01/11/2022 Rosalía Sánchez |
Los sondeos dan la victoria a la socialdemócrata Mette Frederiksen, pero con una ventaja muy corta. El liberal Rasmussen puede ser el árbitro que decida la formación del Ejecutivo
Desde que asumió el gobierno de Dinamarca, la socialdemócrata Mette Frederiksen ha intentado mantener un frágil equilibrio entre la política clásica de la izquierda y la política dura de asilo e integración de la derecha. La receta funcionó bastante bien hasta que la primera ministra ordenó el sacrificio de 17 millones de visones, como respuesta a la aparición de una mutación de Covid-19 que podía comprometer las futuras vacunas. Frederiksen actuó sin la necesaria cobertura legal y en la posterior investigación quedó muy tocada.
En junio dictaminó una comisión parlamentaria que sus declaraciones al respecto habían sido «gravemente engañosas» y se vio obligada a adelantar las elecciones ante una inminente moción de censura. Los sondeos adelantan que logrará una mayoría precaria y dos nuevas fuerzas políticas se presentan como decisivas para volcar el resultado a favor del bloque de izquierdas o de derechas: se trata de dos partidos de reciente creación fundados por sendas figuras de peso procedentes del Partido Liberal.
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