El PP y la moción de censura.
Nadie pensó que una moción de censura pudiera tener éxito. Sería un instrumento constitucional muy útil si España tuviera otro sistema electoral y los auténticos «propietarios» de los escaños fueran los diputados y no los partidos. La presentada por Sánchez contra Rajoy pretendía poner en evidencia a Rivera, pero la famosa frase del juez De Prada creó el clima político y mediático que hizo posible su inesperado triunfo. Las anteriores sólo buscaban proyectar la imagen del candidato y desgastar al gobierno. Por tanto eran pura propaganda partidista. Unas tuvieron más éxito que otras. Fue el caso de Felipe González que sabía que no podía conseguir la presidencia del gobierno, pero fue un paso importante hacia su espectacular victoria en 1982. El propio Pablo Iglesias se animó y la presentó en 2017, aunque cosechó un sonoro fracaso. Lo más importante es que no le sirvió para nada, ya que no le proyectó como alternativa y desde luego no desgastó al PP. Esto le correspondería al PSOE y Sánchez que, por cierto, se abstuvo. Los socialistas tenían muy claro qué es lo que querían sus votantes y no se les ocurrió la excentricidad de votar en contra.
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