3/8/2018 |
La huelga y las concentraciones con las que los taxistas han tratado de paralizar las grandes ciudades es solo el penúltimo capítulo de un conflicto que arrancó hace diez años, cuando la tecnología se inyectó en vena en el transporte urbano, como lo hizo en todas las actividades industriales y de servicios para agilizarlas, abaratarlas, democratizarlas y mejorar su calidad. Desde entonces los taxistan han tratado de resistirse desde su posición monopolística a una apertura genérica del mercado practicada por los gobiernos en virtud de la ley de Ordenación de Transportes Terrestres, y a una ampliación de socios dentro de sus nichos mercantiles locales, cuya regulación por la via de concesión de licencias es de los ayuntamientos. Seguir leyendo>>
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