La
especie Felis silvestris contiene tres subespecies: Felis silvestris
silvestris (gato salvaje europeo), Felis silvestris libyca (gato salvaje
africano) y Felis silvestris catus (domesticado debido al desarrollo de
la agricultura en el séptimo milenio A.C.).
Algunos gatos domésticos regresan a la vida salvaje o semi-salvaje,
creando colonias en zonas urbanas que pueden alcanzar el centenar de
felinos. Se estima que en España hay unos dos millones de gatos
callejeros. Esta población está compuesta, en parte, por gatos que han
huido y no han regresado con sus dueños. Según un estudio en los Estados
Unidos, el 60% de los gatos domésticos no esterilizados se convierte en
gatos callejeros. En parte, estos gatos son abandonados: en España se
abandonan unos 200.000 animales domésticos cada año, récord europeo poco
glorioso.
Los gatos callejeros que han vivido cerca de los humanos se consideran
medio-salvajes, estos se pueden volver a domesticar. La descendencia de
los anteriores ya no se puede domesticar al no haber vivido con humanos.
Se forman colonias por falta de depredadores naturales y por la
existencia de fuentes de comida, la gente que lleva alimentos contribuye
en la formación de estas colonias.
Los gatos callejeros, así como los domésticos, pueden tener un impacto
importante sobre la fauna autóctona, cazando avecillas, roedores y
reptiles.
Aunque ayudan a regular otras plagas urbanas, como aves o roedores,
pueden llegar a un número muy elevando y ser fuente de molestias. Las
molestias que generan las agrupaciones de gatos callejeros son de tipo
ambiental/bienestar y sanitario. Un gran número de personas teme la
mordedura de un perro vagabundo, por el riesgo de heridas y la
transmisión de la rabia. En cambio, los gatos crean molestias por formar
colonias muy numerosas, sobretodo en lugares donde encuentran fuentes
humanas de comida, como cerca de los basureros. Una de las molestias son
los ruidos que producen al maullar, especialmente durante el periodo de
celo o por disputas de territorio. Además, generan mucha suciedad en
las cercanías donde se alimentan al esparcir alimentos y basura, también
por sus excrementos y olores de marcado de territorio, lo que puede
atraer e incrementar a otras plagas como los insectos.
Asimismo, los gatos callejeros son un riesgo sanitario por las
enfermedades que pueden transmitir a los animales domésticos y a los
humanos. Las enfermedades que afectan a otros animales pueden ser de
origen parasitario (pulgas, sarna, lombrices,...), bacteriológico,
fúngico o viral (rabia, micosis internas y externas, hemobartonelosis,
leucemia viral, inmunodeficiencia viral felina,...). Se transmiten por
contacto directo (mordedura, arañazo, contacto sexual) o indirecto a
través de los excrementos o alimentos contaminados pero también por
insectos como pulgas, piojos, cucarachas, escarabajos o roedores. Los
gatos pueden transmitir enfermedades a los humanos por vectores
similares: mordedura, arañazo o contacto directo e indirecto (por
alimentos contaminados por ejemplo). Se trata de enfermedades como la
rabia, enfermedad por arañazo de gato (bartonellonosis), tuberculosis,
salmonelosis o toxoplasmosis. Recientemente, se ha descubierto que los
gatos pueden ser portadores de la cepa de la gripe aviaria H5N1, pues
podrían infectar a la población con este virus.
Para minimizar el riesgo de contraer enfermedades asociadas a los
felinos, hay que evitar al máximo el contacto con los animales enfermos,
lavarse las manos o desinfectarlas en caso necesario. Ponerse guantes
en caso de contacto prolongado con substancias contaminadas y evitar las
heridas respetando las medidas de seguridad adecuadas. En casos
particulares se pueden también poner barreras físicas de protección como
los cercados eléctricos.
A largo plazo, la solución es limitar la población portadora, es decir,
el número de gatos infectados. Una solución es atraparlos, lo que
implicaría tener que encontrarles un hogar, lo que no es posible para
todos los gatos, o eliminarlos. Encontrarles un nuevo sitio para vivir
es difícil, en primer lugar por falta de espacio en los refugios y de
personas que quieren adoptarlos. En segundo lugar porque los gatos
callejeros son salvajes y están poco o nada acostumbrados a los humanos.
Solo no se pueden adoptar a los gatitos de menos de 8 semanas y a los
gatos abandonados que habían vivido entre nosotros. Muchos de ellos
están enfermos, lo que presenta un peligro tanto para los humanos como
para los animales domésticos. Sacrificar gatos capturados tampoco es una
solución adecuada, las leyes de protección de animales prohíben tal
práctica.
Hay gente que cree que el envenenamiento puede ser una solución muy
efectiva y fácil de aplicar. Pero es un método poco responsable,
peligroso y, sobretodo, ilegal: aparte de ser poco eficaz, porque los
gatos se vuelven recelosos a la comida, pueden dar casos de
envenenamientos secundarios a otras especies: gatos y perros domésticos,
fauna salvaje (buitres, zorros, aves rapaces,...). Pudiendo ser aún más
trágico si un niño tocara y comiera un alimento envenenado.
La eliminación de colonias no erradica el problema, el vacío creado es
rápidamente ocupado por otros. Además, la reducción drástica de una
población de este depredador contribuiría a la proliferación de otras
plagas como las de roedores y/o aves.
La única medida de control para los gatos callejeros que perjudica al
mínimo el medioambiente, a los animales de compañía y a los humanos es
lo que se conoce en inglés por las siglas TNR (Trap-Neuter-Return) o
capturar-esterilizar-soltar. Consiste en atrapar a la mayoría de los
gatos de una colonia, provocar la muerte por eutanasia a los que tienen
enfermedades fatales, esterilizar y vacunar a los gatos sanos y
devolverlos a la colonia. Esto implica una campaña organizada antes de
la captura y de un posterior seguimiento. Económicamente se requieren
muchos recursos humanos y financieros, pero es rentable a largo plazo.
Aparte de las campañas de TNR, es necesario también explicar a la gente
la necesidad de esterilizar a sus mascotas, responsabilizarlos sobre los
riesgos que implica el abandono y sobre las consecuencias de alimentar a
los gatos callejeros. En Francia, por ejemplo, para incentivar la
esterilización de los animales de compañía, la Sociedad Protectora de
Animales (SPA) ha creado una subvención para personas con bajos ingresos
(tales como estudiantes o desempleados). Estos reciben un vale para
esterilizar, vacunar y tatuar a las mascotas en un veterinario asociado a
mitad de precio.
Las intervenciones y el cuidado de las protectoras permiten limitar las
colonias porque dejan sueltos animales sanos y esterilizados. De esta
manera, los gatos no se reproducen, pero tampoco rompe el equilibrio del
ecosistema y permite proteger tanto a los animales domésticos como a
los animales salvajes. Desgraciadamente, las protectoras no disponen de
suficientes medios humanos, financieros y legislativos para impedir que
personas sin experiencia en el control de plagas pongan alimentos
envenenados, lo que supone un peligro para animales y hombres.
Por eso, los que tienen que actuar activamente son los gobiernos, que
tienen los medios y el poder para limitar la plaga de gatos callejeros a
corto plazo por medios propios o ayudando las protectoras. A largo
plazo, con programas educativos para evitar el abandono de animales,
evitar la puesta de alimentos envenenados por particulares (con multas
disuasivas, por ejemplo), y también con programas para incitar a los
dueños de mascotas a esterilizarlas sistemáticamente, creando por
ejemplo una subvención, para hacer asequible el precio de la operación.
Fuente: Pest Control News Noviembre 07
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