THE ECONOMIST 25-07-2021 |
La variante Delta se ha convertido con diferencia en el mayor de los riesgos para la economía estadounidense.
Era totalmente inevitable que el crecimiento económico mundial se desaceleraría a causa del ritmo vertiginoso que se ha producido a medida que las economías se han ido recuperando de la pandemia. Sin embargo, últimamente los inversores han comenzado a preocuparse por algo peor: y es que la economía estadounidense, que ha liderado el resurgimiento de los países más ricos del mundo, podría desacelerarse de forma brusca. Además del estrangulamiento de la oferta y la retirada del estímulo monetario, el país, al igual que muchos otros, se enfrenta ahora a la variante delta ultra mega infecciosa. Sigue siendo poco probable que se produzca una desaceleración dolorosa, pero la nueva propagación del virus es el mayor de estas tres amenazas.
Para valorar las probabilidades de que pueda desarrollarse las últimas olas de coronavirus en las naciones más ricas, hay que tener en cuenta que el pasado 20 de julio Estados Unidos informó durante un promedio de siete días de 112 nuevos casos por cada millón de personas. Eso es más o menos como Reino Unido -con una mayor tasa de vacunación, más restricciones y brotes anteriores más letales- estaba a mediados de junio antes de que se conociera la variante Delta. Reino Unido tiene ahora 699 casos por millón, la quinta tasa más alta del mundo. Si para todo lo demás es igual, significa que Delta se propaga dos o tres veces más rápido que la cepa original del virus.
Afortunadamente las vacunas previenen casi todos los casos graves de enfermedades y los tratamientos han mejorado, salvando más vidas entre las personas infectadas. Por ese motivo Inglaterra levantó casi todas las restricciones el pasado 19 de julio. No obstante, las vacunas todavía dejan pasar muchas infecciones sintomáticas sin darnos cuenta: un 12-21% de ellas son para las dosis de Pfizer que más ha usado Estados Unidos. La variante Delta es tan contagiosa que los países tendrán dificultades para vacunar hasta el umbral de la inmunidad de grupo que detiene la propagación de la enfermedad, incluso después de campañas exitosas. Dado que un 44% de los estadounidenses de todas las edades no han recibido aún ni una sola dosis, es probable que los casos en Estados Unidos se disparen. Estados como Misisipi y Luisiana, donde aproximadamente tres de cada cinco personas no están vacunadas, corren el riesgo de sufrir brotes repentinos y graves.
Las consecuencias económicas de esto dependerán de cómo reaccionen los responsables políticos y los ciudadanos. Hasta ahora, Los Ángeles ha decretado nuevamente la mascarilla obligatoria ante el aumento de los contagios y Nueva Orleans está estudiando imponer nuevas restricciones. Aunque las vacunas permitan evitar el regreso a medidas estrictas, los consumidores pueden estar demasiado ansiosos por visitar bares y restaurantes. En Reino Unido, las medidas de movilidad se han reducido ligeramente desde junio, pero el experimento aún es nuevo. El crecimiento exponencial significa que las cosas pueden cambiar rápidamente.
El riesgo de la variante Delta es más preocupante que los otros problemas a los que se enfrenta la recuperación de Estados Unidos; dicha oferta tendrá dificultades para igualar la demanda y el estímulo desaparecerá. Mientras la economía siga abierta, puede superar esos baches.
La escasez, sobre todo de microchips y espacio en los buques portacontenedores, ha elevado la inflación de los precios al consumidor al 5,4%. Los salarios reales han caído durante el último año debido a que el aumento de los precios se ha comido el poder adquisitivo de los trabajadores y hay indicios de que la inflación está comenzando a molestar al consumidor. Sin embargo, durante la pandemia los hogares han conseguido ahorrar 2,5 billones de dólares adicionalmente, equivalente al 12% del PIB en 2019. En junio, un importante número de estadounidenses le dijo a Gallup, un gigante de las encuestas, que ellos mismos lograron prosperar económicamente. Puede ser difícil hacerse con un automóvil a un precio decente, pero mientras los estadounidenses decidan salir de sus hogares, el sector servicios puede impulsar la economía.
La retirada de algunas formas de estímulo incluso puede ayudar. Las industrias de servicios cuentan con pocos trabajadores. El fin a las mejoras de prestaciones por desempleo, que entrará en vigor a finales de septiembre, podría hacer que algunas de ellas vuelvan al mercado laboral. Otras normativas al borde del precipicio, como la cancelación de las moratorias de los desalojos a finales de julio, suponen una gran incertidumbre. No obstante, cualquier problema es más probable que se vuelva concentrado más que generalizado porque el mercado de la vivienda se encuentra en auge y las vacantes de trabajo son abundantes.
Para que continúe la recuperación económica, la gente debe estar dispuesta a mezclarse con el resto. Sin embargo, en Estados Unidos y en todo el mundo, eso es precisamente lo que pone en peligro la variante Delta.
