Cara y cruz de la democracia representativa
El modelo democrático vive hoy en día momentos especialmente trascendentes. Pocos ponen en duda su triunfo en cuanto a extensión –de hecho, jamás en la historia existieron tantos Estados que se organizasen según los parámetros de lo que se entiende mayoritariamente por democracia–, pero ello no debe ocultar la presencia de otros aspectos.
Cuando hablamos en la actualidad de democracia, estamos hablando de democracia representativa. Este tipo de democracia, pese a haber ido variando desde su nacimiento hasta nuestros días, ha arrastrado frecuentemente, como un pesado lastre, la creencia de que su existencia se debía a una imposibilidad de poner en marcha otras fórmulas mejores. De este modo, a esa secular nostalgia por algo supuestamente perdido y mejor han venido hoy a sumarse los importantes avances en la tecnología de la información y de la comunicación para decretar –según el parecer de algunos– el final de todos aquellos obstáculos que impedían la realización de una democracia no sujeta a constricciones e impurezas. Por su parte, los defensores del modelo representativo no siempre han acertado en la elección de los argumentos adecuados, fomentando en exceso esa imagen de la democracia representativa como mal menor y avivando así el fuego de sus enemigos.
De esta manera, la clásica disputa entre democracia representativa y democracia directa adquiere en nuestros días un nuevo sentido.
El modelo democrático vive hoy en día momentos especialmente trascendentes. Pocos ponen en duda su triunfo en cuanto a extensión –de hecho, jamás en la historia existieron tantos Estados que se organizasen según los parámetros de lo que se entiende mayoritariamente por democracia–, pero ello no debe ocultar la presencia de otros aspectos.
Cuando hablamos en la actualidad de democracia, estamos hablando de democracia representativa. Este tipo de democracia, pese a haber ido variando desde su nacimiento hasta nuestros días, ha arrastrado frecuentemente, como un pesado lastre, la creencia de que su existencia se debía a una imposibilidad de poner en marcha otras fórmulas mejores. De este modo, a esa secular nostalgia por algo supuestamente perdido y mejor han venido hoy a sumarse los importantes avances en la tecnología de la información y de la comunicación para decretar –según el parecer de algunos– el final de todos aquellos obstáculos que impedían la realización de una democracia no sujeta a constricciones e impurezas. Por su parte, los defensores del modelo representativo no siempre han acertado en la elección de los argumentos adecuados, fomentando en exceso esa imagen de la democracia representativa como mal menor y avivando así el fuego de sus enemigos.
De esta manera, la clásica disputa entre democracia representativa y democracia directa adquiere en nuestros días un nuevo sentido.
COMENTARIO PRESUNTAMENTE POLÍTICO DE JUAN ANTONIO CAMARGO AL EDITORIAL: Cara y cruz de la democracia representativa; EL CASO DE LA CIUDAD DE ALCALÁ DE HENARES.
La única institucion que aun conserva y a duras penas algo de autonomia e independencia es la Federacion Comarcal de Asociaciones de Vecinos de Alcalá de Henares-FCAVAH- que ha tomado por bandera la celebracion de un referendum para la ubicacion de la futura Estacion Intermodal de Autobuses Interurbanos e Interncionales y que muchos confunden con la estación término de ALSA en Alcalá de Henares, concesionaria de varias lineas de autobuses en todo el territorio de la España peninsular e insular.
Si la inteligencia colectiva ya existe en tiempo real en entornos urbanos, ¿por qué no buscar las plataformas o aplicaciones para construir una democracia en tiempo real?
Habrá ampliación
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