sábado, 9 de octubre de 2021

Alemania después de Merkel: el destino de un hegemón demediado.

Público
08/10/2021
Manolo
Monereo
El final de etapa de la canciller plantea nuevos escenarios para una Alemania en búsqueda de su propio rumbo histórico.
“La tecnología rusa y el capital alemán, junto a los recursos naturales rusos y la mano de obra rusa, representan la única combinación que durante siglos asusta a los Estados Unidos de Norteamérica”. George Friedman. Mayo de 2018.
Los balances parecen seguir un estilo preestablecido. Así está ocurriendo con la señora Merkel. Es como un juego de pesas: a un lado, lo bueno; al otro lado, lo malo; errores y aciertos. Se habla de dos Merkel, la campeona de la austeridad y la heroica europeísta de los fondos de recuperación y de su apuesta por los refugiados sirios. La fiel aliada de EEUU y la que hace concesiones excesivas a Putin. La canciller de las crisis y de las alianzas más o menos opacas. En definitiva, una gran dirigente que se va y que abre un vacío en la potencia-guía, en el hegemón de la Unión Europea. Lugares comunes convertidos en opinión dominante.

Alemania, es bueno tomar tierra, no es un Estado soberano, sigue ocupada militarmente y nuclearizada por los EEUU. No es este el lugar para hacer un análisis pormenorizado de esta presencia; baste indicar que se trata de algo más 200 instalaciones militares y de un conjunto de bases entre las que sobresale la de Ramstein, Cuartel General de las Fuerzas Aéreas de los EEUU en Europa. Ahora que se habla tanto de la “autonomía estratégica” de la UE, habría que decir que esta determínate ocupación territorial no solo no disminuye, sino que se incrementa, con o sin el paraguas de la OTAN. En la “división del trabajo estratégico” definida por los EEUU a la OTAN le cabe la honrosa tarea de contener al viejo y nuevo enemigo ruso. Como ha demostrado el reciente acuerdo de los EEUU con Australia y el Reino Unido, el teatro de operaciones decisivo está en el Indo-Pacifico, Europa es ya secundaria y los aliados seguros son los anglosajones. Francia (y su industria militar) ya lo saben.

Se suele discutir mucho sobre las relaciones de la UE con EEUU y, casi siempre, al margen de algo tan decisivo como la OTAN. Conviene insistir, la Organización del Tratado del Atlántico Norte es una alianza político-estratégica organizada militarmente. La política exterior y de seguridad de cada uno de los Estados está determinada por la pertenencia a la Alianza, así como gran parte de la estructura, composición y cultura estratégica de sus fuerzas armadas. La UE ha hecho del llamado vínculo atlántico el centro de su política exterior que, como es natural, determina su posición como actor internacional más allá de las grandes declaraciones. Tampoco en esto hay que engañarse: las clases dirigentes de los Estados, el núcleo del poder que se referencia en la UE considera que esta Alianza es algo vital para su futuro y nadie -insisto, nadie- la cuestiona en tanto que tal, especialmente la República Federal Alemana. La UE y la OTAN son -hoy tanto como ayer- dos caras de un mismo proyecto.

El país que deja Merkel es el Estado hegemónico en la UE; es decir, ha conseguido convertir sus reglas e intereses socio políticos en los ejes vertebradores de los Tratados de la Unión. Maastricht y el euro fueron la parte más visible de la estrategia de un conjunto de Estados encabezados por Francia con el objetivo de controlar a una Alemania unificada. La respuesta de esta fue clara: Unión Europea sí, pero bajo las reglas socio-económicas alemanas. El núcleo de estas normas es el ordoliberalismo y eso que tanto le gustaba a la socialdemocracia española de la “economía social de mercado”. Seguir leyendo>
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