martes, 17 de agosto de 2021

España se ofrece a acoger a los trabajadores afganos antes de redistribuirlos al resto de la UE.

17/08/2021
María Zornoza
AFGANOS QUE COLABORARON CON LA UE.
Borrell ha admitido el fracaso de los últimos 20 años "para construir un Estado" en Afganistán, y aseguró que, ahora que los talibanes "han ganado la guerra", hay que "tratar con ellos".
El Alto Representante de la Unión Europea, Josep Borrell, ha anunciado que España se ha ofrecido a asumir la recepción inicial de los refugiados afganos que trabajaron con las tropas o instituciones europeas, y sus familias, para luego ser distribuidos por el resto de los países de la UE que les ofrezcan visados. El anuncio se produce tras una reunión de emergencia por videoconferencia de los 27 ministros de Asuntos Exteriores de la Unión para analizar la crisis en Afganistán y la evacuación de los ciudadanos europeos y personal de las embajadas. "Quiero dar las gracias a España, que se ha ofrecido a crear un hub [centro de distribución] desde el cual los refugiados serán diseminados por el resto de países de la Unión Europea", ha dicho Borrell, quien también ha dado las gracias a Italia, porque sus aviones "evacuarán alrededor de 400 miembros del personal local afgano de la UE y sus familias" al centro de inmigración en España. En la misma rueda de prensa, Borrell ha admitido el fracaso de los últimos 20 años "a la hora de construir un Estado" en Afganistán, y aseguró que, ahora que los talibanes "han ganado la guerra", hay que "tratar con ellos".

"No es cuestión de reconocimiento oficial, sino de tratar con ellos. Tenemos que implicarnos con ellos y, al mismo tiempo, estar muy vigilantes con el respeto de las obligaciones internacionales con las que se han comprometido los talibanes en los últimos 15 años", indicó Borrell tras la videoconferencia de ministros de Exteriores de la UE. Antes de la reunión, el eje franco-alemán ya había marcado el camino de las dos prioridades comunitarias: la evacuación de los ciudadanos europeos y de los locales que han cooperado con las tropas durante estas dos décadas de intervención militar y la coordinación con los países de la vecindad para frenar los flujos migratorios irregulares. Unos 600 locales han contribuido con las misiones a nivel UE en el país. Y solo en Alemania, Angela Merkel estima que será necesario repatriar a 10.000 personas entre nacionales, colaboradores locales y familiares. Pero, de momento, nada de hablar de repartir visados a refugiados.
 Y es que el tono ha cambiado. Las voces en Bruselas afirman que la Unión Europea no puede hacer frente a un drama de refugiados como el acontecido en 2015, cuando más de un millón de refugiados sirios llegó al Viejo Continente huyendo de una guerra que todavía asola al país. El “podemos hacerlo” que casi cuesta el puesto a Angela Merkel hace un lustro se ha transformado en el “tenemos que asegurarnos de que las personas tengan una estancia segura en los países vecinos” y no cometer los errores del pasado cuando no “se dieron suficientes fondos a agencias como ACNUR”. En la misma línea, el presidente galo, Emmanuel Macron, ha subrayado la necesidad de “anticiparse y protegerse de los flujos migratorios irregulares”.

