26/08/2021 Eugenio García Gascón |
El golpe terrorista en la capital afgana deja ganadores y perdedores en el escenario internacional. Los atentados llegan en el peor momento para el presidente estadounidense y su menguante prestigio corre el riesgo de desmoronarse completamente. Los ganadores aparentes son Israel y los talibanes, que ven reforzada su posición en la región.
Los atentados del jueves por la tarde contra el aeropuerto de Kabul confirman que la situación en Afganistán no es de vino y rosas sino de una complejidad que va bastante más allá de la reciente victoria talibán, y anuncian que el nuevo teatro tardará en reconducirse si es que llega a reconducirse de una manera satisfactoria y estable en el futuro.
Los servicios de inteligencia americanos lo habían advertido repetidamente en los últimos días en dos fases, primero diciendo que algo así podía ocurrir y después anunciando abiertamente que un atentado era "muy inminente". Las explosiones por lo tanto no sorprenden y su incidencia sobre el terreno es por el momento incierta, yendo más allá de un serio aviso a los occidentales y a los talibanes.
La inteligencia americana había señalado como los grupos más peligrosos al Estado Islámico de Jorasán (ISIS-K) y también a Al Qaeda, sobre todo al primero. El miércoles The New York Times estimaba que el Estado Islámico de Jorasán cuenta con hasta 2.000 efectivos en Afganistán, y que a su lado la ideología de los talibanes palidece como demasiado moderada.
Estos grupos son de naturaleza muy enigmática y es bastante probable que estén infiltrados en mayor o menor grado, más bien en mayor grado, por servicios de inteligencia foráneos. Recordemos que tanto uno como otro operaron en Siria durante los años más violentos de la guerra civil y que sus operaciones los colocaron durante mucho tiempo junto a la frontera israelí del Golán sirio ocupado.
No solo no atacaron a Israel, sino que observadores de las Naciones Unidas certificaron que hubo decenas de contactos amistosos entre las fuerzas israelíes y los yihadistas del otro lado de la frontera, llegándose a atender a yihadistas heridos en hospitales israelíes, y trasladándose material, probablemente armas, del lado israelí al sirio. Por aquel tiempo, la televisión siria difundió imágenes de alijos de armamento israelí nuevo en posesión del Estado Islámico.
Eso sin tener en cuenta que tanto el Estado Islámico como Al Qaeda, en su versión del Frente al Nusra, contaron con apoyo logístico, económico y militar directo e indirecto de potencias occidentales y regionales, incluido Israel, durante sus operaciones en Siria.
Los atentados del jueves por la tarde contra el aeropuerto de Kabul confirman que la situación en Afganistán no es de vino y rosas sino de una complejidad que va bastante más allá de la reciente victoria talibán, y anuncian que el nuevo teatro tardará en reconducirse si es que llega a reconducirse de una manera satisfactoria y estable en el futuro.
Los servicios de inteligencia americanos lo habían advertido repetidamente en los últimos días en dos fases, primero diciendo que algo así podía ocurrir y después anunciando abiertamente que un atentado era "muy inminente". Las explosiones por lo tanto no sorprenden y su incidencia sobre el terreno es por el momento incierta, yendo más allá de un serio aviso a los occidentales y a los talibanes.
La inteligencia americana había señalado como los grupos más peligrosos al Estado Islámico de Jorasán (ISIS-K) y también a Al Qaeda, sobre todo al primero. El miércoles The New York Times estimaba que el Estado Islámico de Jorasán cuenta con hasta 2.000 efectivos en Afganistán, y que a su lado la ideología de los talibanes palidece como demasiado moderada.
Estos grupos son de naturaleza muy enigmática y es bastante probable que estén infiltrados en mayor o menor grado, más bien en mayor grado, por servicios de inteligencia foráneos. Recordemos que tanto uno como otro operaron en Siria durante los años más violentos de la guerra civil y que sus operaciones los colocaron durante mucho tiempo junto a la frontera israelí del Golán sirio ocupado.
No solo no atacaron a Israel, sino que observadores de las Naciones Unidas certificaron que hubo decenas de contactos amistosos entre las fuerzas israelíes y los yihadistas del otro lado de la frontera, llegándose a atender a yihadistas heridos en hospitales israelíes, y trasladándose material, probablemente armas, del lado israelí al sirio. Por aquel tiempo, la televisión siria difundió imágenes de alijos de armamento israelí nuevo en posesión del Estado Islámico.
Eso sin tener en cuenta que tanto el Estado Islámico como Al Qaeda, en su versión del Frente al Nusra, contaron con apoyo logístico, económico y militar directo e indirecto de potencias occidentales y regionales, incluido Israel, durante sus operaciones en Siria.
Se da la circunstancia que las explosiones de Kabul se produjeron solo unas horas antes de la primera reunión entre el Biden y el primer ministro israelí Naftalí Bennett, un encuentro en el que Bennett quería hablar de Irán y eludir la ocupación palestina. A las 18.31 horas, un comunicado de la oficina de prensa del gobierno hebreo comunicó que "debido a los acontecimientos de Afganistán", el encuentro se había aplazado.
