LOS VERDES DE ALCALÁ DE HENARES |
Ignacio Escolar |
Por qué el PP prefiere al juez Ruz para el caso Bárcenas
Pablo Ruz (Foto: EFE). |
“Hacemos lo que podemos”, le decía Mariano Rajoy a Luis
Bárcenas por SMS sobre su proceso judicial. En eso están. El Gobierno
sigue haciendo todo lo que puede para evitar que el incendio de la
Gürtel vaya a más y gran parte de las maniobras judiciales en la
oscuridad no les salen del todo mal. Desde el PP presionaron para
apartar a Garzón de la Gürtel y de la carrera judicial (con éxito).
Volvieron a presionar para que el juez Pedreira desimputase a su
extesorero Bárcenas (lo lograron). Se movieron para evitar que el juez
Gómez Bermúdez se quedase con la investigación de su contabilidad B, incluso Rajoy personalmente telefoneó al presidente del Supremo para pedirle su intervención
(otro nuevo tanto). Y ahora siguen maniobrando para que sea Pablo Ruz
quien continúe con la Gürtel y el caso Bárcenas; para que el nuevo
titular del juzgado central número 5 de la Audiencia Nacional, Miguel
Carmona, nunca llegue a poner sus manos sobre estos delicados sumarios
que tanto temen en el PP.“Si el juez Carmona coge el caso Bárcenas,
desmonta el partido”, dicen desde la gran familia popular.
De entre las muchas anomalías de la Justicia española hay una que hoy
destaca sobre las demás: que sea un juez de prestado, que no está de
titular en la Audiencia Nacional, quien lleve los casos de mayor
transcendencia política en años. Todos los demás jueces de la Audiencia
tienen su plaza en propiedad. Es una gran garantía de independencia
porque, para echarlos, tienes que montar la de Garzón. Todos están con
plaza fija salvo uno: precisamente quien lleva la Gürtel y el caso
Bárcenas.
Pablo Ruz está en la Audiencia Nacional
como sustituto del juez Miguel Carmona, que es el titular del juzgado
número cinco desde que Garzón fue expulsado, aunque aún no ha ejercido
como tal. Hasta septiembre, en teoría, Carmona está de vocal en el
Consejo General del Poder Judicial (CGPJ). Ruz no tiene méritos
suficientes en el escalafón –que se decide por antigüedad– no ya para
estar como titular en la Audiencia Nacional: es que ni siquiera le
corresponde un juzgado en Madrid, que son los más solicitados. Su plaza
antes estaba en Collado Villaba
y recientemente ha conseguido una nueva en Móstoles, que es lo más
cercano a la capital a lo que puede aspirar con sus apenas diez años de
carrera judicial. Obviamente, las condiciones son muy distintas entre un
destino u otro, también en lo económico: un juez cobra bastante más en
la Audiencia Nacional que en un juzgado de Collado Villalba.
Las ventajas para el Gobierno de que la Gürtel-Bárcenas
esté en manos de un juez cuyo futuro laboral más cercano depende de lo
que decida el politizado CGPJ son bastante obvias. Si Pablo Ruz se
pusiese gallito y, por ejemplo, ordenase un registro en la sede del
partido en Génova, sabría que se estaría jugando su inestable posición
en la Audiencia. Y de momento, a pesar de que el ángel caído Bárcenas
esté en prisión, Pablo Ruz se está portando razonablemente bien (para el
PP).
Por ahora Ruz no ha dado ni un solo paso en la
instrucción del caso Bárcenas que no esté avalado antes por la Fiscalía,
que depende orgánicamente del Gobierno. Hasta la entrada en prisión del
extesorero del PP solo llegó cuando el fiscal lo solicitó. Su más que
prudente forma de investigar consiste en pedir informes a la Policía, a
la Agencia Tributaria o a la Fiscalía, incluso de asuntos jurídicos que
tendría que decidir él. Cada paso lo da con pies de plomo, siempre de la
manita del fiscal. Su primera reacción cuando la acusación de la Gürtel
pidió sumar los papeles de Bárcenas a la investigación fue decir que
no. Solo cambió de opinión cuando llegó la querella de IU y, por
reparto, le tocó a Gómez Bermúdez. Solo ante la posibilidad de que este
juez investigase la financiación del PP, la Fiscalía pidió a Ruz que
judicializase el caso. Y Ruz, como suele hacer con la Fiscalía,
obedeció.
