20/04/2021 |
DOMINIO PÚBLICO
Doce hombres sin piedad."Estamos todos arruinados; hacemos esto para salvar el fútbol". Así justificaba Florentino Pérez la creación de la denominada Superliga, una competición al margen de la Champions League desarrollada y liderada por doce de los clubes más ricos de Inglaterra, España e Italia, que, durante la temporada 2019/2020 ingresaron alrededor de 5.500 millones de euros. "No puede ser que en La Liga ganen dinero los clubes modestos y el Barcelona pierda. O que en Inglaterra los seis equipos de la Superliga pierdan e igual los otros 14 ganan", afirmó, como si fueran los más ricos los únicos clubes que tuvieran derecho a obtener beneficios.
En la misma línea, Florentino Pérez aseveró que hay "muchos partidos de escasa calidad y ellos [los jóvenes] se van a otras plataformas. Lo que es atractivo es que juguemos los grandes (...). Nos toca contra equipos modestos que no tienen atractivo". Atractivo, ¿para quién? Florentino responde: "El fútbol es el único deporte global y estos doce clubes tenemos aficionados en todos los lugares (...) ¿Qué es lo que tiene atractivo? Que juguemos entre los grandes, en la televisión es lo que se valora más".
Es decir que, para Florentino Pérez, la que hay que tener en cuenta es la opinión de los directivos de las cadenas de televisión y no la de los verdaderos dueños de los clubes, los aficionados y socios del Madrid, del Betis, del Eibar, o del Fuenlabrada.
Uno de los reclamos más comentados de esta entrevista fue el que Florentino Pérez hizo a la UEFA: "Debe ser dialogante y no amenazar. Lo que no puede hacer es insultar [a Agnelli, presidente de la Juventus y vicepresidente de la Superliga]. Lo que ha hecho es impresentable. Yo sé lo que gana Lebron James y no el presidente de la UEFA. Hace falta transparencia".
Transparencia... Florentino Pérez reconoció en 2015 ante el juez de la Audiencia Nacional, Eloy Velasco, haber pagado 300.000 euros a Alejandro de Pedro –presunto ‘conseguidor’ de la trama Púnica- para posicionar al Real Madrid en redes sociales de ocho países. ACS, presidida por Pérez, se consolidó a finales de 2019 como la empresa con el mayor importe de sanciones por cártel de la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) para repartirse contratos, cuyo total ascendía a 97,5 millones de euros. A mediados del año pasado se supo que dos directivos de Escal UGS, empresa controlada por ACS, así como la propia empresa serán juzgados por un delito medioambiental relacionado con el `Proyecto Castor’ ya que, según el juez que dictó el auto, en septiembre de 2013 empezaron a inyectar gas en la planta pese a que ser "conscientes de la potencial peligrosidad sísmica que su actividad podría acarrear".
El condenado a muerte
Es importante no olvidar que estos 12 apóstoles del negocio lanzaron la propuesta sin consultar ni a los jugadores ni a los hinchas. Por si quedaba alguna duda sobre esto, Jürgen Klopp, entrenador del Liverpool, lo confirmó el pasado lunes: "Teníamos algunas informaciones, pero no muchas más, sinceramente, de lo que se podía leer en los periódicos (...). La gente no está contenta y puedo entenderlo, pero no tengo mucho más que decir, porque no fuimos consultados durante el proceso, ni los jugadores ni yo".
Es cierto que hay que mejorar el fútbol para hacerlo más atractivo. Por ejemplo, podrían empezar por invertir su tiempo y su dinero en que los equipos jugaran mejor, algo que cada vez es más complicado si hay partidos cada dos días. Han sido muchos los jugadores y los entrenadores que se han quejado de que la acumulación de torneos y competiciones, nacionales e internacionales, los está dejando agotados y está aumentando el riesgo de que se lesionen, además de que los entrenadores no pueden trabajar en mejorar en el funcionamiento de sus equipos porque solo tienen tiempo para recuperarse entre partidos. Y también habría que empeñarse en impedir, de alguna manera, que los clubes ricos no desmantelaran a los modestos comprándoles sus mejores jugadores, o sea debilitándolos, para que cualquiera pudiera ganar un torneo, lo que, sin ninguna duda, devolvería el atractivo a las cada vez previsibles competiciones. Los grandes son cada vez más fuertes y los chicos más débiles. Cualquier similitud con lo que ocurre en la sociedad, no es en absoluto coincidencia.
Para tener una idea del daño que este atraco programado por los más ricos le hará al fútbol mismo, bastaría con reproducir las múltiples declaraciones de jugadores, exjugadores, entrenadores y exentrenadores. Por ejemplo, hace ya algunos meses, el mediocampista del Real Madrid, Toni Kroos, dijo: "¿Superliga?... Sería un buen momento para dejarlo". Cuando se confirmó la noticia, el español Ander Herrera, ahora en el PSG, publicó en sus redes sociales: "Amo el fútbol y no puedo quedarme callado ante esto (...). Creo en una Champions League mejorada, pero no en que los ricos roben lo que el pueblo creó, que no es otra cosa que el deporte más bonito del planeta". Rudi Völler ex delantero alemán afirmó que esta propuesta de la Superliga "es un crimen contra el fútbol". Y más o o menos lo mismo opinaron Mesut Ozil, Gary Neville, Gary Lineker, Alex Ferguson, Joao Cancelo, del Manchester City, Bruno Fernándes del Manchester United...
Tampoco los hinchas se quedaron callados. En España, por ejemplo, algunos aficionados del Barcelona han colgado una pancarta en la que puede leerse: "El FC Barcelona es nuestra vida, no vuestro juguete. ¡Superliga, no!". Por su parte, Asociaciones Unidas (la federación española de peñas de fútbol) ha emitido un comunicado en el que denuncian que la Superliga "atenta contra los valores más esenciales del fútbol. Es aberrante lo que quieren hacer algunos clubes. Se dejarían de lado los méritos deportivos, los sacrificios y los sentimientos de millones de aficionados en pro del egoísmo e insolidaridad de algunos equipos". Los aficionados de los seis clubes ingleses que integrarían esta Superliga han publicado también otro comunicado conjunto en el que dicen estar unidos en su oposición hacia la decisión que tomaron sus clubes y que continuarán "haciendo todo lo que podamos colectivamente para detener estos planes".
Y es que la realidad es que a los grandes empresarios del fútbol no les interesa el fútbol, solo el dinero. Y tampoco les interesa la democracia. O, mejor dicho, para ellos la democracia consiste en hacer lo que les da la gana, porque entienden que el ser muy millonarios les da el derecho de decidir por los demás. Solo con la resistencia de los hinchas y la oposición de los jugadores y entrenadores se podrá detener este nuevo atropello del negocio.
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