The New York Times señaló el miércoles que el Estado Islámico de Jorasán se creó hace seis años por un grupo de talibanes paquistaníes desafectos, y que entre sus tácticas figuran los atentados suicidas, con la amenaza concreta de infiltrarse entre la multitud que desde hace diez días espera la evacuación fuera del aeropuerto de Kabul, tal y como ocurrió el jueves, solo un día después.
La primera consecuencia de los atentados es que debilitan la posición del presidente Biden tanto dentro de EEUU como fuera. Biden, como el partido demócrata, es hoy más débil que ayer y todo indica que esta caída de prestigio podría crecer en los próximos días en beneficio de los republicanos. El veterano analista del Canal 12 hebreo Amnon Abramovich comentó horas después que el tema iraní seguramente seguirá estando en lo más alto de la agenda del encuentro con Bennett, cuando este se produzca.
Pero Abramovich añadió que es probable que la cuestión palestina caiga de la agenda, lo que sin duda beneficia a Israel, como beneficia a Israel el golpe que han recibido Biden y los demócratas. De hecho, Bennett está haciendo lo posible para no hablar de los palestinos ni con los americanos ni con nadie, ya que su plan, que no esconde, es continuar construyendo en las colonias judías de los territorios ocupados, donde viven encerrados millones de palestinos. En este sentido, Israel es quizás quien más se beneficia con los atentados.
Viendo que Biden pierde y que Israel gana, ¿qué ocurre con los talibanes? La respuesta es que pierden y ganan. Por un lado, el nuevo régimen pierde puesto que muestra que no es capaz de controlar su territorio y que existen organizaciones como el Estado Islámico de Jorasán que son capaces de burlar la seguridad talibán, lo que crea incertidumbre en el país.
Pero por otro lado, los talibanes ganan en la medida en que se han comportado de una manera que puede calificarse de exquisita en relación con la precipitada evacuación de EEUU y sus aliados occidentales, dejando hacer y deshacer a su antojo a los americanos con la evacuación desde el aeropuerto, una actitud que los presenta como responsables.
Además, con los atentados, los talibanes parecen "moderados" al lado del Estado Islámico de Jorasán y por lo tanto los americanos tendrán más necesidad de negociar y pactar con ellos, aunque solo sea para contener a los yihadistas extremos que sin duda querrán exportar la yihad fuera de Afganistán, como ocurrió con los atentados del 11 de septiembre de 2001, algo por lo que no están los talibanes, o eso parece.
Los atentados del jueves por la tarde contra el aeropuerto de Kabul confirman que la situación en Afganistán no es de vino y rosas sino de una complejidad que va bastante más allá de la reciente victoria talibán, y anuncian que el nuevo teatro tardará en reconducirse si es que llega a reconducirse de una manera satisfactoria y estable en el futuro.
Los servicios de inteligencia americanos lo habían advertido repetidamente en los últimos días en dos fases, primero diciendo que algo así podía ocurrir y después anunciando abiertamente que un atentado era "muy inminente". Las explosiones por lo tanto no sorprenden y su incidencia sobre el terreno es por el momento incierta, yendo más allá de un serio aviso a los occidentales y a los talibanes.
La inteligencia americana había señalado como los grupos más peligrosos al Estado Islámico de Jorasán (ISIS-K) y también a Al Qaeda, sobre todo al primero. El miércoles The New York Times estimaba que el Estado Islámico de Jorasán cuenta con hasta 2.000 efectivos en Afganistán, y que a su lado la ideología de los talibanes palidece como demasiado moderada.
Estos grupos son de naturaleza muy enigmática y es bastante probable que estén infiltrados en mayor o menor grado, más bien en mayor grado, por servicios de inteligencia foráneos. Recordemos que tanto uno como otro operaron en Siria durante los años más violentos de la guerra civil y que sus operaciones los colocaron durante mucho tiempo junto a la frontera israelí del Golán sirio ocupado.
No solo no atacaron a Israel, sino que observadores de las Naciones Unidas certificaron que hubo decenas de contactos amistosos entre las fuerzas israelíes y los yihadistas del otro lado de la frontera, llegándose a atender a yihadistas heridos en hospitales israelíes, y trasladándose material, probablemente armas, del lado israelí al sirio. Por aquel tiempo, la televisión siria difundió imágenes de alijos de armamento israelí nuevo en posesión del Estado Islámico.
Eso sin tener en cuenta que tanto el Estado Islámico como Al Qaeda, en su versión del Frente al Nusra, contaron con apoyo logístico, económico y militar directo e indirecto de potencias occidentales y regionales, incluido Israel, durante sus operaciones en Siria.
