Josep Fontana: “Lo único inadmisible es la resignación”
“Son muchos años de lucha para resignarse...”. Josep Fontana calló un instante y, elevando el tono de voz, añadió: “Lo único que es inadmisible es la resignación”. El público que abarrotaba el paraninfo de la Nau rompió en aplausos. El prestigioso historiador catalán acababa de exponer que el fin del Estado del bienestar no es una consecuencia de la actual crisis, sino que esta no ha hecho más que empujar un proceso que se inició tras la crisis del petróleo de los setenta, que fue “la excusa para iniciar el cambio” bajo la égida de Ronald Reagan y Margaret Thatcher.
“La crisis acelera el fin del pacto del bienestar” que se alcanzó tras la Segunda Guerra Mundial y funcionó durante treinta años como un modelo de “reparto más equitativo de las ganancias”, lo que permitió mejorar la vida de la gente, explicó. A partir de 1975 se produce la “gran divergencia”, en palabras de Krugman que Fontana citó, al igual que una reciente entrevista con otro Nobel de Economía, Stiglitz, en la que éste decía: “Un trabajador a tiempo completo está peor hoy en los Estado Unidos que hace 44 años. (...) No importa si unas pocas personas se benefician escandalosamente, cuando la mayoría de los ciudadanos no mejora, el sistema económico no va bien”.
Ahora se ha llegado a las puertas de lo que algunos llaman en términos elogiosos la “tercera revolución industrial”, en referencia a la tecnología digital. En realidad, se trata del umbral de “la privatización del Estado y de la política”, a juicio del catedrático emérito, antiguo profesor en la Universitat de València y militante del PSUC, que fue presentado ayer por la historiadora Teresa Carnero.
A sus 81 años, Fontana acaba de publicar un libro ya de referencia, Por el bien del Imperio. Una historia del mundo desde 1945 y su conferenciaMás allá de la crisis, que se ha convertido en un fenómeno de intercambio en Internet. Ayer su disertación se titulaba El futur és un país estrany. Crisis i canvis socials. En ambas comenzaba recordando que se ha roto con la concepción de que el progreso es el motor de la historia. Una concepción plausible en los dos siglos anteriores, pero de difícil defensa en la actualidad con los niveles de paro, empobrecimiento y desigualdad. Sobre España insistió en que la falta de política de estímulo y la imposición de la austeridad nos conducirá “al abismo”. Frente a esta situación, no hay que resignarse sino tomar “conciencia de la extrema gravedad de la situación” y protestar.
El público se mostró muy participativo en el coloquio posterior del encuentro organizado por la Universitat en la Nau, dentro del espacio de debate Claustre Obert, que conforman EL PAÍS y la institución, y que contó con la participación de Amnistía Internacional.
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