El resultado del 27-S es un triunfo del proceso, pero no de Artur Mas, que queda a expensas de una CUP que ha prometido expulsarlo del Palau. El president cuenta con ascendente suficiente en las entidades para presionar a la izquierda independentista, pero una posición demasiado intransigente en lo personal podría tensionar Junts pel Sí hasta romperlo.
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