martes, 26 de marzo de 2013

¿QUE ES ESCRACHE?


Escrache

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Saltar a: navegación, búsqueda
Afiche llamando al escrache del denunciado como ex-represor del Proceso de Reorganización Nacional Mario Alfredo Marcote,[1] en Rosario, Argentina.
Escrache es el nombre dado en el Río de la Plata, principalmente Buenos Aires y Montevideo, a un tipo de manifestación en la que un grupo de activistas se dirige al domicilio o lugar de trabajo de alguien a quien se quiere denunciar, se trata por lo tanto de un método de protesta basado en la acción directa. Tiene como fin que los reclamos se hagan conocidos a la opinión pública, pero en ocasiones también es utilizado como una forma de intimidación y acoso público, para lo cual se realizan diversas actividades generalmente violentas[2] [3] [4] . En Chile estas acciones son conocidas como funa. La versión peruana, con una connotación más simbólica, se llamó roche y sus activistas firmaban como el roche. [5] [6] A partir de marzo del 2013 este término se está usando en España para definir las protestas de acción directa de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca.[7] [8]

Índice

 [ocultar

[editar] Concepto

La Academia Argentina de Letras recoge el mismo en su Diccionario del Habla de los Argentinos como una "denuncia popular en contra de personas acusadas de violaciones a los derechos humanos o de corrupción, que se realiza mediante actos tales como sentadas, cánticos o pintadas, frente a su domicilio particular o en lugares públicos".[9]

[editar] Origen del vocablo

El lunfardismo "escracho" es de muy antigua data en el Río de la Plata y ya era mencionado por Benigno B. Lugones en 1879 referido a la estafa que se comete presentando a la persona a quien se quiere engañar un billete de lotería y un extracto en el que el mismo aparece premiado y procurando así que la persona acepte recibirlo pagando un importe menor que el que supuestamente va a recibir como premio.[10] También, posiblemente del genovés "scraccé", como sinónimo de fotografía, especialmente retrato del rostro. De esta segunda acepción pasó a significar cara y, especialmente, cara fea.[11] De allí derivó el verbo escrachar con el significado de retratar y, más recientemente, el de romper la cara.[12] Se han dado varias hipótesis sobre su origen, entre ellas la que lo hace derivar del inglés to scratch que significa raspar (el billete usado en la estafa se raspaba para modificar su número) o del italiano scaracio escupitajo.[13]

La palabra fue utilizada desde 1995 por la agrupación de derechos humanos HIJOS, en la época en que procesados por delitos cometidos durante el Proceso de Reorganización Nacional habían sido puestos en libertad por el indulto concedido por Carlos Menem para denominar las manifestaciones realizadas en las inmediaciones del lugar donde vivía el considerado genocida, y mediante cánticos, música, pintadas, representaciones teatrales, se avisaba a la población vecina que vivían en la cercanía de un criminal.
Sin embargo, este tipo de acción política no se limita a esa clase de hechos sino que puede ser realizada en otros casos pero referidos a delitos comunes como un homicidio, violación, etc.

[editar] Modalidades

  • Teatro callejero en el domicilio (a Leopoldo Galtieri, ex-Presidente de facto argentino).
  • Pintadas con aerosol en acera y frente de domicilio (a Miguel Ángel Espósito, Juan Ojeda, ambos ex-policías).
  • Arrojar huevos al frente de domicilio (a ex-directivos del quebrado Banco Patricios).
  • Colocar pancartas en calles cercanas al domicilio.
  • Parrilla frente al domicilio (a Domingo Felipe Cavallo, ex-Ministro de Economía).
  • Manifestación publica en domicilio y/o lugar de trabajo.
  • Volanteada.

[editar] Fundamentos

Desde la Agrupación HIJOS, sostuvieron que el escrache es utilizado como un método de participación social cuando hay un contexto de impunidad, donde no existe la posibilidad de una condena judicial de personas que han sido demostradas como culpables de delitos de lesa humanidad. Así, "si se ordena el escrache sólo para dar respuesta a la exigencia de justicia, ésta no necesita justificación."[14]
Al respecto la agrupación HIJOS creó el lema: "Si no hay Justicia, hay escrache".[15] Además, dictaminó que lo más importante acerca de los escraches era la condena social de los militares, por lo que realizaban trabajos previos en los barrios de las viviendas a escrachar, dando a conocer la información del escrachado.[16] [17]

