobrecido hidalgo castellano y cristiano viejo, Don Fermín de Mendoza, muerto en una escaramuza contra los moros en las proximidades de Morón de la Frontera. Al enviudar, Elena no tenía donde caerse muerta y se llegó a Granada atraída por la promesa real de casa gratuita y pensión vitalicia a los cristianos que se instalarán en la ciudad. Pero sólo obtuvo una casucha en el Albaicín y ninguna renta, dado lo cual convirtió su casa en un discreto burdel en el que trabajaban sus tres “hijas”: Julia, Paloma Elena, una rubia, otra castaña y otra morena, a las que presentaba a sus clientes como cristianas vírgenes de buenas familias. 

Sin embargo, los restos hallados contradicen estas afirmaciones: los afeites, alhajas y perfumes encontrados con los cadáveres eran típicos de las moras. Y algunas prendas llevan bordadas las letras A, F y M, iniciales de Axa, Fátima Marién, famosas cortesanas de la corte nazarí. Además, en sus diminutos bolsitos, dentro de un pañuelito con Kohl, se encontraron profilácticos de tripa de cordero, no de cerdo, como sería habitual en los condones cristianos. Al ser mujeres de mala vida, no es de extrañar que las tres hijas de Elena, ninguna fuera buena... excepto en la cama. No se sabe si la causa de su muerte fue un crimen pasional, xenófobo o cayeron en las cubas como consecuencia de una estupenda melopeade la que ya no despertaron. 


El gran misterio es saber cómo llegaron hasta el fondo del barranco desde su burdel, a unos 60 km de la capital. Quizá los asesinos aprovecharon las revueltasde La Alpujarra para enmascarar su crimen perfecto que finalmente ha salido a la luz. De Elena nunca más se supo. 

Fuente: Farming News

Yendo al grano y entrando en materia política en clave local, se ve que la mano del Clan de los Bartolos y, especialmente la larga mano de Bartolo el Viejo, que controla casi todas las redacciones de la prensa local y del corredor del Henares estaría detrás de las dos pseudo entrevistas en la prensa concertada del digital Diario de Alcalá y del semanario de papel Puerta de Madrid, esta última al Suso, el flamante secretario general de Podemos y la anterior en el digital Diario de Alcalá a un ectoplasmático y fantasmal portavoz del Círculo Podemos de Alcalá de Henares. Con perdón por el atrevimiento político pero el caso es que Los Verdes del Corredor del Henares-LVCM nos eregimos en guardianes de la ortodoxia de Claro que Podemos y en los fieles aliados de Maitane frente a presuntas dinamiter@s políticas como Brianda Yañez, entre otr@s y presuntamente claro.
Continuará...........

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