Ruz también se ha negado a investigar el tráfico de llamadas y mensajes de Luis Bárcenas.
Considera que una medida así “vulnera la intimidad” del extesorero, a
pesar de que existen pruebas de que Bárcenas podría haber sido
presionado por el Gobierno para desmentir sus papeles, lo que sería un
delito muy grave. El propio Bárcenas lo confesó así ante el juez hace
una semana e incluso aseguró que había sido coaccionado: “ Si hablas, tu mujer irá a la cárcel”.
Sin embargo, la única investigación sobre las comunicaciones que ordenó
Ruz ese día fue… contra los abogados de la acusación del Observatori DESC.
El juez pidió a la Policía que investigase las filtraciones en Twitter
de lo que estaba ocurriendo en el interrogatorio de Bárcenas, algo que
no es que no sea delito: es que no llega a falta administrativa.
Que Ruz considere más grave una filtración en Twitter que un presunto
delito de obstrucción a la justicia, su enorme prudencia, su seguidismo
de la Fiscalía y su precariedad laboral explican bastante bien por qué
el CGPJ, en manos del PP, le prefiere al frente de esta delicadísima
investigación. No es que Ruz o la Fiscalía vayan a salvar a Bárcenas,
nadie pretende tal cosa en el Gobierno. La estrategia ahora es otra y
pasa porque el extesorero traidor sea el único que acabe condenado en la
cúpula del partido; que el caso Bárcenas no vaya mucho más allá.
Esta semana, el CGPJ renovó el puesto a Ruz como juez de apoyo, a pesar
de las quejas del juez titular, Miguel Carmona. La decisión fue
bastante irregular, como denunció un voto particular, porque lo normal
habría sido que la plaza de apoyo hubiese salido a concurso para que
optase a ella cualquier juez, según el escalafón ( como ordena el artículo 216 bis 3 de la Ley Orgánica del Poder Judicial).
Que el CGPJ elija a dedo quién “apoya” a Carmona (contra su voluntad)
es un indicio bastante claro de hasta qué punto el PP prefiere a Ruz.
El propio Miguel Carmona ha alertado, con razón, de los riesgos que puede suponer esta decisión, que podría provocar la nulidad del caso Bárcenas
porque el CGPJ podría estar nombrando un juez ad-hoc. La ley es
bastante clara, no solo en cómo se debe nombrar un juez de apoyo, sino
también sobre qué temas debe llevar: solo los nuevos casos que entren en
el juzgado, no los que estén en tramitación. Por ley, cuando Miguel
Carmona llegue a la Audiencia, tendrá que quedarse con la Gürtel y el
caso Bárcenas porque de lo contrario se estaría vulnerando el artículo 216 bis 2 de la Ley Orgánica del Poder Judicial.
La gran duda ahora es si Miguel Carmona llegará algún día a la
Audiencia Nacional. Se supone que será en septiembre, si para entonces
se renueva el CGPJ, pero el PP ya está maniobrando para que tal cosa no
vaya a pasar. El nuevo “hacemos lo que podemos” del Gobierno consiste en
ofrecer a Carmona un bien pagado destino en el extranjero para que así
el juzgado central número 5 de la Audiencia Nacional siga
‘temporalmente’ en manos de Ruz. Entre los jueces progresistas, donde el
enfado es mayúsculo, circula la sospecha de que Carmona se irá a la
Sala de Apelaciones del Tribunal Internacional para la Antigua
Yugoslavia; una plaza que, casualmente, acaba de solicitar el Ministerio
de Justicia y a la que, casualmente, apenas se ha dado publicidad. Y ya
es mucha casualidad.
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