Leonardo Boff
10/9/2017
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Brasil está atado con cuatro nudos gordianos que nadie ha conseguido todavía desatar, para liberarlo de forma que pueda construirse como país soberano y libre.
El nudo gordiano procede de una leyenda de la más lejana provincia romana, Frigia, adonde eran condenados los políticos corruptos y, en la era cristiana, los herejes. Era una especie de Siberia, lugar de castigo de los opositores o de los defensores de doctrinas heterodoxas.
La leyenda dice que habiendo quedado vacante el trono, fue escogido como rey un campesino de nombre Gordio. Vino con su carro de bueyes y, para honrar a Zeus y mostrar la humildad de su origen, metió la carreta dentro del templo y la amarró con una cuerda gruesa con muchos nudos, de suerte que nadie podía desatarla. Y quedó así por mucho tiempo hasta que en el año 334 a.C. pasó por allí Alejandro, el Grande. Curioso, fue a ver los nudos. Dio vueltas alrededor. No se sintió rehén de los nudos de la cuerda. Tuvo una iluminación. Desenvainó la espada y de un golpe cortó la cuerda. De ahí se derivó la conclusión de que una idea alejada de los marcos convencionales –los nudos– puede fácilmente resolver el problema. Seguir leyendo>>
La leyenda dice que habiendo quedado vacante el trono, fue escogido como rey un campesino de nombre Gordio. Vino con su carro de bueyes y, para honrar a Zeus y mostrar la humildad de su origen, metió la carreta dentro del templo y la amarró con una cuerda gruesa con muchos nudos, de suerte que nadie podía desatarla. Y quedó así por mucho tiempo hasta que en el año 334 a.C. pasó por allí Alejandro, el Grande. Curioso, fue a ver los nudos. Dio vueltas alrededor. No se sintió rehén de los nudos de la cuerda. Tuvo una iluminación. Desenvainó la espada y de un golpe cortó la cuerda. De ahí se derivó la conclusión de que una idea alejada de los marcos convencionales –los nudos– puede fácilmente resolver el problema. Seguir leyendo>>
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