10.07.2021 |
La ‘crisis del chuletón’ ha sido la señal visible que ha desencadenado un cambio de gobierno cantado, pero no en sus dimensiones. El presidente lo ha desmontado como si fuera un mecano, y ha dejado fuera a pesos pesados como Ábalos y Calvo, además de relevar al todopoderoso jefe de Gabinete, Iván Redondo. Desde hace semanas, prácticamente todos los miembros del Ejecutivo habían entrado en las quinielas del cambio, lo que les convertía en ‘patos cojos’ políticos. El vídeo de Alberto Garzón sobre la reducción del consumo de carne ejemplificó esta situación, y también la falta de comunicación y coordinación entre carteras de la que se venía quejando Unidas Podemos.
La retadora respuesta de Pedro Sánchez –“un chuletón al punto es imbatible”- alimentó los rumores. Y constató que cualquier declaración podía interpretarse como un mensaje letal. Pero no necesariamente iba a ser así. Durante este tiempo se ha pactado que la crisis no podía afectar a la proporción de carteras firmada en el acuerdo de coalición entre Unidas Podemos y PSOE. El peso de la crisis se ha situado en los ministros socialistas. Todos los de Unidas Podemos permanecen en sus puestos, lo que aleja la posibilidad de ruptura con sus aliados.
Además de la pandemia, con sus terribles consecuencias sanitarias y económicas, el Gobierno de Pedro Sánchez se ha ido desgastando en numerosos frentes: la compleja crisis con Marruecos; el menosprecio de Washington; el arriesgado proceso de los indultos y el incierto panorama que abre la ‘mesa de diálogo’ con el separatismo catalán ; los roces constantes entre los ministerios económicos, encargados de afrontar las reformas laboral y de pensiones, la factura de la luz y el combustible, el déficit disparado, el ingreso mínimo vital o el salario mínimo interprofesional; las protestas por la ley de Educación Celáa; o el pulso entre Carmen Calvo e Irene Montero sobre las leyes ‘trans’ y libertad sexual, que se han saldado a favor de la segunda.
Una erosión que los estrategas de La Moncloa creían soportable a principios de año. Los presupuestos estaban aprobados y el PP, noqueado. El fiasco de la moción de censura de Murcia cambió todo. La rotunda victoria de Isabel Díaz Ayuso resucitó al PP como alternativa capaz de centrifugar los votos de Ciudadanos y frenar el crecimiento de Vox. Es simbólico que Sánchez haya anunciado su nuevo gobierno justamente al día siguiente de que Ayuso se presentara en La Moncloa para hablar de Madrid… como alternativa de Gobierno.
El cambio en el Gobierno se presenta como una decisión encaminada a dotarlo de más impulso político. Nada nuevo en una crisis ministerial. Las fotos del primer gobierno han amarilleado muy rápidamente. Pedro Sánchez consolida a Nadia Calviño, imprescindible en la gestión de los fondos europeos y la política económica. Y conforma un Ejecutivo más cercano a la organización socialista, con mensajes a los barones críticos y con vistas a dos años decisivos, con elecciones autonómicas y generales en el horizonte. La sustitución de Iván Redondo, el asesor sin carné y cerebro de la estrategia presidencial, por Óscar López, de dilatada experiencia en el partido, es todo un mensaje.
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