La crisis en Afganistán pone a la Unión Europea contra sus fantasmas históricos en política exterior: el seguidismo de Estados Unidos, su falta de visión estratégica y las fallas para tener unanimidad. Ursula von der Leyen, presidenta de la llamada a ser la Comisión geopolítica, no se ha pronunciado sobre la dramática situación afgana. La llamada a garantizar una salida segura y digna a las personas que deseen abandonar el país ha contado con el desmarque de Hungría y Bulgaria. Y los europeos ya avisan de que no están dispuestos a abrir sus puertas a los centenares de miles de afganos que están abandonando sus hogares para huir del yugo talibán. Pero la crisis de Afganistán es mucho más que una oleada de refugiados: mientras Estados Unidos se lava las manos, Europa se juega mucho. Apenas hay 5.500 kilómetros entre Kabul y Atenas; de Kabul a Washington son 10.000 y un océano.
Apoyo a países vecinos
La intención del bloque comunitario es reforzar el apoyo a los países vecinos ante los previsibles desplazamientos masivos de población. Irán y Pakistán acogen al 90% de los refugiados afganos. Y el objetivo de Bruselas es que permanezcan en la región. La UE del ‘wecolme refugees’ de 2015 no es la misma. El experimento de las cuotas de reparto de refugiados de antaño creó unas divisiones internas que han hecho mucha mella en a nivel interno. Hungría, Polonia, Eslovaquia o Chequia se resistieron a asumir su parte confrontando a Bruselas y alimentando su discurso antiinmigración. Con unas elecciones cruciales en menos de un mes en Alemania y los comicios presidenciales previstos para el próximo año en Francia, los dos pilotos europeos tampoco están dispuestos a asumir el coste político que acarrearía abrir las puertas a los refugiados afganos. Por su parte, Austria ya ha pedido la creación de centros de deportación cerca de Afganistán para solicitantes de asilo. Y la Hungría de Orbán ya ha advertido de que no dejará que “sus ciudadanos paguen por las malas decisiones de Estados Unidos”.

Los afganos son el segundo contingente de solicitantes de asilo más numeroso de la UE. Desde 2015, unos 570.000 han solicitado asilo en algún Estado miembro. Pero decenas de miles han sido deportados por no cumplir los requisitos para pedir protección internacional. Para Europa, el país ha sido considerado seguro durante los últimos años a pesar de que el índice de paz global de 2020 lo clasificó como el menos seguro del mundo por segundo año consecutivo.

Hace poco más de una semana, durante los primeros embates de la milicia islamista y la conquista de las primeras capitales, seis países —Bélgica, Dinamarca, Alemania, Grecia, Países Bajos y Austria— pidieron a la Comisión continuar con la deportación forzada de migrantes para evitar dar “una señal equívoca” y “motivar a más personas a abandonar sus hogares”. Días después, los insurgentes ya se habían hecho con el control del país, denotando una realidad patente desde Washington a Bruselas: el avance fulminante de los talibanes no estaba en los cálculos de la seguridad transatlántica.
¿Qué se juega la UE en Afganistán?
Estabilidad regional, auge del terrorismo, credibilidad y una potencial crisis migratoria. El impacto de la crisis afgana en Europa es mucho y multidisciplinar, aunque hasta la fecha haya sido incapaz de soltar la mano de su hermano mayor, Estados Unidos. Aunque la intervención militar se coordinó en el seno de la OTAN, los europeos han aplicado en el país una estrategia seguidista de Estados Unidos. Nunca iba a ser un buen momento para abandonar el país, pero los europeos replicaron a gran velocidad la decisión de Washington de abandonar bruscamente el país aun cuando, tras 20 años, las fuerzas internacionales habían sido incapaces de establecer un acuerdo de paz sólido y unos pilares democráticos y económicos prósperos en el país. El impacto de la crisis afgana en Europa es multidisciplinar, aunque hasta la fecha haya sido incapaz de soltar la mano de su hermano mayor, Estados Unidos Aunque se levanten muros y se disuada a los refugiados con el discurso político, el drama migratorio llegará a Europa. Las personas que han entrado en la UE por la ruta de los Balcanes Occidentales, mayormente sirios y afganos, han incrementado este año un 90% en comparación con el mismo periodo de 2020, según datos de Frontex. Además, los 5.500 kilómetros que separan Atenas de Kabul no son los más de 10.000 que alejan al país de Washington. Las implicaciones de seguridad son muchas para Europa. Aunque fuentes europeas aseguran que los talibanes de hoy no son los mismos de hace 20 años porque se han dado cuenta de que necesitan a la comunidad internacional para “desarrollo o inversiones”, la esencia fundamentalista y radical está en el ADN de este grupo. El riesgo de que la conquista talibana dé pie a un nuevo centro neurálgico para terroristas sigue estando ahí.