Los atentados del jueves por la tarde contra el aeropuerto de Kabul confirman que la situación en Afganistán no es de vino y rosas sino de una complejidad que va bastante más allá de la reciente victoria talibán, y anuncian que el nuevo teatro tardará en reconducirse si es que llega a reconducirse de una manera satisfactoria y estable en el futuro.
Los servicios de inteligencia americanos lo habían advertido repetidamente en los últimos días en dos fases, primero diciendo que algo así podía ocurrir y después anunciando abiertamente que un atentado era "muy inminente". Las explosiones por lo tanto no sorprenden y su incidencia sobre el terreno es por el momento incierta, yendo más allá de un serio aviso a los occidentales y a los talibanes.
La inteligencia americana había señalado como los grupos más peligrosos al Estado Islámico de Jorasán (ISIS-K) y también a Al Qaeda, sobre todo al primero. El miércoles The New York Times estimaba que el Estado Islámico de Jorasán cuenta con hasta 2.000 efectivos en Afganistán, y que a su lado la ideología de los talibanes palidece como demasiado moderada.
Estos grupos son de naturaleza muy enigmática y es bastante probable que estén infiltrados en mayor o menor grado, más bien en mayor grado, por servicios de inteligencia foráneos. Recordemos que tanto uno como otro operaron en Siria durante los años más violentos de la guerra civil y que sus operaciones los colocaron durante mucho tiempo junto a la frontera israelí del Golán sirio ocupado.
No solo no atacaron a Israel, sino que observadores de las Naciones Unidas certificaron que hubo decenas de contactos amistosos entre las fuerzas israelíes y los yihadistas del otro lado de la frontera, llegándose a atender a yihadistas heridos en hospitales israelíes, y trasladándose material, probablemente armas, del lado israelí al sirio. Por aquel tiempo, la televisión siria difundió imágenes de alijos de armamento israelí nuevo en posesión del Estado Islámico.
Eso sin tener en cuenta que tanto el Estado Islámico como Al Qaeda, en su versión del Frente al Nusra, contaron con apoyo logístico, económico y militar directo e indirecto de potencias occidentales y regionales, incluido Israel, durante sus operaciones en Siria.
Se da la circunstancia que las explosiones de Kabul se produjeron solo unas horas antes de la primera reunión entre el Biden y el primer ministro israelí Naftalí Bennett, un encuentro en el que Bennett quería hablar de Irán y eludir la ocupación palestina. A las 18.31 horas, un comunicado de la oficina de prensa del gobierno hebreo comunicó que "debido a los acontecimientos de Afganistán", el encuentro se había aplazado.
The New York Times señaló el miércoles que el Estado Islámico de Jorasán se creó hace seis años por un grupo de talibanes paquistaníes desafectos, y que entre sus tácticas figuran los atentados suicidas, con la amenaza concreta de infiltrarse entre la multitud que desde hace diez días espera la evacuación fuera del aeropuerto de Kabul, tal y como ocurrió el jueves, solo un día después.
La primera consecuencia de los atentados es que debilitan la posición del presidente Biden tanto dentro de EEUU como fuera. Biden, como el partido demócrata, es hoy más débil que ayer y todo indica que esta caída de prestigio podría crecer en los próximos días en beneficio de los republicanos. El veterano analista del Canal 12 hebreo Amnon Abramovich comentó horas después que el tema iraní seguramente seguirá estando en lo más alto de la agenda del encuentro con Bennett, cuando este se produzca.
Pero Abramovich añadió que es probable que la cuestión palestina caiga de la agenda, lo que sin duda beneficia a Israel, como beneficia a Israel el golpe que han recibido Biden y los demócratas. De hecho, Bennett está haciendo lo posible para no hablar de los palestinos ni con los americanos ni con nadie, ya que su plan, que no esconde, es continuar construyendo en las colonias judías de los territorios ocupados, donde viven encerrados millones de palestinos. En este sentido, Israel es quizás quien más se beneficia con los atentados.
Viendo que Biden pierde y que Israel gana, ¿qué ocurre con los talibanes? La respuesta es que pierden y ganan. Por un lado, el nuevo régimen pierde puesto que muestra que no es capaz de controlar su territorio y que existen organizaciones como el Estado Islámico de Jorasán que son capaces de burlar la seguridad talibán, lo que crea incertidumbre en el país.
Pero por otro lado, los talibanes ganan en la medida en que se han comportado de una manera que puede calificarse de exquisita en relación con la precipitada evacuación de EEUU y sus aliados occidentales, dejando hacer y deshacer a su antojo a los americanos con la evacuación desde el aeropuerto, una actitud que los presenta como responsables.
Además, con los atentados, los talibanes parecen "moderados" al lado del Estado Islámico de Jorasán y por lo tanto los americanos tendrán más necesidad de negociar y pactar con ellos, aunque solo sea para contener a los yihadistas extremos que sin duda querrán exportar la yihad fuera de Afganistán, como ocurrió con los atentados del 11 de septiembre de 2001, algo por lo que no están los talibanes, o eso parece.
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