Las victorias de los nuevos Mundiales sociales y políticos serán los que pondrán al país en los rieles de la verdadera modernidad
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Una aficionada brasileña. / ROBERT GHEMENT (EFE) |
El Brasil del fútbol se apagó entre millones de lágrimas, pero este país es hoy más que la alegría de un balón marcando goles. Brasil, tiempo atrás, en una tarde aciaga como esta en la que escribo, más negra quizás que la del maracanazo de 1950, hubiese sido un país en total depresión. Hoy puede quizás estar indignado con Felipe Scolari o rabioso contra el que dejó a Neymar fuera de la Copa, pero los brasileños no se tirarán esta noche por la ventana.
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