De momento, los relatos de mujeres a las que se le niega asistir a la universidad ya están floreciendo. El fundamentalismo es la esencia del grupo islamista y mujeres y niñas serán, con mucha probabilidad, una de sus víctimas más inmediatas. “El país necesita una solución política y duradera que proteja los derechos de las mujeres y permita a sus ciudadanos vivir con seguridad y dignidad. Hay que garantizar el asilo a todos aquellos que corren el riesgo de ser perseguidos”, ha señalado David Sassoli, presidente del Parlamento Europeo. Con el vacío que dejó la anterior Administración Donald Trump como líder del multilateralismo, la UE vio su oportunidad de abanderar el modelo de la diplomacia y la defensa de los derechos humanos en el mundo. Su credibilidad en este campo también está en juego en Afganistán. Entretanto, China y Rusia ya han anunciado que mantendrán a sus equipos en el país. Los dos países continúan con la estrategia expansionista de los últimos años llenando los vacíos de un Occidente falto de rumbo. Vladímir Putin ya lo hizo con Siria, Libia o en la vecindad europea. China es cada vez más fuerte en América Latina o África y los talibanes no evitarán que deje caer sus intereses comerciales en esta parada clave de la nueva ruta de la seda. También Irán tendría desplegadas sus milicias 'proxy' sobre el terreno. Y a los tres países les une un interés por contrarrestar el poder de Estados Unidos y Europa.
Arranca la autocrítica
En apenas 20 días, la República Islámica de Afganistán se ha transportado al Emirato Islámico de Afganistán de comienzos del milenio. El fallo de cálculo ha sido enorme. El martes, Borrell pedía al Gobierno afgano que dialogase con los talibanes. El domingo no había Gobierno afgano. Durante los años de la intervención militar más longeva de la Alianza Atlántica, la inversión europea a nivel humano y económico ha sido muy reducida comparada con la de Estados Unidos. El principal rol de la UE ha sido desembolsar miles de millones en desarrollo y ayuda humanitaria para apoyar a un Gobierno que pudiese dar estabilidad y prosperidad a los afganos, algo que se ha derrumbado en apenas horas. En su primera crisis desde la llegada a la Casa Blanca, Joe Biden ha defendido esta retirada sin entonar un ‘mea culpa’. Su justificación ha dejado frases para la historia: “El objetivo del despliegue nunca fue construir una nación democrática, sino luchar contra el terrorismo”. “EEUU no podía ni debía seguir luchando en una guerra que los afganos no están dispuestos a librar”. El fallo de cálculo en Afganistán y su caída ha sido enorme Más modestas han sido las primeras respuestas de este lado del Atlántico. Charles Michel, presidente del Consejo Europeo, advierte de que la situación actual deja muchas lecciones que aprender. Desde el equipo de Angela Merkel lo han definido como “la mayor debacle de la historia de la OTAN”. Occidente continúa sin aprender que las victorias sobre el terreno no se traducen en victorias sobre la batalla de las ideas. Especialmente en países a miles de kilómetros con un entramado de tribalismo, presente y pasado, tan complejo. La Eurocámara ha pedido una nueva estrategia europea para Afganistán que se adapte a las nuevas circunstancias. “La UE debe afrontar la crisis humanitaria de forma urgente acelerada con el conflicto, los desplazamientos, la inseguridad alimentaria, las sequías y la pandemia de la covid-19”, aventura la comisión de Asuntos Exteriores liderada por el alemán David McAllister. La UE no tiene gran capacidad para influenciar los acontecimientos en el país. Como en todo gran conflicto, el 'decision-making' se cocina en París o Berlín. Pero fuentes comunitarias aseguran ya que un regreso de las tropas europeas no es una opción.

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