France 24 26/09/2021 |
Este sábado, un residente de Herat, Mohammad Nazir, contó que se encontraba comprando comida cerca de la plaza central de la ciudad, cuando escuchó por megafonía un anuncio para la población.
"Cuando me acerqué, vi que habían traído un cuerpo en una camioneta –detalló a la agencia de noticias Reuters–. Luego lo colgaron en una grúa".
Las imágenes del cadáver ensangrentado, balanceándose de la grúa con un cartel en el pecho en el que se leía 'Quien lleve a cabo un secuestro correrá la misma suerte', fueron ampliamente compartidas en las redes sociales.
Los talibanes no solo llevaron este cadáver hasta Herat, sino tres más, ejecutados por "secuestradores". Los otros cuerpos, sin embargo, fueron expuestos al público en diferentes zonas de la urbe afgana, según Wazir Ahmad, propietario de una farmacia cercana.
Un castigo extremo destinado a servir de ejemplo
Sher Ahmad Ammar, vicegobernador de Herat, explicó que las fuerzas de seguridad fueron informadas acerca del secuestro de un empresario y su hijo, en la mañana de este sábado 25 de septiembre.
La policía decidió entonces cerrar las carreteras de salida de la ciudad. Los talibanes lograron detener así a los hombres en un puesto de control, en el que "se produjo un intercambio de disparos".
"Después de unos minutos de lucha, uno de nuestros muyahidines (talibanes) resultó herido y los cuatro secuestradores murieron", declaró el oficial en un vídeo enviado a la agencia francesa AFP.
"Somos el Emirato Islámico. Nadie debe dañar a nuestra nación. Nadie debe secuestrar", sentenció en su alocución.
Un acto que deja poco margen a los derechos
Desde que el grupo fundamentalista se tomó la capital afgana, Kabul, y se hizo con el control total del país el pasado 15 de agosto, el mundo ha estado pendiente de la creación del Gobierno talibán, con temor de ver la misma represión y violencia de la década de los 90.
Sus prácticas, como la lapidación pública y la amputación de manos a supuestos delincuentes –algunas de las cuales tuvieron lugar en el pasado ante grandes multitudes en estadios–, provocaron entonces la indignación de la comunidad internacional.
El movimiento no ha confirmado por completo si seguirá la misma línea de acción, pero el de este sábado es su primer castigo destacado y hace temer una falta de respeto a los derechos humanos.
De hecho, esta semana el mulá Nooruddin Turabi, un alto funcionario y principal ejecutor del régimen de los años 90, declaró que el grupo volvería seguramente a llevar a cabo castigos corporales, aunque quizás no en público.
"Todo el mundo nos criticó por los castigos en los estadios, pero nosotros nunca hemos dicho nada sobre sus leyes y sus castigos (...) Cortar las manos es muy necesario para la seguridad", declaró Turabi.
"Nadie nos dirá cuáles deben ser nuestras leyes. Seguiremos el Islam y fundaremos nuestras leyes sobre el Corán", sentenció.
Washington, que condenó acto seguido los comentarios del mulá, ha declarado que cualquier posible reconocimiento del gobierno estadounidense dirigido a los talibanes -–reconocimiento tan anhelado por los nuevos líderes de Afganistán– dependerá del respeto de los derechos humanos.
Así, la Administración del presidente Joe Biden señaló este viernes 24 de septiembre que su país no tolerará ver un Emirato talibán con los métodos pasados.
"Condenamos en los términos más enérgicos las informaciones sobre el restablecimiento de las amputaciones y las ejecuciones (...) Los actos a los que se refieren los talibanes constituyen claros y graves abusos a los derechos humanos, y nos mantenemos firmes con la comunidad internacional para que los autores de cualquier abuso de este tipo rindan cuentas", expresó el portavoz del Departamento de Estado, Ned Price.
Con Reuters, AP y AFP
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