LOS VERDES DE ALCALÁ DE HENARES
El ministro principal de la colonia inglesa posee un lujoso chalet y un piso en dos exclusivas urbanizaciones de la costa andaluza
El paraíso español de Picardo
La lujosa urbanización gaditana de Sotogrande y la
malagueña de Gazules del Sol, en Benahavís, cerca de Marbella, cuentan
con un vecino muy especial: Fabián Picardo. En la primera, la misma
donde veranean Jaime de Marichalar, Ana Rosa Quintana y la familia
Botín, el ministro principal de Gibraltar posee un chalet valorado en un
millón de euros. Mientras que en el exclusivo complejo malagueño,
situado junto a varios campos de golf, es propietario de un piso tasado
en otros 322.000 euros.
Lo dijo hace unos días el propio Fabián Picardo, ministro
principal de Gibraltar, para incendiar aún más el conflicto diplomático
entre España y Gran Bretaña: “El infierno se congelará antes de que retiremos los bloques de hormigón lanzados al mar”.
Pero no comentó nada del paradisiaco frescor del aire acondicionado que
se disfruta en las dos lujosas viviendas que posee en España. Ni de las
diversas piscinas con que cuenta Gazules del Sol (Benahavís, Málaga), y
que sirven para mitigar las altas temperaturas que se alcanzan estos
días de agosto. Varios bloques, también de hormigón y de color
terracota, se alzan en esta exclusiva urbanización, con vigilancia
privada y accesos cerrados a los no residentes, cuyos 134 pisos vendió
en su totalidad, a lo largo de 2009, la inmobiliaria española Prime
Invest. Uno de los compradores fue Fabián Raymond Picardo, según la
documentación a la que ha tenido acceso interviú. Se trata de un piso de
130 metros cuadrados más nueve de terraza, dos plazas de garaje y
cuarto trastero, valorado en unos 322.552,01 euros. La urbanización se
halla junto a dos campos de golf y muy bien situada respecto a Marbella y
demás centros neurálgicos de la Costa del Sol.
Un equipo de esta revista logró entrar al recinto el pasado miércoles. Nadie, ni los servicios de mantenimiento y seguridad de la urbanización, ni los propios residentes, sabían que uno de los dueños de los pisos es el jefe del gobierno gibraltareño, si bien no parece que acuda allí habitualmente. “Nosotros llevamos aquí una semana de alquiler y no hemos visto que haya nadie enfrente” dice una joven pareja procedente de Yorkshire (Inglaterra), instalados en el mismo bloque y planta del piso de Fabián Picardo. Al enterarse de quién es su ilustre vecino, hacen uso de su flema inglesa, sonríen y comentan: “¡Ah, sí, sí, parece que hay un problema con Gibraltar!”. Y amablemente cierran la puerta. Al poco llega el conserje-vigilante de la urbanización. Mientras nos acompaña, también amablemente, a la salida, confiesa: “Yo llevo dos años aquí y no le he visto jamás. Ni sabía que tenía un piso en propiedad. Me imagino que, si viniera, nos avisarían para que aumentáramos la seguridad y nos dirían al menos la matrícula de su coche, para estar pendientes”.
Un equipo de esta revista logró entrar al recinto el pasado miércoles. Nadie, ni los servicios de mantenimiento y seguridad de la urbanización, ni los propios residentes, sabían que uno de los dueños de los pisos es el jefe del gobierno gibraltareño, si bien no parece que acuda allí habitualmente. “Nosotros llevamos aquí una semana de alquiler y no hemos visto que haya nadie enfrente” dice una joven pareja procedente de Yorkshire (Inglaterra), instalados en el mismo bloque y planta del piso de Fabián Picardo. Al enterarse de quién es su ilustre vecino, hacen uso de su flema inglesa, sonríen y comentan: “¡Ah, sí, sí, parece que hay un problema con Gibraltar!”. Y amablemente cierran la puerta. Al poco llega el conserje-vigilante de la urbanización. Mientras nos acompaña, también amablemente, a la salida, confiesa: “Yo llevo dos años aquí y no le he visto jamás. Ni sabía que tenía un piso en propiedad. Me imagino que, si viniera, nos avisarían para que aumentáramos la seguridad y nos dirían al menos la matrícula de su coche, para estar pendientes”.
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