07/05/2021 |
La Moncloa no está a la vuelta de la esquina.
Desde la derrota en las elecciones generales y la formación del gobierno socialista-comunista, Casado y su equipo viven en una pintoresca montaña rusa. Las gallegas dieron excelentes frutos mientras que las vascas fueron muy malas pero se vieron eclipsadas por la catástrofe de las catalanas. Ahora toca estar arriba mirando al horizonte con enorme optimismo tras la contundente victoria de Ayuso en Madrid. La Moncloa se ve al alcance de la mano y el cambio de ciclo se ha convertido en la soflama favorita para insuflar optimismo a las huestes que hace no tanto estaban alicaídas. El fervor recorre la calle Génova y el repique de tambores anuncia una marcha gloriosa. Un breve trayecto de unos kilómetros para ocupar el palacio presidencial. El mal rollo con Ayuso y su equipo, algo que es un secreto a voces, no enturbia la felicidad que se palpa y todos quisieran que las elecciones fueran mañana. Ahora solo quedan dos derechas mientras que hay tres izquierdas. Donde las dan, las toman. Cosas de la política y la vida real. El PP se abalanza ahora como un ave de rapiña sobre los restos del escuálido ejército de Ciudadanos con la chequera dispuesta, como un nuevo rico, para comprar, incluso, maquinaria averiada.
En Génova basta con haber militado en ese partido, no importa lo que se hubiera dicho contra el PP o incluso ser conflictivo y haber fracasado en su circunscripción. Todo es bueno para la cocina del convento. Se les puede ofrecer cargos, candidaturas o acomodo en una fundación cuya actividad es un arcano, pero al menos permite tener una tarjeta de visita y soñar con un escaño en el Congreso. Es otro hito en el proceso de profesionalización de la política, porque tenemos auténticos «yonquis» que no tienen otra profesión que vivir a costa del erario. No hay duda de que los vientos soplan a favor del PP, por lo menos de momento, pero esto de la política es un negocio muy incierto y todos sufren la montaña rusa. El único problema es que Sánchez es un resistente, pero que muy resistente, y piensa agotar la legislatura. Con lo que ha aguantado hasta ahora sería un insensato, y no lo es, si convocara elecciones anticipadas antes de que lleguen los fondos europeos. Es bueno tener siempre presente el dicho de «espera lo mejor, prepárate para lo peor y acepta lo que venga». La Moncloa no está a la vuelta de la esquina.
Desde la derrota en las elecciones generales y la formación del gobierno socialista-comunista, Casado y su equipo viven en una pintoresca montaña rusa. Las gallegas dieron excelentes frutos mientras que las vascas fueron muy malas pero se vieron eclipsadas por la catástrofe de las catalanas. Ahora toca estar arriba mirando al horizonte con enorme optimismo tras la contundente victoria de Ayuso en Madrid. La Moncloa se ve al alcance de la mano y el cambio de ciclo se ha convertido en la soflama favorita para insuflar optimismo a las huestes que hace no tanto estaban alicaídas. El fervor recorre la calle Génova y el repique de tambores anuncia una marcha gloriosa. Un breve trayecto de unos kilómetros para ocupar el palacio presidencial. El mal rollo con Ayuso y su equipo, algo que es un secreto a voces, no enturbia la felicidad que se palpa y todos quisieran que las elecciones fueran mañana. Ahora solo quedan dos derechas mientras que hay tres izquierdas. Donde las dan, las toman. Cosas de la política y la vida real. El PP se abalanza ahora como un ave de rapiña sobre los restos del escuálido ejército de Ciudadanos con la chequera dispuesta, como un nuevo rico, para comprar, incluso, maquinaria averiada.
En Génova basta con haber militado en ese partido, no importa lo que se hubiera dicho contra el PP o incluso ser conflictivo y haber fracasado en su circunscripción. Todo es bueno para la cocina del convento. Se les puede ofrecer cargos, candidaturas o acomodo en una fundación cuya actividad es un arcano, pero al menos permite tener una tarjeta de visita y soñar con un escaño en el Congreso. Es otro hito en el proceso de profesionalización de la política, porque tenemos auténticos «yonquis» que no tienen otra profesión que vivir a costa del erario. No hay duda de que los vientos soplan a favor del PP, por lo menos de momento, pero esto de la política es un negocio muy incierto y todos sufren la montaña rusa. El único problema es que Sánchez es un resistente, pero que muy resistente, y piensa agotar la legislatura. Con lo que ha aguantado hasta ahora sería un insensato, y no lo es, si convocara elecciones anticipadas antes de que lleguen los fondos europeos. Es bueno tener siempre presente el dicho de «espera lo mejor, prepárate para lo peor y acepta lo que venga». La Moncloa no está a la vuelta de la esquina.
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