23/9/2018 Elvira Lindo |
Lo celebraban sus seguidores en los mítines. Al fin un presidente que les permitía desempolvar los viejos y queridos chistes de negros, de gais (lo que toda la vida de Dios se ha dado en llamar maricones o mariquitas), de putas, de solteronas salidas, feministas feas y rencorosas o mexicanos violadores. Al fin alguien que les aplaudía en su legítima necesidad de llamar a las cosas por su nombre y volver al tradicional escalafón en el que los denostados hombres blancos miraban al resto de la diversidad humana desde arriba. También incorporó el presidente, siempre en la vanguardia del humor, una burla, con mímica ingeniosa incluida, de una persona discapacitada. Por supuesto, que muchos, millones, le rieron el chiste. ¿Por qué no? La risa siempre es bienvenida, alivia las tensiones, y nos permite transgredir las normas. Eso sí, amigo, siempre que las víctimas de la transgresión sean otros, y podamos hacer luego la consiguiente burla de los ofendidos. Seguir leyendo>>
No hay comentarios:
Publicar un comentario