15/11/2022 Javier Taeño |
El fracaso de Rusia está siendo tan grande que incluso si acabara la guerra mañana, las cifras que llegan desde territorio ucraniano entrarían igualmente en los libros de historia. Y es que las tropas rusas han sufrido miles de bajas en estos meses. Tantas, que superan ampliamente a las que hubo en la guerra de Afganistán, un conflicto de una década en el que la Unión Soviética salió muy mal parada
El general estadounidense Mark Milley cifra en 100.000 el número de soldados rusos muertos o heridos en el conflicto hasta ahora. Unos números que mientras que se mantengan los enfrentamientos seguirán aumentando. Las estimaciones del Departamento de Defensa de Estados Unidos apuntaban recientemente a una cifra de 80.000 muertos o heridos.
Cualquiera de ellas supera ampliamente a las bajas que tuvo la URSS en sus 10 años en Afganistán, cuando hubo 13.000 muertos y unos 40.000 heridos. Lo que revelan estos datos es que de extenderse la guerra en Ucrania más tiempo, las cifras pueden aumentar exponencialmente. Es decir, la guerra está yendo mal, pero podría ir mucho peor en el futuro.
Y lo cierto es que el Kremlin no tiene muchas razones para la esperanza. Las lecciones aprendidas de Afganistán así lo demuestran. Hace 30 años, la guerra fallida en el país hoy gobernado por los talibanes ayudó a derribar a la Unión Soviética. Ahora, el fracaso de Putin en suelo ucraniano llena de incertidumbre el futuro de Rusia.
Ambos conflictos comparten una planificación desastrosa y una ejecución fallida. En Afganistán, los soviéticos intentaron un conflicto rápido que sirviera para instalar un liderazgo fuerte en la región y fortalecer sus bases, pero a cambio el país se vio inmerso en una guerra larga y durísima, de la que salieron en 1989 tras firmar unos Acuerdos de Ginebra que no fueron nada ventajosos.
La historia se vuelve a repetir
Ahora la historia se repite. Rusia entra en una guerra creyendo que podrá solventarla rápidamente y no lo logra. Los ucranianos han mostrado una enorme capacidad de resistencia y además tienen la financiación de Estados Unidos y sus aliados. El resultado lo estamos viendo en las últimas semanas, con Ucrania recuperando territorios que estaban en manos de Rusia y las tropas de Putin retrocediendo.
La evolución de la guerra es del todo incierta. Las sanciones que Rusia ha recibido han hecho mucho daño a su economía y la movilización parcial de efectivos ha hecho más consciente a la sociedad de que las cosas no están yendo bien en el campo de batalla.
Sin embargo, Putin está siendo capaz de instrumentalizar el odio hacia Occidente. Una encuesta reciente mostraba que el número de encuestados que tenían una visión positiva sobre Estados Unidos (19%) era inferior a los que la manifestaban sobre Ucrania (23%). Y esta situación podría hacer que evadiera las culpas ante un fracaso en el frente.
Y es que no es lo mismo de cara a la sociedad que Putin haya metido a Rusia en una guerra por sus ansias expansionistas que por defender al país de la intromisión de la OTAN. Con la primera, su futuro político está unido al éxito en la guerra, mientras que con la segunda no.
De momento, el conflicto continúa y el número de bajas sigue aumentando. Mientras tanto, Ucrania continúa recuperando posiciones ante una Rusia que parece no haber aprendido mucho de la mala experiencia en Afganistán.
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