lunes, 27 de octubre de 2014

España del "Consenso de Washington" a La "Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados"






PROPUESTAS PARA UN MODELO ECONÓMICO
A.- El llamado Consenso de Washington que se estableció en 1989 y que se sustenta en los siguientes 10 puntos:
1. -Disciplina fiscal.
2. -Gasto en educación y salud.
3. -Reforma tributaria.
4. -Tasas de interés positivas determinadas por el mercado.
5. -Tipos de cambio competitivos.
6. -Políticas comerciales liberales.
7. -Mayor apertura a la inversión extranjera.
8. -Privatización de empresas públicas.
9. -Desregulación
10. -Protección a la propiedad privada.

A esta propuesta inicial se agregaron en 1992 otras que se le olvidaron al Sr.John Williamson:

- Mantener controles de capital.
- Fijar objetivos de cuenta corriente.
- Definir rapidez y grado de reducción de la inflación.
- Estabilizar el ciclo económico.
- Fijar utilidad de una política de rentas y de congelación de precios y salarios.
- Eliminar la indexación de las variables.
- Corregir fallos del mercado a través de técnicas como la tributación compensatoria.
- Proporción de ingresos fiscales y gastos en relación al PIB.
- Redistribuir deliberadamente la renta en pro de la igualdad.
- Promover una política industrial.
- Definir qué tipo de economía de mercado se va a seguir y priorizar control demográfico y medio ambiente.

La baja de la inflación es el eje central de ésta política. Este modelo ha generado una economía sustentada en la pobreza, los pobres ocupan los empleos sucios, y aligeran la carga tributaria de los ricos porque proporcionalmente pagan más impuestos.

B.- La propuesta del mexicano Luis Echeverría (muchas personas le atribuyen la autoría a Porfirio Muñoz Ledo) que se contrapone al Consenso de Washington es La Carta de los Derechos y Deberes Económicos de los Estados que se presentó en la reunión de la UNCTAD en Chile (un antecedente de la Organización mundial de Comercio) y que después fue aprobada como carta de la ONU en 1974, y se compone de los 10 puntos siguientes:

1.- Libre disposición de los recursos naturales.
2.- Respecto irrestricto al derecho que cada pueblo tiene de adoptar la estructura económica que le convenga e imprimir a la propiedad privada las modalidades que dicte el interés público.
3.- Renuncia al empleo de instrumentos y presiones económicas para reducir la soberanía política de los Estados.
4.- Supeditación del capital extranjero.
5.- Prohibición expresa a las corporaciones transnacionales de intervenir en los asuntos internos de las naciones.
6.- Abolición de las prácticas comerciales que discriminan las exportaciones de los países no industrializados.
7.- Ventajas económicas proporcionales según los niveles de desarrollo.
8.- Acuerdos que garanticen la estabilidad y el precio justo de los productos básicos.
9.- Amplia y adecuada transmisión de los avances tecnológicos y científicos, a menor costo y con más celeridad a los países atrasados.
10.- Mayores recursos para el financiamiento del desarrollo, a largo plazo, bajo tipo de interés y sin ataduras.

Este documento se convirtió en 34 artículos de un Código de la ONU. Pero hoy nadie invoca y nadie utiliza la Carta. Sus propuestas buscaron beneficiar a los países subdesarrollados y atar las condicionalidades de los ricos.

Después de 30 años, la ley se perdió en la burocracia de la ONU, pero su vigencia puede y debe reactivarse para oponerla al Consenso de Washington cuyos 10 puntos obligan a políticas económicas estabilizadoras, privatizaciones, desregulaciones y aperturas comerciales para no dar nada a los países subdesarrollados y sí atarlos a las necesidades de los países productores.

Nadie debe confundirse, porque el debate sobre el desarrollo para todas las naciones es acerca de modelos económicos, y el objetivo debe ser modificar modos de producción dado que la pobreza no se combate con subsidios sino con políticas económicas.

Han surgido de 1998 a la fecha otras propuestas como:

El consenso de Santiago en 1998 para un desarrollo justo y democrático.
El consenso de la CEPAL.
El consenso de la UNCTAD en Bangkok en el 2000.
El consenso de Porto Alegre en el 2000.
El consenso de la tercera Vía de Joseph Stiglitz en el 2001.
El consenso de La Habana en el 2001.
El consenso de Lula en el 2003.

Pero si estudiamos y analizamos las dos primeras estaremos en condiciones de tomar conciencia y decisión de lo que nos ha ocurrido durante éstos últimos 30 años y quienes se han beneficiado de los males y rezagos que padecemos, llegó la hora de que les demostremos a los “señoritos criollos” egresados de Harvard y Yale que los Mestizos de Latinoamérica también sabemos de economía y que la Bestia nunca podrá quitarnos la identidad, sentido de pertenencia, soberanía y libre decisión de nuestro destino.
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¿Qué es el consenso de Washington?
Óscar René Vargas *
El Nuevo Diario. Nicaragua, 13 de noviembre.

El Consenso de Washington es la aplicación de los diez instrumentos de política económica neoliberal para llevar adelante el objetivo de un sistema capitalista mundial basado en la libertad del mercado para operar, donde predominan los más «aptos» en una especie de «darwinismo social», donde la vida social se concibe gobernada por las leyes de la competencia y del conflicto, llevando a una selección natural de la supervivencia del más apto y a la eliminación del más débil. A continuación, una revisión breve de los principales instrumentos.