Era totalmente inevitable que el crecimiento económico mundial se desaceleraría a causa del ritmo vertiginoso que se ha producido a medida que las economías se han ido recuperando de la pandemia. Sin embargo, últimamente los inversores han comenzado a preocuparse por algo peor: y es que la economía estadounidense, que ha liderado el resurgimiento de los países más ricos del mundo, podría desacelerarse de forma brusca. Además del estrangulamiento de la oferta y la retirada del estímulo monetario, el país, al igual que muchos otros, se enfrenta ahora a la variante delta ultra mega infecciosa. Sigue siendo poco probable que se produzca una desaceleración dolorosa, pero la nueva propagación del virus es el mayor de estas tres amenazas.
Para valorar las probabilidades de que pueda desarrollarse las últimas olas de coronavirus en las naciones más ricas, hay que tener en cuenta que el pasado 20 de julio Estados Unidos informó durante un promedio de siete días de 112 nuevos casos por cada millón de personas. Eso es más o menos como Reino Unido -con una mayor tasa de vacunación, más restricciones y brotes anteriores más letales- estaba a mediados de junio antes de que se conociera la variante Delta. Reino Unido tiene ahora 699 casos por millón, la quinta tasa más alta del mundo. Si para todo lo demás es igual, significa que Delta se propaga dos o tres veces más rápido que la cepa original del virus.
Afortunadamente las vacunas previenen casi todos los casos graves de enfermedades y los tratamientos han mejorado, salvando más vidas entre las personas infectadas. Por ese motivo Inglaterra levantó casi todas las restricciones el pasado 19 de julio. No obstante, las vacunas todavía dejan pasar muchas infecciones sintomáticas sin darnos cuenta: un 12-21% de ellas son para las dosis de Pfizer que más ha usado Estados Unidos. La variante Delta es tan contagiosa que los países tendrán dificultades para vacunar hasta el umbral de la inmunidad de grupo que detiene la propagación de la enfermedad, incluso después de campañas exitosas. Dado que un 44% de los estadounidenses de todas las edades no han recibido aún ni una sola dosis, es probable que los casos en Estados Unidos se disparen. Estados como Misisipi y Luisiana, donde aproximadamente tres de cada cinco personas no están vacunadas, corren el riesgo de sufrir brotes repentinos y graves.
Las consecuencias económicas de esto dependerán de cómo reaccionen los responsables políticos y los ciudadanos. Hasta ahora, Los Ángeles ha decretado nuevamente la mascarilla obligatoria ante el aumento de los contagios y Nueva Orleans está estudiando imponer nuevas restricciones. Aunque las vacunas permitan evitar el regreso a medidas estrictas, los consumidores pueden estar demasiado ansiosos por visitar bares y restaurantes. En Reino Unido, las medidas de movilidad se han reducido ligeramente desde junio, pero el experimento aún es nuevo. El crecimiento exponencial significa que las cosas pueden cambiar rápidamente.
El riesgo de la variante Delta es más preocupante que los otros problemas a los que se enfrenta la recuperación de Estados Unidos; dicha oferta tendrá dificultades para igualar la demanda y el estímulo desaparecerá. Mientras la economía siga abierta, puede superar esos baches.
La escasez, sobre todo de microchips y espacio en los buques portacontenedores, ha elevado la inflación de los precios al consumidor al 5,4%. Los salarios reales han caído durante el último año debido a que el aumento de los precios se ha comido el poder adquisitivo de los trabajadores y hay indicios de que la inflación está comenzando a molestar al consumidor. Sin embargo, durante la pandemia los hogares han conseguido ahorrar 2,5 billones de dólares adicionalmente, equivalente al 12% del PIB en 2019. En junio, un importante número de estadounidenses le dijo a Gallup, un gigante de las encuestas, que ellos mismos lograron prosperar económicamente. Puede ser difícil hacerse con un automóvil a un precio decente, pero mientras los estadounidenses decidan salir de sus hogares, el sector servicios puede impulsar la economía.
La retirada de algunas formas de estímulo incluso puede ayudar. Las industrias de servicios cuentan con pocos trabajadores. El fin a las mejoras de prestaciones por desempleo, que entrará en vigor a finales de septiembre, podría hacer que algunas de ellas vuelvan al mercado laboral. Otras normativas al borde del precipicio, como la cancelación de las moratorias de los desalojos a finales de julio, suponen una gran incertidumbre. No obstante, cualquier problema es más probable que se vuelva concentrado más que generalizado porque el mercado de la vivienda se encuentra en auge y las vacantes de trabajo son abundantes.
Para que continúe la recuperación económica, la gente debe estar dispuesta a mezclarse con el resto. Sin embargo, en Estados Unidos y en todo el mundo, eso es precisamente lo que pone en peligro la variante Delta.
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