[editar] Críticas

Los escraches han recibidos críticas desde distintos sectores.
La agrupación peronista MP 26 que responde al intendente de Paraná, Entre Ríos, en un comunicado hizo suyos los conceptos del periodista santafesino particularmente antiperonista Rogelio Alanis en el sentido de que el escrache:
Es la versión politizada de la patota. La patota y el patotero son dos versiones canallas de la vida cotidiana. El escrache es lo mismo que la patota con la sutil diferencia de que los patoteros en este caso se justifican invocando una razón política. El patotero y el escrachador no son diferentes en lo que importa, es decir en el ejercicio de la violencia alevosa y cobarde. Lo que distingue a uno de otro es la retórica disfrazada de ideología (...) Sin dudas, desde cualquier punto de vista, la actitud cobarde de juntar fuerzas para insultar a alguien en situación de vulnerabilidad, en su hogar, debe ser repudiada (...) El patotero supone que sus acciones no tienen nada que ver con la política; el escrachador se justifica a sí mismo invocando argumentos políticos que transformarían un acto cobarde y miserable en una causa justa. Desde el punto de vista estrictamente político, el escrachador es más peligroso que el patotero porque uno viola el Código Penal mientras el otro viola la convivencia social.[18]
Por su parte el periodista Fabricio Moschettoni señaló que:
Los escraches, provengan de donde sea, son una metodología propia del fascismo que nada tiene que ver con la democracia. El escrache es un método de un autoritarismo atroz, despiadado y repleto de violencia" agregando que "esta metodología era propia de los peores regímenes totalitarios, quienes “escrachaban” a sus víctimas, las “marcaban” para denigrarlas y atormentarlas. En la historia más reciente, los escraches se utilizaron en España, durante la guerra civil y la dictadura de Franco. Allí, los fascistas marcaban a los republicanos. También en plena época del nazismo, en donde se escrachaban primero a los judíos y con el correr de los tiempos se generalizó a homosexuales, gitanos, lesbianas, mendigos, entre otros integrantes de la sociedad “rechazados” por los seguidores del dictador. Hay importantes y muy buenos escritos sobre la condición de autoritarismo expreso del sentido de escrachar, en donde los escrachadores gozan de su poder de fuego contra las víctimas.[2]
En el diario La Gaceta de Tucumán al referirse a la acción llevada a cabo contra el diputado nacional Alejandro Rossi, hermano del jefe de la bancada del Frente para la Victoria, dijo que:
el clima de democracia en el que nos jactamos de vivir, presupone la expresión libre del más amplio arco de opiniones, y la mantención, a todo trance, del respeto al disenso. Es una condición suprema de la vida republicana, y lo que la diferencia tajantemente de los sistemas autoritarios (...). [Los escraches son actitudes que] resultan absolutamente repudiables dentro de un régimen de democracia. Esto aparte del peligro intrínseco que contienen, ya que nadie es capaz de predecir los extremos que podrían alcanzar actos agresivos desarrollados por grupos a quienes domina el enojo. En una nación civilizada, todo ciudadano puede ejercer su derecho a la protesta, ante situaciones o medidas que considera lesivas de sus intereses o de sus ideas. A diario se advierte que tal derecho es ejercido en plenitud en nuestro país, aun cuando en ocasiones llegue a adquirir demasiada vehemencia. Pero otra cosa es que la protesta y el repudio salten ese marco insoslayable que deben tener, y que está constituido por las normas que rigen la convivencia pacífica y razonable del cuerpo social. Atacar e injuriar a las personas, dañar sus casas o sus bienes, es algo que no puede admitirse bajo ningún punto de vista" (...). [Estas acciones] apelan a los costados más primitivos y riesgosos de los impulsos humanos, y significan un desprecio tanto hacia las personas como hacia los mecanismos e instituciones de esa democracia que decimos practicar. Esto además de desacreditar de raíz los objetivos que proclaman los agresores. Sería deseable que semejante modalidad desaparezca para siempre y con urgencia de la vida nacional. No hace ningún favor, sino todo lo contrario, a la vigencia del clima de respeto mutuo, que todo ciudadano consciente y civilizado se siente en el deber de respetar."[3]
Para el escritor Carlos Balmaceda el escrache se practica como si fuera una épica moral, una epopeya justiciera, una gesta de la memoria colectiva pero que en realidad es totalmente contrario a una ética basada en la dignidad humana y los derechos humanos y un gesto sádico típico del autoritarismo. En el escrache se subvierte el deseo de justicia y se da rienda suelta a la violencia ejercida con placer sobre el prójimo. Recordó que cuando Hitler llegó al poder los nazis marcaron sus casas con la estrella de David pintada en las paredes como un grafitti y más adelante en los campos de concentración aplicaron el escrache individual marcando con triángulos (amarillos para los judíos, rosa para los homosexuales, marrón para los gitanos; negro para las lesbianas, prostitutas, vagabundos, delincuentes, indigentes, drogadictos y alcohólicos). Luego agregaba que:
el escrache se opone a toda ética de la memoria, ya que es un mecanismo político usado por el poder genocida para identificar, clasificar y matar a millones de personas. Sólo por eso, la legitimación del escrache es un acto que niega la historia y el padecimiento atroz de las víctimas, y ofende a quienes creemos que los crímenes de lesa humanidad jamás prescriben. No sólo debe repudiarse a los genocidas, también deben repudiarse sus métodos, estrategias y tácticas. Adoptar sus prácticas desvirtúa la esencia de la justicia y lesiona la vigencia de los derechos humanos.[4]
Periodistas como Mariano Grondona[19] o Joaquín Morales Solá[20] han escrito artículos críticos sobre los mismos.
Según Mariano Grondona el escrache es:
una agresión física que no llega a ser cruenta contra aquellas personas a las cuales sus agresores procuran menoscabar simbólicamente delante de la sociedad[21] (...). Vengan de donde vinieren, los escraches suelen recibir una serie casi unánime de condenas. Son escasos los que dicen 'apruebo tal o cual escrache' porque en tal caso estarían confesando abiertamente que adhieren a una forma de acción directa reñida con la democracia (...) Cuando el que comenta un escrache siente antipatía por quienes lo cometieron, su condena es categórica. Pero, cuando siente simpatía por ellos, generalmente sostiene que, aunque los 'condena', los 'comprende'".[21]
Joaquín Morales Solá afirmó que "el 'escrache' es un método detestable (imaginado hace casi 70 años por el nazismo para identificar a sus enemigos)"[22]
Periódicos como La Nación, de tendencia conservadora, también han criticado los escraches, como por ejemplo en su editorial del 3 de julio de 2008:
El 'escrache' es un acto de violencia moral contra personas o instituciones. Es un arma definitivamente inconciliable con el respeto de la dignidad del otro y, muchas veces, un ataque a su propia intimidad".[23] Por su parte Aníbal Fernández, Jefe de Gabinete de la presidente Cristina Fernández de Kirchner, manifestó tener "una posición al respecto de lo que significan los escraches, sea a la señora Mirtha Legrand, sea a un dirigente de derecha, de izquierda o del hiperespacio: cualquier gesto de esas características tiene un tinte pseudo nazi"[24]

