17/06/2023 Olivier Pauchard |
Tras la crisis financiera y económica de 2008, los gobiernos necesitaron una enorme cantidad de dinero para evitar el colapso del sistema. En este contexto, el hecho de que empresas multimillonarias pudieran evadir impuestos en su mayor parte aprovechando las oportunidades que ofrecen los "paraísos fiscales" ya no era realmente aceptable.
Por eso, tras largas negociaciones, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha logrado sacar adelante una reforma mundial que exige un tipo impositivo mínimo del 15% para las multinacionales con ventas anuales superiores a 750 millones de euros.
Países como Luxemburgo, Irlanda y Suiza han atraído durante mucho tiempo a grandes multinacionales a sus lares, gracias a sus atractivos tipos impositivos. Pero estos países han tenido que plegarse a la decisión de la OCDE, a riesgo de sufrir medidas de represalia. Suiza tiene la particularidad de someter esta decisión a votación popular, dado que la cuestión afecta a la Constitución. Y todo aquello que modifique a la Carta Magna debe pasar por el voto popular.
El Gobierno y la mayoría del Parlamento recomiendan la aceptación de esta imposición mínima. Curiosamente, la única oposición significativa procede del Partido Socialista, un partido que lleva mucho tiempo haciendo campaña a favor de una mayor imposición de las grandes empresas.
La cuestión fundamental, es decir, la imposición mínima del 15%, no se discute. Sin embargo, la izquierda no está de acuerdo con la distribución de los fondos adicionales generados por este cambio en el impuesto de sociedades. El proyecto presentado al electorado prevé que tres cuartas partes de los ingresos adicionales vayan a los cantones y sólo una cuarta parte a la Confederación. La izquierda preferiría un reparto al 50%, ya que, en su opinión, la Confederación podría distribuir los fondos de forma más equitativa en beneficio del conjunto de la población.
Por eso, tras largas negociaciones, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) ha logrado sacar adelante una reforma mundial que exige un tipo impositivo mínimo del 15% para las multinacionales con ventas anuales superiores a 750 millones de euros.
Países como Luxemburgo, Irlanda y Suiza han atraído durante mucho tiempo a grandes multinacionales a sus lares, gracias a sus atractivos tipos impositivos. Pero estos países han tenido que plegarse a la decisión de la OCDE, a riesgo de sufrir medidas de represalia. Suiza tiene la particularidad de someter esta decisión a votación popular, dado que la cuestión afecta a la Constitución. Y todo aquello que modifique a la Carta Magna debe pasar por el voto popular.
El Gobierno y la mayoría del Parlamento recomiendan la aceptación de esta imposición mínima. Curiosamente, la única oposición significativa procede del Partido Socialista, un partido que lleva mucho tiempo haciendo campaña a favor de una mayor imposición de las grandes empresas.
La cuestión fundamental, es decir, la imposición mínima del 15%, no se discute. Sin embargo, la izquierda no está de acuerdo con la distribución de los fondos adicionales generados por este cambio en el impuesto de sociedades. El proyecto presentado al electorado prevé que tres cuartas partes de los ingresos adicionales vayan a los cantones y sólo una cuarta parte a la Confederación. La izquierda preferiría un reparto al 50%, ya que, en su opinión, la Confederación podría distribuir los fondos de forma más equitativa en beneficio del conjunto de la población.
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