03/10/2021 Rebeca Gimeno |
Jaime Gómez-Obregón ha fiscalizado los datos de contratos menores de Cantabria y ha encontrado muchos ligados a políticos.
Este ingeniero pelea ahora para que se liberen los datos del Registro Mercantil y la ciudadanía pueda tener acceso a ellos y analizar qué está pasando.
Una parte de esta historia comenzó con el mensaje de un bot. A las 9.15 de la mañana del 8 de mayo de 2020, un robot programado para leer el Boletín Oficial de Cantabria publicó un tuit que sorprendió a su propio padre: Jaime Gómez-Obregón (Santander, 1981).
Hablaba de una donación de 200.000 euros al gobierno regional desde una empresa con sede en Edimburgo. (Era una sociedad pantalla, pero en ese momento no se sabía). Todavía desde la cama mirando el móvil este ingeniero de telecomunicaciones acudió a Twitter para preguntar si alguien sabía algo.
Nadie en Cantabria había oído hablar nunca de Dunoon Investment Trading. Gómez-Obregón tenía 1.000 seguidores en Twitter en ese momento, pero su pregunta llegó hasta el mismo presidente Miguel Ángel Revilla: tampoco sabía nada de la donación. “Si parece que no hay nadie leyendo el boletín oficial, ¿hay alguien mirando los datos del portal de transparencia sobre contratación pública?”, pensó este hacker bueno (por si hace falta aclararlo).
Y así es como terminó fiscalizando como nunca nadie lo había hecho los contratos de cantidades más pequeñas (‘contratos menores’, se llaman) que adjudica el Gobierno de Cantabria desde 2017. Lo hizo porque lleva años “trasteando con datos” pero sobre todo porque algo le llamó muchísimo la atención.
“Me di cuenta de que alguien se había tomado muchas molestias en publicar los datos de manera poco accesible”, explica al otro lado del teléfono. “Pensé: estamos confinados, voy a ponerme con algo que me divierta”. Por aquél entonces había decidido abandonar sus cargos en la empresa tecnológica que había fundado nada más terminar la carrera.
Hablar con Gómez-Obregón es como subirse a una montaña rusa: se pasa de la estupefacción al divertimento. Porque mientras cuenta cómo consiguió acceder a los 25.766 contratos programando un robot, también narra los días que pasó aislado en un pueblo de 80 habitantes “con las vacas” o suelta frases como: “ya no sé si voy o vengo” o “me parece ignominioso, como diría Rambo”. El hacker es un tipo con mucho sentido del humor y este hilo viral en Twitter es un buen ejemplo de ello.
Este ingeniero pelea ahora para que se liberen los datos del Registro Mercantil y la ciudadanía pueda tener acceso a ellos y analizar qué está pasando.
Una parte de esta historia comenzó con el mensaje de un bot. A las 9.15 de la mañana del 8 de mayo de 2020, un robot programado para leer el Boletín Oficial de Cantabria publicó un tuit que sorprendió a su propio padre: Jaime Gómez-Obregón (Santander, 1981).
Hablaba de una donación de 200.000 euros al gobierno regional desde una empresa con sede en Edimburgo. (Era una sociedad pantalla, pero en ese momento no se sabía). Todavía desde la cama mirando el móvil este ingeniero de telecomunicaciones acudió a Twitter para preguntar si alguien sabía algo.
Nadie en Cantabria había oído hablar nunca de Dunoon Investment Trading. Gómez-Obregón tenía 1.000 seguidores en Twitter en ese momento, pero su pregunta llegó hasta el mismo presidente Miguel Ángel Revilla: tampoco sabía nada de la donación. “Si parece que no hay nadie leyendo el boletín oficial, ¿hay alguien mirando los datos del portal de transparencia sobre contratación pública?”, pensó este hacker bueno (por si hace falta aclararlo).
Y así es como terminó fiscalizando como nunca nadie lo había hecho los contratos de cantidades más pequeñas (‘contratos menores’, se llaman) que adjudica el Gobierno de Cantabria desde 2017. Lo hizo porque lleva años “trasteando con datos” pero sobre todo porque algo le llamó muchísimo la atención.
“Me di cuenta de que alguien se había tomado muchas molestias en publicar los datos de manera poco accesible”, explica al otro lado del teléfono. “Pensé: estamos confinados, voy a ponerme con algo que me divierta”. Por aquél entonces había decidido abandonar sus cargos en la empresa tecnológica que había fundado nada más terminar la carrera.
Hablar con Gómez-Obregón es como subirse a una montaña rusa: se pasa de la estupefacción al divertimento. Porque mientras cuenta cómo consiguió acceder a los 25.766 contratos programando un robot, también narra los días que pasó aislado en un pueblo de 80 habitantes “con las vacas” o suelta frases como: “ya no sé si voy o vengo” o “me parece ignominioso, como diría Rambo”. El hacker es un tipo con mucho sentido del humor y este hilo viral en Twitter es un buen ejemplo de ello.
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