[editar] Apoyos

Por otra parte el escrache también tiene defensores que lo definen como una forma de participación política. Así el economista catalán Arcadi Oliveres defiende el escrache como una forma legítima y necesaria de expresar a los diputados las demandas de la ciudadanía.[25] Otros como el periodista y escritor Isaac Rosa defiende el escrache como el último recurso de los abandonados por el sistema [El escrache es ilegal, violento y yo no querría sufrirlo, vale, ¿y qué?]. En Argentina ha sido defendido por organizaciones como H.I.J.O.S. como la forma de poner en evidencia a asesinos, torturadores y cómplices de la represión argentina beneficiados de las leyes de impunidad.[26]

[editar] Estudio del escrache en la escuela pública

En la materia Política y Ciudadanía, de la escuela secundaria de la Provincia de Buenos Aires se incluye al escrache dentro de los temas de estudio. Preguntado sobre ello el ministro de Educación provincial Mario Oporto declaró respecto de cuando fue escrachado en 2001: “Me dañaron mucho a mí y a mi familia. Me sentí violado y lo recuerdo como uno de los peores momentos de mi vida pública. Pero forman parte de mi pasado, no puedo negarlos” y agregó que considera al escrache como “una forma de participación política”, tal como lo define el programa para secundarios, de la misma manera que existen formas de presión o de acción que inciden en la política. Agregó que su inclusión en el programa de estudios forma parte de un intento de entender la sociedad democrática en la que se vive y que es un ejemplo más entre muchos, como la marcha del silencio o los graffitis, pero nadie va a enseñarle a los alumnos a hacer un escrache. El ministro agregó que su estudio solo sirve como ejemplo
de que el escrache (sirve) para amedrentar, para quitar libertad o como forma de intolerancia, prejuicio o discriminación es uno de los males de la sociedad. Los alumnos deben reflexionar y sacar conclusiones para entender que los conflictos se resuelven en la Justicia y no con un escrache. Y si no toco ese tema en el aula es imposible llegar a ese punto. Quiero que los padres sepan que yo sancionaría a un docente que enseñe cómo se hace un escrache.[27]

[editar] España

El escrache ha sido implementado en España por la organización Plataforma de Afectados por la Hipoteca. Los destinatarios de la protesta pacífica y ciudadana,[28] en este país, son los diputados que no apoyan la Iniciativa Legislativa Popular presentada por la organización defensora de DDHH, con un apoyo de un millón y medio de firmas, superior al mínimo exigido que es de medio millón.
La iniciativa pacífica[29] cuenta con apoyos y detractores. Entre estos últimos, el diario ABC, que ya en 2011 opinó que la protesta en la calle estaba "fuera de la ley", considera que las concentraciones frente a domicilios de diputados del Partido Popular promovidas por la Plataforma Afectados por la Hipoteca son un "acoso salvaje".[30] El diputado del Partido Popular, Esteban González Pons, uno de los objetivos de la reivindicación de la PAH, considera inaceptable que "se metan en el portal de mi casa, lleguen hasta la puerta y la aporreen con insultos cuando dentro sólo hay niños".[31] Sin embargo estas declaraciones han sido desmentidas por la PAH y los periodistas que los acompañaron y denuncian el uso de su familia con el objetivo de calumniar la PAH.[32

No hay comentarios:

Publicar un comentario