Macarena Vidal
13/05/2017
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Como si no hubieran pasado más de mil años. Entonces los mercaderes anunciaban a viva voz especias, seda, caballos alazanes dignos de un emperador. Hoy, los gritos de los comerciantes proponen fideos, pinchos de cordero, enormes panes redondos, frutos secos, sedas y baratijas. En las callejuelas del barrio musulmán en el centro de Xi’an, el bullicio hoy día es similar al que debía escucharse en sus mercados en el siglo IX, cuando esta ciudad, entonces capital china, era uno de los extremos de la Ruta de la Seda que comunicaba Oriente y Occidente. Leer más>>
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