14/06/2021 |
El PP teme verse en una espiral de protestas contra Sánchez que acabe lastrando su crecimiento y recuerdan que Rajoy perdió cuando hizo una oposición de pancarta a Zapatero.
La manifestación de ayer, convocada en la plaza de Colón contra los indultos, atrajo a miles de ciudadanos, que acabaron convirtiendo la protesta en un grito contra el Gobierno de Sánchez. Las imágenes fueron más o menos las esperadas, quizás con cierta expectativa no del todo cubierta en las filas del centro derecha sobre el número de asistentes. Los tres líderes del bloque estuvieron en Colón, pero por separado y evitando en todo momento repetir la foto de hace dos años. No hubo foto, pero también esto es señal de que no hay unidad de acción ni siquiera en este tema porque las siglas de la derecha compiten por ver quién capitaliza mejor el malestar social contra la política de Sánchez.
La escenificación de la oposición a Sánchez provocó lecturas inmediatas en clave de análisis de partido tanto en el Gobierno como en las principales fuerzas. Colón entronizó, como se esperaba, al líder de Vox, Santiago Abascal, y a la presidenta de la Comunidad de Madrid, Isabel Díaz Ayuso. Quienes estaban allí, entre ellos representantes de la dirección nacional del PP con Pablo Casado al frente, tuvieron oportunidad de constatar el furor que despiertan Ayuso y Abascal. Son dos fenómenos de masas, vitoreados y aclamados por sus seguidores. Ayuso hizo sombra a Casado, lo que temen en Génova, pero esto da más sentido a la decisión de que el líder popular estuviera en Colón para no dejar todo el espacio despejado a la presidenta madrileña.
La derecha nacional que ayer se reunió en Colón no ocultó que es fan de Ayuso, como también acogió con entusiasmo a la ex portavoz del PP en el Congreso Cayetana Álvarez de Toledo.
El PP no quería la foto con Abascal, pero en Vox tampoco la buscaron con Casado porque saben que entre quienes estaban ayer en Colón hay mucha voz crítica con la gestión que el Gobierno de Rajoy hizo de la declaración unilateral de independencia y del referéndum ilegal del 1-O.
Las primeras reflexiones del PP se resumen en una idea clave, que admite debate: «La calle no da votos». En las filas populares entienden que Casado se haya visto obligado a hacer acto de presencia ante la convocatoria impulsada por la plataforma que preside Rosa Díaz, pero temen también que la dirección del partido pueda verse enredada en «una encerrona de protestas en la calle, convocadas desde fuera» al hilo de cada una de las próximas decisiones que pueda tomar Sánchez con los indultos y la mesa de diálogo. Este «la calle no da votos» se sostiene en el ejemplo de lo que le ocurrió a Mariano Rajoy durante la primera legislatura de Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero, cuando el PP optó por una oposición de protesta de pancarta que no impidió que Zapatero ganara en las siguientes elecciones por una mayoría más amplia.
Quienes estaban ayer en Colón son en su mayoría votantes del centro derecha, no es voto añadido, y en el PP creen que Casado no suma por el centro si no encuentra una línea de oposición institucional efectiva y dura, y tampoco por la parte «ultra», que la tiene copada Vox.
Tanto la dirección del PP como la cúpula naranja acudían a Colón con la intención de mantener un perfil bajo, huidizo con el escenario, y dentro de una organización del terreno en la que Vox demostró su dominio para colocar hábilmente a sus fieles en el sitio oportuno para recibir con entusiasmo a sus líderes.
Vox no ocultó sus colores, a diferencia de PP y Ciudadanos que optaron por un perfil bajo, por aquello de dejar el protagonismo a los manifestantes, en lo que es otro síntoma de los diferentes posicionamientos estratégicos con los que los tres partidos manejan la respuesta a los indultos a los líderes del «procés». PP y Cs preferían rechazar los indultos por la vía institucional y evitando las calles.
«Casado ha hecho lo que tenía que hacer. Ha estado donde tenía que estar. Y seguirá liderando la oposición contra Sánchez en todos los ámbitos», explicaban desde Génova, nada más terminar la protesta. De la misma manera que la dirección nacional se apresuró a utilizar sus satélites para desmarcarse radicalmente de las declaraciones que acababa de hacer Ayuso sobre el Rey y los indultos. La presidena se preguntó si se hará «cómplice» al Rey con la firma de los indultos, a lo que desde Génova aclararon que no tenían ni idea de lo que iba a decir y que estaban sorprendidos por sus palabras porque «rozan la Constitución».
El Rey no se puede negar a firmar los indultos porque esta obligación viene recogida en la Constitución, pero tampoco es responsable de su contenido. «Aquí nadie sabía nada. Hemos alucinado», explicaron desde la dirección del partido, sin que ni siquiera hiciera falta preguntar.
El Gobierno buscó protección del clamor que se escuchó en Colón contra su política con el argumento de que estas movilizaciones «fascistas» son su «salvavidas» porque les ayudan, a su vez, a activar a su votante con la pancarta del «antifascismo».
Las elecciones de Madrid confirmaron esta desmovilización del electorado de izquierdas. La concentración de ayer fue calificada de «narcosala de la ultraderecha», llena de «proclamas de cartón piedra». «Sólo demuestra su impotencia», proclamó la vicepresidenta, Carmen Calvo.
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