(1) Disciplina fiscal: No más déficit fiscal. Presupuestos balanceados. Grandes y sostenidos déficits fiscales constituyen la fuente primaria de los trastornos macroeconómicos que se manifiestan como procesos inflacionarios, déficit de balanza de pagos y fuga de capitales. Un déficit de presupuesto operacional que sobrepase un 1% a 2% del PIB se considera prueba fehaciente de una falla en la política aplicada, a menos que este exceso se haya utilizado en inversiones de infraestructura productiva. El equilibrio fiscal nunca ha sido alcanzado (ni aún en los países desarrollados); está basado en la disminución del gasto público, fundamentalmente en los sectores sociales; ha causado un profundísimo y dramático deterioro en los sistemas de salud, educación, seguridad social, etcétera.

(2) La inflación como parámetro central de la economía. Para los impulsores del Consenso de Washington, las políticas de ajuste y reforma estructural tienen su origen en la crisis de la deuda. No es de extrañar que el control de la inflación sea un asunto prioritario para los organismos acreedores. Como regla general, Nicaragua parece haber adoptado la inflación como el parámetro referencial del modelo económico, alrededor del cual se mueven y se subordinan los otros parámetros, incluido el desempleo.

(3) Prioridades en el gasto público. La necesidad de cubrir el déficit fiscal presenta la disyuntiva entre aumentar los ingresos fiscales o reducir el gasto público. El consenso de Washington, influido por los economistas «reaganianos» («supply-siders»), optó por favorecer la reducción del gasto público. No se necesita mucha imaginación para deducir a quiénes favorece esta política y a quiénes no. Desde luego que los sectores más ricos de una sociedad resistirán una redistribución por la vía tributaria, prefieren la reducción del gasto público, aunque signifique el fin del estado de cierto bienestar social.

(4) Reforma Tributaria. El aumento del ingreso vía impuestos se considera una alternativa a la reducción del gasto público para paliar déficits fiscales. Existe un amplio consenso, entre los tecnócratas neoliberales, en el principio de que la base tributaria debe ser amplia, mientras que la tasa tributaria marginal debe ser moderada.

(5) Tasas de interés. Existen dos principios generales referentes a los niveles de las tasas de interés que concitan el apoyo mayoritario del Consenso de Washington. El primero es que las tasas de interés deben ser determinadas por el mercado. El segundo principio apunta a la necesidad de tasas de interés real positivas, para incentivar el ahorro, por un lado y desalentar la fuga de capitales, por el otro.

(6) Tipo de cambio. Como en el caso de las tasas de interés, la tendencia es inclinarse por tipos de cambio determinados por las fuerzas del mercado. Se considera que el tipo de cambio real debe ser lo suficientemente competitivo como para promover el crecimiento de las exportaciones a la tasa máxima que el potencial del lado de la oferta del país lo permita, al mismo tiempo que se mantenga un eventual déficit de cuenta corriente a un nivel sustentable.

(7) Política comercial. La liberalización de las importaciones constituye un elemento esencial en una política económica orientada hacia el sector externo (orientación hacia afuera). El acceso a bienes intermedios importados a precios competitivos se considera un aspecto importante en la promoción de las exportaciones, mientras que una política proteccionista en favor de la industria nacional y en contra de la competencia extranjera es vista como una distorsión costosa que en última instancia termina por penalizar el esfuerzo exportador y por empobrecer la economía local. La apertura económica trajo como consecuencia la irrupción indiscriminada de importaciones, en gran medida innecesarias o con precios subsidiados, que produjo la quiebra y el cierre de gran parte del aparato productivo y el incremento acelerado de la desocupación y la subocupación.

(8) Inversión Extranjera Directa (IED). La liberalización de los flujos financieros externos no es visto como de alta prioridad. No obstante, una actitud restrictiva que limite la entrada de la inversión extranjera directa (IED) es considerada una insensatez. La IED, además de aportar capital necesario para el desarrollo, provee capacitación y know-how para la producción de bienes y servicios tanto para el mercado interno como para la exportación.

(9) Privatizaciones. La lógica de las privatizaciones obedece a la creencia de que la industria privada se administra más eficientemente que la empresa estatal. En general, se considera que la privatización de empresas de propiedad estatal constituyen una fuente de ingresos de corto plazo para el Estado. En el largo plazo se argumenta, el Estado se libera de la responsabilidad de financiar ulteriores inversiones. La creencia en la eficiencia superior de la empresa privada ha sido un dogma de fe para el Consenso de Washington.

(10) Desregulación. Una forma de promover la competencia es mediante la desregulación. Este proceso fue iniciado en los Estados Unidos por la administración Carter, pero fue profundizado durante el mandato de Reagan. Se le ha juzgado, de manera general, como un proceso exitoso en esa nación y se ha partido de la base que también puede producir beneficios similares en otros países, especialmente en América Latina, donde se practicaban economías de mercado altamente reguladas, al menos en el papel. En un buen número de países de América Latina, las redes regulatorias son administradas por burócratas mal pagados. El potencial para la corrupción es, por lo tanto, alto. La actividad productiva puede ser regulada por la vía legislativa, por decreto gubernamental o por decisión tomando caso por caso. Esta última práctica es bastante difundida y perniciosa en Latinoamérica ya que crea incertidumbres y provee oportunidades para la corrupción. También suele ser discriminatoria en contra de los pequeños y medianos empresarios, los cuales, a pesar de que son importantes fuentes creadoras de empleo, raras veces tienen acceso a las esferas más altas de las burocracias.
Tomado de: http://www.conocimientosweb.net/mestizos/article24.html

(*) Autor del libro: ¿Qué es el ALCA? Globalización, Estados Unidos y América Latina (2002)
Tomado de: http://www.lainsignia.org/2002/noviembre/econ_033.htm

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